

MAR DEL SUR.- O lo aman o lo odian. El orgullo de este pueblo no admite medias tintas. Tal vez porque nació con sueños de grandeza esperando un tren que nunca llegaría o porque su destino fue convertirse en refugio de personajes que buscan la soledad de sus playas, la cercanía del campo con montes y sembrados, y la presencia de paisanos que aún llegan cada domingo al pueblo, para tomar una cerveza.
Es que Mar del Sur es campo y playa por igual. Respeta la tradición de las guitarreadas, los asados y el fogón, y cada verano se hacen grandes cabalgatas en las que participan pobladores y turistas. La estancia La Eufemia es a menudo el destino de estas procesiones de caballos y carruajes, a veces con la imagen de la Virgen y la bandera argentina precediendo la marcha. Esos días continúan con comidas criollas, pruebas de destreza y hasta algún partido de pato al que se animan los más jóvenes.
Si bien está a unos cuantos kilómetros del pueblo, esta finca está muy ligada a Mar del Sur desde su origen. Las tierras eran de la niña Eufemia Otamendi (una de las familias fundadoras), que las donó cuando se hizo religiosa. Allí se crearon entonces un convento y un casco de producción agropecuaria.
El tren que no llegó
Cuentan que a fines del siglo XIX, no muy lejos de aquí, camino a Centinela del Mar, había una reserva aborigen. En tiempos en que la Pampa se debatía entre esa realidad y las modas que llegaban de Europa, la zona fue elegida para un emprendimiento que hoy parece desmesurado, pero que en su momento significó la apoteosis del lujo y el entretenimiento: el hotel Boulevard Atlántico. Verlo hoy, en pleno centro de Mar del Sur y bastante deteriorado por los años, obliga a preguntarse qué pasó, por qué no se cumplió el sueño de grandeza de esta playa que quiso ser más que Mar del Plata.
En 1883, Carlos M. Schweitzer, presidente del Banco Constructor de La Plata, creó una comisión de técnicos alemanes para estudiar el proyecto de un gran balneario provincial con la promesa de que el Ferrocarril del Sur llegaría hasta estas amplias y despojadas playas. El tren nunca apareció y, entre la crisis de 1890 y el impulso de Mar del Plata como el gran balneario bonaerense, el hotel quedó solitario.
Pueblo de casas bajas, Mar del Sur sólo tiene un hotel misterioso, una hostería frente al mar, algunos hoteles más nuevos, pocos restaurantes y un solo pub. En la década del 70 contó con hasta cinco discotecas y era el lugar buscado por los jóvenes de Miramar que desafiaban cada noche su camino de tierra. Hoy hay asfalto, pero no hay discos, sino fiestas que surgen improvisadamente y, por supuesto, fogones en la playa.
Muchos dejan de ir a Mar del Sur cuando se les pasa la adolescencia y vuelven años después, casados y con hijos. La historia recomienza y todos se sienten propietarios de este pueblo único, odiado y amado. Romántico y salvaje, como esos vientos del sur que a veces vuelan hasta el pensamiento.
Hotel Boulevard Atlántico
Durante años recibió pasajeros que llegaban por caminos de tierra desde el tren que los dejaba en Miramar. El edificio contaba con una usina propia y algunos recuerdan que la presencia de esa mole iluminada era casi fantasmal en la inmensidad del campo.
El hotel Boulevard Atlántico, de cien habitaciones, es similar al Bristol de Mar del Plata y al Edén de La Falda, con sus grandes salones de juegos y de baile, su lujoso comedor con mozosw de uniforme y cocina internacional, arañas encendidas, metales relucientes y molduras europeas. Historias y leyendas se confunden en los pasillos de este hotel que sigue abierto aunque hoy son otros los huéspedes, en general familias numerosas que acuerdan con el propietario un veraneo económico.
Datos útiles
Cómo llegar
En auto, por la ruta 2 hasta Mar del Plata, luego la 11 hasta Mar del Sur (17 kilómetros pasando Miramar). En ómnibus, hasta Miramar y luego colectivo local o directo, Plusmar, frecuencia semanal.
Gastronomía
Makashka, con especialidad en comidas croatas, es tan conocido que lo visitan también desde Miramar y Mar del Plata. Otros restaurantes concurridos son Candilejas, JR, El Chino y la Pizzería Pelus. En cuanto a hoteles, las opciones son La Hostería, La Posada de Nico, Alé Ale y Boulevard Atlántico.
Javier Martínez Zuviría
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