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Los otros




¡Buenas, buenas!, ¿cómo están? ¿Bien? Recién me ponía al día con los comentarios de ayer. Me duele la agresión en general, pero especialmente entre quienes comentan, ¿qué se gana con eso?, ¿cómo se quedan ustedes cuando agraden aquí o en cualquier lugar? Todos pensamos distinto, ¿y?, es parte de la vida. En fin, me lo quedo pensando.
Les cuento lo que me pasó esta mañana. Corría hacia una reunión, por eso me subí apurada al ascensor, recién bañada y terminándome de acomodar la ropa, y le dije un hola veloz a mi compañero de viaje, un señor que bien podría haber sido mi papá. Teníamos 19 pisos para compartir ese cubículo metálico. Entonces, me puse a arreglar el pelo en el espejo hasta que me interrumpió:
– ¿Qué harían las mujeres sin espejo en el ascensor.
– Mmmm, ¿saldríamos ya arregladas?, ¿haríamos todo con más tiempo.
– En el consorcio estamos pensando en pintar los espejos de negro.
– ¡No!, ¿qué haríamos en el viaje?, ¡son 19 pisos!
– Quizás hablarían con la persona que tienen al lado, ¿no?
Les juro que no era de viejo baboso, era una enseñanza aleccionadora, para tomar conciencia. Me di cuenta de la cantidad de veces que me subí a ese mismo ascensor y usé el celu como excusa para mirar para abajo, o busqué algo en la cartera, o inventé un tema pavote, como el calor y esas cosas. Salvo que en el ascensor hubiera un perro o un chico (siempre temas de conversación), en general viajo callada, ignorando a quien está a menos de 20 centímetros, al que casi puedo sentirle el aliento. ¿Por qué no le hablamos? ¿Lo pensaste alguna vez? Por qué no preguntarle, por ejemplo, sinceramente: "¿cómo estás hoy?" ¿Acaso porque no nos importa?, ¿y por qué es eso? ¿Por qué no nos importan las personas que el azar pone en nuestro camino (o en nuestro ascensor)? ¿Es muy poco tiempo para charlar?
A veces sí charlo, encuentro algún pretexto: "¿venís de entrenar?", "¿un largo día?", "¿ya podés irte a descansar?" Pavadas que te conectan con el otro. Así descubro que puedo sentir una conexión, fugaz quizás, pero sincera, y con eso me basta. Sin embargo, la mayoría de las veces ignoramos a los otros: el taxista, el portero, el de la obra en construcción, la recepcionista, el de seguridad, el pintor del edificio, el verdulero de la cuadra, el policía, el del estacionamiento, las otras mamás de los otros grados, el mozo… ¿Quiénes son esos otros que, de alguna manera, son parte de nuestra vida?
Entonces sé que puedo conectarme y cuando más conectada con el mundo, mejor sintonizaré conmigo. Esos otros son parte de la misma trama, son hilos del tejido que nos entrelazan dándonos forma, relieve, textura. Pero que quizás, nunca sabremos quiénes son, cómo se sienten, hasta que algún día les preguntemos sinceramente: "¿cómo estás?"
Lindo martes.
PD: Para quienes preguntaron, estaré este jueves 26 en Pinamar a las 17:30 hs, en el Parador Mirasoles, Avenida Del Mar y Tritones. Obvio, gratuito. Meditación guiada incluida.

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por Redacción OHLALÁ!

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