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Malasaña, la costurera que fue reina de la Movida

Céntrica y con fuerte personalidad, esta parte de la capital española mantiene su ambiente tranquilo durante el día, pero de noche sale con todo




MADRID.- Tras una fachada de aparente tranquilidad, en el centro madrileño Malasaña es un barrio esencialmente temperamental. Lleva la rebeldía hasta en su nombre, un homenaje a Manuela Malasaña, mártir de la defensa de la actual plaza Dos de Mayo durante la invasión de Napoleón a España; costurera, los franceses la fusilaron porque la encontraron con una tijera y consideraron que iba armada.
En mayo último, justamente para las tradicionales fiestas (algo así como el San Patricio local) que recuerdan la resistencia, el barrio dio su más reciente muestra de, digamos, carácter . Durante dos noches, jóvenes y policías se enfrentaron en una sucesión de batallas campales, de la Glorieta de Bilbao a la Gran Vía, que concluyó con setenta heridos y veinte detenidos. ¿El disparador? La violación, en pleno festejo, de la prohibición de consumir alcohol en la vía pública. Todo esto, pocos días antes de las elecciones municipales en las que el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, del Partido Popular, sería reelegido.
Con el verano, la temperatura fue subiendo, la conflictividad bajó y Malasaña volvió rápidamente a ser un lindo barrio para caminar, comer, tomar algo, hacer compras distintas en pequeñas tiendas alternativas y, particularmente, para salir de marcha a la noche.
Céntrico, pero de ritmo barrial y arterias angostas, los límites de Malasaña son la Gran Vía, las calles Fuencarral (con muchas boutiques modernas) y San Bernardo, y la plaza de Bilbao; Chueca y Argüelles son los barrios vecinos; Bilbao, Noviciado y Tribunal, algunas de las estaciones de metro cercanas. Todo se ve muy claro el mapa gratuito de la editora elDibuk (el caminante previsor lo imprimirá de www.eldibuk.com ), que se puede retirar de negocios y bares en la zona.

El Salmón y el Pez

"En este bar paraba Andrés Calamaro", indica Esteban Rial, un argentino que, con un par de años radicado en Malasaña, resulta un buen guía por las barras y mesas más pintorescas. Como las del Palentino, en la Calle del Pez, donde El Salmón parece que se movía como en el agua durante su exilio madrileño. "Este bar abrió en 1942 y así como lo hicieron, está", completa el barman mientras sirve cañas (cervezas, a 0,90 euros) a unos chicos con cámaras, luces y micrófonos de cine, típico de este punto de encuentro de viejos parroquianos, artistas y modernos.
Intentar visitar todos los bares de Malasaña (también conocido con el más naíf nombre de Barrio de las Maravillas) es como pretender recorrer todas las pizzerías de Nápoles. Pero si el circuito comienza por el pintoresco Palentino, un buen contraste para seguir puede ser el fashionista Café Manuela: un pequeño y elegante bar con delicadas mesas, piano y pilas de juegos de mesa para pasar la tarde. El ambiente da más como para tomar el té, pero también hay jugos con jengibre a tres euros.
Otro básico de Malasaña es el Comercial, en la Glorieta de Bilbao, un café de los de antes. Pero bien de antes: abrió a fines del siglo XIX y mantiene orgulloso el buen servicio, el hábito de la tertulia y el mobiliario antiguo, con mesas bajas de mármol y sillas tapizadas en cuero.
Se podría seguir por horas, pero se hace tarde y entonces los lugares son otros. El Vía Láctea (Velarde 18), por ejemplo, con distintos sectores y barras, es uno de los más concurridos por el público de rock indie , igual que el Garaje Sónico (San Andrés 12), más chico y punk, pero también clásico. La entrada en general es gratuita y las consumiciones van de tres euros por una cerveza a siete u ocho por los tragos.
Si algo tiene Malasaña son garitos (bares, boliches) para visitar de noche. No por nada fue el centro de la mítica Movida madrileña, en el despertar de los años ochenta posteriores a Franco. Pero ahora, dicen, el público es distinto. "Antes éste era un barrio cutre, ahora es más concheto", sintetiza el madrileño Toni Face, con evidente conocimiento del léxico porteño. Es propietario de la tienda Le Trip, en la calle Manuela Malasaña, el lugar indicado para comprar esas remeras con la cara de iconos del cine español como Paco Martínez Soria o Gracita Morales antes de perderse por los bares de este agitado barrio que no pasa de moda.

Datos útiles

comer y beber

  • Taberna Albur. Estupendos arroces (20 euros por persona). Manuela Malasaña 15.
  • Bares recomendados: Palentino (Calle del Pez 12); Café Manuela (San Vicente Ferrer 9); Café Comercial. Glorieta de Bilbao 7).

Compras

  • Le Trip. CD, vinilos y remeras. Manuela Malasaña 24.

Más información

  • Oficina Española de Turismo en Buenos Aires. C. Pellegrini 1163; 4328-9664; www.spain.info

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por Redacción OHLALÁ!


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