Madrid: menú de siete pasos
Buenas recomendaciones para aprovechar aún más una ciudad generosa en gastronomía, arte y compras
22 de junio de 2014
1. Un espacio cultural: Matadero Madrid
Queda un poco apartado de la ruta turística habitual, en el barrio de Legazpi, junto al río Manzanares, pero vale la pena el desvío. Entre tanto (y tan relevante) museo de arte consagrado, Matadero Madrid es, en cambio, un centro cultural muy contemporáneo, muy vivo y más pertinente para tomarle el pulso creativo a esta ciudad hoy.
El mismo edificio es una curiosidad: funciona desde 2007 en el predio y las naves de lo que fue el Matadero y Mercado Municipal de Ganados durante el siglo pasado, hasta 1996. Reciclado sin grandes modificaciones, el estimulante conjunto de pabellones, en industrial ladrillo a la vista (con detalle de cortinas plásticas transparentes, tipo carnicería, en las puertas) está ahora dedicado al teatro, el cine, la música, las artes visuales, las nuevas tecnologías e incluso el arte del buen comer y de la tertulia, en un par de restaurantes y cafeterías con buen ambiente.
La entrada es gratuita (aunque algunas funciones de teatro o cine pueden tener un pequeño cargo) y abre de martes a viernes, de 16 a 21, y sábado y domingo, de 11 a 21. Los lunes está cerrado. La estación de metro más cercana es Legazpi.
2. Un restaurante: Arce
Este no es un restaurante para hacer una simple pausa en el camino y comer algo para después retomar la marcha como si tal cosa. A Arce, en el barrio de Chueca, se debe llegar con tiempo y, sobre todo, con disposición a vivir una memorable experiencia gastronómica. Eso queda claro en cuanto el comensal conoce a su anfitrión, Iñaki Camba.
Este cocinero, con todas las letras y las mañas, suele sentarse a la mesa de sus clientes y abrir la reunión con una intrigante pregunta de final abierto: "¿Tenéis hambre, apetito o ganas?" A partir de allí, sin que se le mueva el toc, avanza con preguntas como ¿pluma o pelo? para ir armando un menú personalizado, plato por plato. Entonces, cada respuesta deriva en una breve disertación sobre carnes, cocciones, guarniciones y maridajes como para tomar nota y saborear aún más lo que vendrá. Luego empiezan a desfilar las maravillas: Wellington de solomillo de carne roja, Ibérico al gratén de mostaza caramelizada, salmonetes asados en brasa de abedul... Mejor no seguir. Arce es imperdible, lo que dice mucho en la capital de un país donde se come tan bien.
3. Un hotel: Villa Magna
Este reconocido cinco estrellas madrileño, sobre el tradicionalísimo Paseo de la Castellana, acaba de revivir tras una remodelación total. Después de sacudirse el look setentoso, el resultado son 180 suites sofisticadas y amplias, de diseño contemporáneo, pero también sobrio. Entre las opciones gastronómicas, el nuevo Villa Magna se anotó varios puntos al fichar como chef a Rodrigo de la Calle, joven estrella de la llamada gastrobotánica.
4. Un mercado: San Antón
Apenas a metros del restaurante Arce, en la calle Augusto Figueroa del mismo barrio de Chueca, el rejuvenecido San Antón es uno de los mercados más coquetos de Madrid, no sólo para las compras gourmand, sino para ir de tapas, especialmente por su terraza.
Fundado a mediados del siglo XX como un típico mercado de abasto no tan glamoroso, su actual edificio de tres pisos se inauguró apenas hace un par de años y ya es un hit, particularmente para el brunch del sábado o domingo.
Los ingredientes sobran: una treintena de puestos como la Charcutería de Octavio, Viena La Bagette y Las Trastienda Tapas ofrecen todo lo que cualquier glotón podría soñar y acompañar con vinos del país o cañas. Un detalle: el restaurante de la azotea ofrece cocinar los productos que el cliente acaba de comprar debajo, en el mercado.
