
Después de interrogarme por mi cara de "traste" y hacerle una escuetísima explicación de lo sucedido con El Chico (con tan poca información que no le diese argumentos para opinar), partimos a ver lo que yo fantaseaba iba a ser mi nueva casa.
Cuando mi madre entró a recorrer el departamento el miércoles a la tarde sonreía amablemente a la señorita de la inmobiliaria y pasaba un dedito por cuanta superficie disponible encontrase.
-Lo acaban de terminar, mamá. Es obvio que va a estar lleno de polvo...
Entonces interrumpía el dedito y optaba por dar golpecitos en todas las paredes. Toc toc por acá, toc toc por allá y más sonrisas para la vendedora.
En cuanto agarramos la puerta de salida arremetió con munición gruesa.
-Ah, no Sofía. ¿Vos viste esa calidad de "morondanga" en las terminaciones?
Mi madre usa palabras como "morondanga" y expresiones como "me caigo y me levanto" en reemplazo de las apropiadas malas palabras. Será en reacción a eso que salí tan mal hablada.
Madre sigue con su discurso lapidario.
-Durlock, Sofía, todo dur-lock. No vas a pagar esa fortuna por un departamento hecho de durlock. ¿Por qué no compramos uno de rasti también?
Reparemos en el compraMOS.
-Ahora todo está hecho de durlock mamá. ¿Qué querés que compre, un departamento francés en La Recoleta? Es lo que hay y es la plata que sale.
Boicot. Se ve que esa no tenía que ser mi nueva casa.
Nota mental: cuando te ahorrás el préstamo del banco y los imposibles intereses que te cobran, tenés que lidiar con otros cosas. Con mi madre, por ejemplo.
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