
Este enero fue especialmente frío en Italia. Estaba en Siena visitando a mi amiga Claudia y buscando la manera más sencilla y rápida de llegar a mi amada Sicilia. La idea era ir a Malta desde allí. De repente encontramos un low cost a un precio increíble.
Así fue como a la mañana siguiente desayuné en Siena y llegué a Pisa cerca del mediodía. Es una constante: las ciudades toscanas nunca defraudan, siempre elegantes y sibaritas.
Al atardecer tomé el avión. Después de un vuelo corto, llegué a Malta y una hora más tarde comía una pizza en un lugar encantador muy cerca de mi hotel. El vino era de Delicata, una de las mejores bodegas de allí.
Definitivamente Sliema es el lugar donde parar. A mano de todo, con una costanera espléndida para caminar, correr, sentarse a charlar o tomar café y leer el diario.
El paseo hasta St. Julians y St. Paul Bay es obligado, más si es domingo a la mañana y el sol brilla por todos lados.
En un auto, recorrés la isla en un día...pero si te subís en esos buses vintage, ves todo a otra escala, con otros ojos, en otro tiempo.
En un rato pasás de Golden Bay, una playa alucinante donde nos quedamos horas viendo a un kite surfer, a Dingli, lugar de olas y acantilados pegada a Qrendi, un lugar arqueológico para conocer.
Valetta es la actual capital: antigua y comercial, con un puerto pintoresco que da gusto visitar. La Catedral de St. John es realmente imperdible y un café frente a la Biblioteca Nacional, todo un clásico.
Malta es un país muy joven, nació en 1964. El idioma oficial es el inglés porque fue colonia británica durante mucho tiempo. Todos hablan maltés, un buen inglés y el italiano es bastante popular: como Sicilia está cerca, miran la TV italiana.
Mdina es la antigua capital: silenciosa y sacra, no pueden entrar autos allí. La calma es total, parece un gran convento. Para no perderse: el monasterio de las carmelitas con concierto del mediodía y almuerzo incluidos.
Gozo y Comino son dos islas paradisíacas. Agendé volver en verano para descubrirlas con todo.
La escapada de un fin de semana se convirtió en una estadía de 10 días.La gente cordial y relajada, el tiempo fresco y soleado, esa calma que se encuentra sólo en las islas nos acompañó siempre.
Maxlokk y sus pescadores, Marsaskala con sus piletones naturales, Buskett y sus jardines y tanto más, sé que estarán esperando mi regreso.
El destino, en Malta, es inesperado.
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