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Los panda, huéspedes estrella




El oso panda es uno de los animales que más me gusta. Siempre tuve la fantasía de salir de safari por bosques y montañas de la China profunda en busca de estos grandes animales blanco y negro en peligro de extinción. Se calcula que quedan alrededor de 1600 pandas salvajes, amenazados por la tala de bosques de bambú, la caza y el bajo índice reproductivo.
En un viaje por la ciudad de México me enteré de que en el zoológico del Bosque de Chapultepec (con entrada gratuita) viven pandas y, sin dudarlo, decidí ir a visitarlos, un plan menos aventurero que el safari, pero mucho más efectivo.
Apenas en un puñado de zoológicos del mundo habitan pandas y son los animales estrella del lugar, los más publicitados y visitados.
En el famoso zoo de San Diego habitan tres pandas en un espacio amplio y cómodo, se los puede ver jugando en un video en la Web y hasta ofrecen un programa de adopción, con certificado y la posibilidad de alimentarlos, previo pago de 1000 dólares.
Cada vez que nace un panda en cautiverio sale en todos los diarios, casi como los hijos de la realeza. Hace apenas unos meses en el zoo de Madrid nacieron pandas mellizos por inseminación artificial y se puede seguir su evolución día a día.
También en el zoo de Atlanta, el mes último la panda Lun Lun tuvo una cría, y en la Web se pueden ver videos, fotos y relatos desde las ecografías hasta cómo va su crecimiento.
Pero volviendo a México, era un domingo al mediodía de sol y cielo despejado en el D.F. Para llegar a la entrada del zoo hay que caminar bastante, entre árboles, vendedores de burbujeros, peluches y toda la comida al paso que uno pueda imaginarse, como en todo México. El zoológico está en el sector que desemboca en el Paseo de la Reforma, casi enfrente del Museo de Antropología.
Una vez en el zoo fui derecho hacia la casa de estos huéspedes, muy bien señalizada y también muy concurrida.
Cuando llegué, los dos pandas dormían plácidamente. Los pude observar a la distancia, a través de un vidrio en un espacio con algunos juegos y plantas de bambú de adorno.
No me iba a ir sin verlos en acción, así que sentada bajo un árbol decidí velar su sueño.
Durante la larga espera de cerca de dos horas, uno de los cuidadores me contó que son dos hembras, se llaman Shan Shan y Xi Hua, y que hay una tercera, Lin Lin, que estaba de visita en el zoo de Guadalajara. También algunas intimidades, como que un panda de Japón estuvo dos años con las chicas , ahora bastante mayores, porque tienen más de 13 años, pero no pudieron aparearse.
Hasta que por fin, uno de los grandes animales se despertó, se sentó en la misma posición que el panda de peluche que siempre tuve en mi habitación, levantó la mano -estoy absolutamente convencida que me saludó- y volvió a dormirse plácidamente. Eso fue todo, pero me bastó para enamorarme aún más de los panda.
Con la misión cumplida me fui del zoo sin ver a ningún otro animal, me esperaba un recorrido por el Paseo de la Reforma, mucho más mexicano, por cierto.

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por Redacción OHLALÁ!


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