

La semana última se produjo el milagro: una pareja de jotes de cabeza negra en cautiverio -macho y hembra empollan por turno- tuvo dos crías. El suceso, registrado en el sector Biointegrador de Huellas de la Naturaleza -como fueron bautizadas las 10 hectáreas a 5 kilómetros de la basílica, donde también funciona la Fundación Ecológica de Luján (FELU)-, premia la labor de la institución y, sobre todo, la de Denise Chicco, la joven directora y naturalista autodidacta.
Quienes visitan el lugar pueden tener, anticipadamente, el regalo visual de una bandada que acierta con estacionarse en el sector de laguna y pastizales pampeanos que se encuentra en el establecimiento, o tal vez una exótica ardilla que cruza un cable aéreo frente a la ruta de entrada.
Se retiran con la Promesa Bioturista bajo el brazo, un diploma en papel reciclado que deben suscribir si se comprometen a cuidar el medio ambiente igual o más que a mí mismo , promesa encolumnada a otra decena de conductas sin las cuales -es la sospecha de los naturalistas- el planeta quedará depredado.
A cuidar el planeta
Huellas de la Naturaleza es un emprendimiento turístico formador de fervores ecológicos y habilitado desde los primeros días de este año a los visitantes que pretenden, además, pasar un día de recreamiento, hacer camping o tal vez hospedarse en las rústicas pero pulcras cabañas.
Los visitantes por el día -el lugar está abierto desde la 9- pagan 6 pesos y sólo 2 los menores acompañados por los padres. Pueden instalarse con sus propias provisiones en algunos de los sectores de camping con mesa y bancos fijos, antes de emprender la recorrida por tres circuitos guiados entre el llamado campo bioturístico ambiental .
La visita comienza por el sector Biointegrador, cuando la guía se empecina en destacar que el lugar no es un zoológico ni una granja educativa: transmite la información que relaciona al hombre con el ecosistema e intenta concientizarlo.
La recorrida muestra la variada fauna pampeana que comparten lugares donde se trata de reconstruir un retazo de su hábitat, y también se da cabida a unos pocos ejemplares exóticos a la región (un mono caí y algunas ardillas sueltas de las que fueron allí piadosamente pensionadas).
La exhaustiva explicación sobre vida y costumbres animal -y su lucha sobreviviente- es desplegada frente a ejemplares de carancho, comadreja overa, hurones, alguna tortuga en extinción, un lagarto overo y hasta el puma que tiempo atrás apareció en la bonaerense ciudad de Bragado.
Hay pensionistas en recuperación, como algunos ejemplares de zorro pampeano o los nueve tordos amarillos en etapa de liberación, situación que obliga a estudiar la sobrevida posible y región elegida para el operativo, que en el caso de los tordos amarillos se concretará esta misma semana, en la cuenca del Samborombón.
La liberación se realiza con apoyo de la Fundación Vida Silvestre Argentina, la Asociación Ornitológica y el Ministerio de Asuntos Agrarios provincial.
En el segundo circuito se visita la huerta orgánica y un vivero, donde es posible comprar desde pequeños ejemplares de acacia, sauce criollo, tala, algarrobo y hasta ombú. Luego se pasa al taller de manualidades y finalmente se ingresa en el tercer circuito o área natural de laguna y pastizales pampeanos, predio donde se mantiene intocable el terreno tal cual pudo ser desde antes de la conquista, con matas de pasto silvestre de llanura, cortaderas y hasta carqueja.
Avistamientos y fogones
La laguna atrae aves migratorias de las cuales se registró el paso de unas 32 especies (distintas garzas, espátulas, cisnes de cuello negro y gallaretas, entre otras), por lo que resulta acertado llevar un prismático y cámaras de buen teleobjetivo y hasta utilizar, de ser posible, la casamata orillera con el camuflaje adecuado desde donde hacer las capturas fotográficas.
Para el entretenimiento de los visitantes más chicos hay un atractivo parque de juegos rústicos, además de canchas de fútbol, voley, bochas, tejo y taba. Cuenta con vestuarios de duchas y unidades sanitarias, parrillas y fogones para reuniones.
También dispone de un gran quincho y el sector de doce cabañas cuádruples -seis con baños privado a 40 pesos por persona y por día, las demás a 20- tiene su propio sector parrillero.
Quienes acampan pagan a razón de 8 pesos por día, como sucede con todos los hospedados y visitantes, que pueden incorporarse a las visitas guiadas.
Funciona un sector de confitería y comidas rápidas con menú de 2 a 6 pesos y asados con ensalada, postre y bebida a 9 pesos.
Cómo llegar
Las reservas se hacen por el 0323-34972 y 374-6373, y el camino desde Buenos Aires se recorre en 50 minutos por el ahora ágil Acceso Oeste -con dos peajes de 1,50 peso- hasta la rotonda que accede a la basílica de Luján, pero se sigue por la vieja ruta nacional Nº 7 hasta el desvío que a la derecha se dirige hacia Carlos Keen, por el que sólo se recorren ochocientos metros.
A la derecha aparece el embanderado portal de este ecológico destino turístico. Quienes viajan desde la zona norte pueden utilizar el ramal Pilar de la Panamericana -un solo peaje de 1,50 peso- y la ruta nacional 8 hasta desviar por la provincial 6 hacia Luján, en combinación con la 192.
Al llegar a la vieja ruta 7, hay que tomar a la derecha hasta el acceso a Carlos Keen. Los que van en ómnibus a Luján disponen de taxis con tarifas económicas.
Francisco N. Juárez
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