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Mar del Plata bajo la lluvia




Como conté el viernes, ese mismo día a la noche salí para Mar del Plata. Llegamos a eso de las 2am y cenamos en el departamento en el que está viviendo Juana. El pronóstico era algo desalentador: al parecer iba a llover los dos días del fin de semana.
Eso nos importó poco y al día siguiente nos bañamos en protector solar y fuimos a la playa. Después de algunas horas se largó a llover y emprendimos la vuelta. Entre la lluvia y el tránsito Juana se comió un pozo en una de las calles principales (no me ubico mucho en Mar del Plata) y pinchó una rueda. De más está decir que somos tres inútiles y ninguna tenía idea cómo empezar a arreglar esta situación. El auto de Juana es uno que le dan para trabajar allá solo por el verano. Por suerte trabaja con otros tres chicos muy buena onda que no dudaron en venir a socorrernos.
Nunca perdimos el buen humor ni dejamos de hacer chistes. Fue tal la buena onda que cuando los chicos terminaron de cambiar la ¿rueda? ¿llanta? (no tengo auto, no tengo idea de estas cosas) compré unos bizcochitos y nos quedamos todos bajo un techo comiendo y tomando mate hasta que paró un poco de llover.
Con la rueda cambiada y sin ninguna gomería abierta a la vista para arreglar la otra, salimos en taxi a comer a un bar medio irlandés de tapas (extraña combinación) y probamos varias¬ ¬–bastantes– cervezas que no conocíamos. Estábamos muy alegres y decidimos ir a bailar a un boliche. Ustedes saben que no soy muy fanática del reggaetón, pero creo que a varias personas les pasa lo mismo y los Djs ya encontraron la solución: Agarponis. Es una ¿banda? que hace versiones de cumbia de canciones conocidas como "Persiana americana" de Soda Stereo. En otro contexto diría que quizás arruinan un poco canciones originales, pero para el boliche funciona bastante bien.
Casi con el sol naciente nos dormimos hasta el medio día y el domingo amaneció soleado. "¡Al fin!", dijimos. Fuimos a comer a uno de los pocos paradores abiertos de las playas del sur.
De un momento a otro el día pasó de estar así, a nublarse completamente. Cuando se largó a llover empezamos a correr al auto pero tuvimos que refugiarnos y usurpar una carpa vacía. En la playa por suerte no llegó a granizar pero el centro quedó repleto de piedras. Estuvimos en esa carpa como media hora cantando como unas desquiciadas y grabando videos. Material clasificado, obviamente.
El micro salió a la tarde y llegué a mi casa justo para ver los Oscar más importantes. En todo el viaje no dejé de pensar lo bien que la pasé. Nos pasó de todo, sí, y no tuvimos ni tres horas seguidas de sol, okey, pero no nos importó.
Empecé a pensar por qué dejé de hacer estas cosas. Hacía años que no me iba un fin de semana con amigas a algún lado. Lara y Juana, además, son las mejores compañeras de viaje. Nunca habíamos compartido tres días juntas y no hubo ni un roce ni una discusión.
No gasté mucha más plata de la que hubiese gastado acá saliendo y comiendo. A veces el costo del el pasaje es lo que tira para atrás en este tipo de planes medio espontáneos y prácticamente efímeros (dos noches), pero los recomiendo mucho. Descansé, salí, me divertí y no me hizo falta nada. Convivir con amigas, después de dormir sola unos meses, estuvo buenísimo.
Sé que estas son amigas todo terreno. Creo que ya no me queda nada que no pueda hacer con ellas. ¿Ustedes tienen amigas así? A mí siempre me cuesta encontrar gente con la que pueda hablar de todo y que siempre haya buena onda para cualquier plan.
Con esta contractura por dormirme ultra torcida en el micro empiezo la semana.
Buen lunes para todas.
Tina
tinavivesola@gmail.com
Acá, la versión original de "Persiana americana", que es cien veces mejor que cualquiera.

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por Redacción OHLALÁ!


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