
Los Gigantes, una aventura en talle XL
A través de caminatas o cabalgatas, las montañas de este circuito, accesibles desde Punilla o Traslasierra, ofrecen las mejores vistas de Córdoba
11 de diciembre de 2016

No es igual arriba que abajo; no se parecen en nada en la noche y en el día; tienen grietas que hay que explorar, quebradas que hay que caminar y picos que hay que subir; guardan ríos subterráneos y expulsan vertientes. Los Gigantes, en el valle de Punilla, merecen al menos una visita. Después, seguramente, habrá otras.
Los 620 años de edad que tiene el macizo fueron tiempo suficiente para que vientos y lluvias moldearan las piedras que se elevan a 2400 metros sobre el nivel del mar, en plenas Sierras Grandes de Córdoba. Las arrugas en la roca y el tamaño son la razón del nombre, Los Gigantes.
Los 30 kilómetros de ripio que hay que hacer desde Tanti no desentonan, hay pequeños pueblitos y caseríos como El Durazno, Rancho Alegre, Mataderos y El Alto, que se van encontrando a medida que se asciende.
Otra opción es ir desde Cruz del Eje, ideal para quien se aloja en Traslasierra. Por esa vía una parada obligatoria es la estancia jesuítica La Candelaria, la más grande de todas las existentes en esta provincia y declarada patrimonio de la humanidad” por la Unesco en el 2000.
Bautizada así en homenaje a las Virgen de las Candelas, desde 1673 sus 300.000 hectáreas fueron explotadas por la Compañía de Jesús. Con su producción se sostenía el Colegio Máximo de Córdoba. La construcción incluye características de fortín, ya que estaba rodeada de pueblos originarios que se resistían a la colonización.
Se conservan la iglesia, la casa para los sacerdotes, corrales, molinos y algunos restos de los ranchos de los esclavos negros. Las tierras fueron divididas después de la expulsión de los jesuitas y, a mediados del 1900, fue declarada Monumento Histórico Nacional. El complejo bien vale una demora antes de arribar al pie de Los Gigantes.
El vuelo de los cóndores y los jotes preanuncia la cercanía de lo que los geólogos definen como “un basamento cristalino de una sola pieza del período precámbrico” y los legos, simplemente, como una maravilla. Las rocas rojizas y marrones se elevan abruptamente y, por su magnitud, impactan.
Laberinto de granito
Los Lisos es la puerta de entrada al macizo, abarca una docena de valles con cascadas, arroyos, vertientes, pozos, cañadas, ríos subterráneos, acantilados, mogotes, cajones, cuevas naturales, miradores, grutas, grietas y todo tipo de recovecos para explorar.
Son unas 800 hectáreas que tienen diferentes opciones con distintos niveles de dificultad para hacer rappel, cabalgatas, caminatas y trekking; lo ideal es contratar un guía autorizado no sólo por las condiciones del terreno sino porque la niebla es frecuente.
Para los escaladores es un paraíso; tienen identificadas un centenar de rutas. También lo es para quienes realizan avistaje de aves y observación de flora y fauna. Entre los cerros –además de cóndores y jotes– hay zorzales, tordos, loiocas, vencejos, pájaros carpinteros y en las caminatas se asoman zorros, zorrinos, comadrejas, liebres y –con suerte y paciencia– se pueden ver pumas. Reptan entre las piedras ranitas de colores y lagartijas luminosas.
Están identificadas las condoreras –refugios naturales de los cóndores- sobre las paredes de los cerros lisos y siempre a gran altura. Desde allí las aves toman vuelo y regresan. Un espectáculo único. Además, estas montañas son la casa del tabaquillo, un arbusto rojizo brillante que se deshoja como una cebolla y es lo más característico de la zona. Claro que también abundan los helechos, el romerillo y los orcomolles.
Hay excursiones que permiten adentrarse en un río subterráneo y otras que llevan a los turistas entre cajones de piedra, donde resuena el paso del agua. Por si sus propias características fueran pocas, Los Gigantes constituyen un mirador excepcional ya que permiten divisar al sur la Pampa de Achala y el cerro Champaquí; al este, el valle Punilla y Sierras Chicas; al oeste, los volcanes de la Pampa de Pocho y al norte, las cumbres de Gaspar, pampas de San Luis y Cuchilla Nevada.
El atractivo de estas montañas para los visitantes tiene décadas. Los presidentes Marcelo Torcuato de Alvear e Hipólito Yrigoyen las recorrieron y también a Quinquela Martín lo convocaron sus colores y luces. Todos se alojaron en la casa de los Pedernera, unos criollos que recibían gente desde comienzos del 1900.
Todavía hoy la familia sigue en el rubro, Sebastián Pedernera explota un alojamiento de montaña, La Rotonda, en la base del macizo.
La capilla de la Virgen del Valle está al pie de Los Gigantes; fundada en 1868 por los franciscanos era el parador del Cura Brochero –el primer santo argentino– cuando cruzaba a lomo de mula la zona para ir a Traslasierra.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde la capital cordobesa hasta Villa Carlos Paz, 80 kilómetros por la autopista y desde ahí la RN 38 hasta el desvío a Tanti. Girar a la izquierda hasta que termina el asfalto; son unos 30 kilómetros de ripio. Desde Cruz del Eje, pasando por Villa de Soto ahí se toma el "Camino del Medio", por tierra 30 kilómetros hasta La Candelaria y, desde ahí, unos 70 hasta Los Gigantes.
Dónde parar
En la zona hay varios refugios, Reserva Cerro Blanco (a 20 kilómetros del macizo, tiene cabañas y comedor; www.reservacerroblanco.com.ar); parador Río Yuspe (hugo.negro@gmail.com); refugios La Rotonda y Casas Nuevas; Alto Los Gigantes (sobre la ruta 28, al pie de la montaña; habitaciones con baño privado y hostel; www.altodelosgigantes.com.ar). En Tanti las opciones son múltiples.
Qué hacer
Lo ideal es contratar guías matriculados que conocen la zona y cuentan con todas las medidas de seguridad. Valle de Los Lisos (www.valledeloslisos.com) y Magma Expediciones (www.magmaexpediciones.com) ofrecen un abanico completo de opciones.
Qué ver
Estancia jesuítica La Candelaria. En enero, de martes a domingos de 10 a 19. Entrada $15.
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