5. Una vista: Palacio de Comunicaciones
Todo el mundo, al menos todo el mundo que haya pasado por Madrid, ha visto la fuente de Cibeles, sobre la plaza del mismo nombre en pleno centro de la ciudad, donde los del Real Madrid se reúnen a celebrar cada vez que obtienen una nueva copa. Justo frente a la fotogénica diosa Cibeles, símbolo de la tierra, la agricultura y la fecundidad, sobre su carro tirado por leones, se eleva un espléndido edificio que quizá no capte tanta atención: el Palacio de Comunicaciones.
Son en realidad dos edificios modernistas, de fachada blanca, inaugurados en 1919 y que funcionaron como una gran central de distribución del correo y otras comunicaciones. Desde 2007, el palacio alberga dependencias del Ayuntamiento de Madrid, pero incluye también un área de acceso público y libre, el CentroCentro.
Uno de los últimos espacios culturales ganados para la ciudad, CentroCentro se presenta como un lugar "dedicado a la reflexión y propuesta de vanguardia en áreas de cultura, ciudadanía y gestión creativa de espacios públicos". Con especial atención, por ejemplo, al tema de las ciudades inteligentes, el centro, sin embargo, sorprende con muestras de lo más variadas, como la actual dedicada a Subterfuge, influyente fanzine (revista independiente) y sello discográfico, fundamental para el devenir de la música alternativa en la madre patria, sobre todo en los años 90.
Pero más allá de sus exposiciones, la biblioteca y otros servicios, el CentroCentro es una parada recomendable por otra cosa: su mirador panorámico, uno de los mejores de la ciudad, en el piso 8 de la gran torre del palacio. Si bien el ingreso al palacio es gratuito, para el mirador sí se necesita una entrada, que se obtiene en los mostradores de información.
CentroCentro abre de martes a domingo, de 10 a 20, siempre con entrada gratuita, aunque para el mirador sí se cobran 2 euros (menores de 12 años, 0,50 centavos). El metro más cercano es Banco de España.
6. Un museo: el Thyssen
Como se sabe, en Madrid suman fuerzas los tres grandes de las bellas artes: el Prado, el Reina Sofía y el Museo Thyssen-Bornemisza. Este último es fundamentalmente una pinacoteca de variado inventario, con maestros antiguos y también modernos. Quien lo recorra sin mayor información se sorprenderá al enterarse que casi todo lo que vea en estos salones pertenece a una única colección de origen privado, reunida durante siete décadas justamente por la familia Thyseen-Bornemisza. Van Eyck, Roy Lichtenstein, Caravaggio, El Greco, Pollock, Kandinsky, Picasso, Willem de Kooning, Cézanne, Munch, Chagall, Paul Klee y hasta Ed Hopper... La nómina de vecinos del Palacio de Villahermosa (en la esquina del Paseo del Prado con Carrera de San Jerónimo) es simplemente imbatible. Y se complementa, para justificar aún más la visita, con fuertes exhibiciones temporales, como la que acaba de inaugurarse dedicada al arte pop, con unas setenta obras que incluyen pop norteamericano, británico y del resto de Europa, además de los cuadros de Lichtenstein, Hockney o Wesselmann que integran la colección permanente de la casa. Se la puede ver hasta el 14 de septiembre.
El museo abre de martes a domingo, de 10 a 19 (en verano, algunos días el horario se amplía hasta las 22). La entrada cuesta 10 euros, pero para las exposiciones especiales se cobra un ingreso aparte (en el caso de Mitos del pop, 11 euros). Estación de metro: Banco de España.
7. Una calle: Serrano
No faltan circuitos de compras en Madrid. Los hay de todos los rubros y presupuestos. Uno de los más vitales y relevantes (y caros) en términos de moda es el de la calle Serrano, aproximadamente desde Ortega y Gasset hasta Jorge Juan, en el barrio de Salamanca. Sin ser el último fenómeno comercial de la ciudad, esta zona parece haber alcanzado una concentración de marcas récord en los últimos tiempos, tanto por tiendas y joyerías premium superfamosas (Chopard, Montblanc, Ferragamo, Prada) como por nombres en ascenso (Delitto E Castigo, Del Pozo), estos últimos sobre todo al subir por la calle Jorge Juan, donde todo se pone aún más interesante, con cantidad de restaurantes de moda como Vino Tinto, Alkalde, El Paraguas y Sula, junto con galerías de arte y casas de diseño independiente.