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Más allá de Puerto Vallarta

La extensa costa de la Riviera Nayarit era considerada sólo un paseo para los visitantes de una ciudad tradicional como Puerto Vallarta, pero se ha convertido en un destino en sí mismo, con pueblos sorprendentes y propuestas muy variadas




NUEVO VALLARTA.- Apenas piso la arena y meto los pies en el Pacífico, un muchacho con visera y lentes espejados se acerca hasta la orilla y me ofrece "un paseo muy chido" en paracaídas.
-Recién llego, tal vez mañana. ¿Cuánto cuesta?
-500 pesos. Es una vuelta de 10 a 12 minutos, dependiendo del peso del cliente. ¿Nos visita de Argentina? ¿De qué equipo? ¿El River o el Boca?
- El River.
- Uy, yo soy del Necaxa, siempre estamos con eso del descenso también...
El muchacho deja su paracaídas extendido sobre la arena y me acompaña en la primera caminata por la costa de Nuevo Vallarta, un destino turístico construido a 20 minutos de Puerto Vallarta. Me pregunta vida y obra en pocos segundos (nombre, estado civil, profesión, comida mexicana preferida) hasta notar que el parascending -la vuelta en parapente amarrado de una lancha- no es de mi interés. Entonces me deja en manos de una mujer que toma la posta y me acompaña con un carrito cargado con caramelos de colores. "Tengo candies picantes, si gusta." Los pruebo; pican en serio.
Los vendedores se alejan y quedo solo frente al mar, de espaldas a un hotel inmenso de cuatro torres que rodean una piscina. A unos 200 metros hay un hotel parecido, y más allá otro, y otro... Los cinco kilómetros de costa de Nuevo Vallarta cuentan con una veintena de complejos de grandes dimensiones. Sin hosterías ni bed & breakfast , la propuesta es alojamiento de lujo con acceso directo a la playa.
La inclusión de Vallarta en el nombre de la localidad sirvió para promocionarla, por la similitud y cercanía con el destino tradicional de la región. Pero hoy confunde un poco a los visitantes, ya que son lugares bien distintos.
Puerto Vallarta ofrece mercados, restaurantes, bares, hospedaje diverso y movida nocturna. Nuevo Vallarta es básicamente una zona hotelera, también con restaurantes, pero sin un centro ni calles por recorrer. La clave está en su playa, mucho más linda.
Ni siquiera se ubican en el mismo estado: Puerto Vallarta está en Jalisco; Nuevo Vallarta, en Nayarit, al sur de una riviera que busca despegarse como destino en sí mismo y tiene atractivos de sobra para lograrlo.
Un clásico con origen reptil
El auge de Puerto Vallarta comenzó en 1963, cuando se filmaba La noche de la iguana , de John Huston. La película no despertaba tanto interés por su argumento como por la presencia de Elizabeth Taylor, quien viajó hasta aquí tras los pasos del protagonista, Richard Burton. El amorío atrajo a los paparazzi, que le dieron difusión involuntaria al lugar. La explosión turística definitiva fue a mediados de los 70, con la construcción de torres hoteleras de cadenas internacionales.
Para los viajeros anteriores, que llegaban mayormente por negocios, se había construido en 1948 el hotel Rosita, que aún funciona. Está en uno de los extremos del malecón, paseo por excelencia de la ciudad, que ofrece caminar junto al mar entre estatuas de tres tipos: las vivientes, las de arena y las sorprendentes esculturas de artistas como Alejandro Colunga y Sergio Bustamante.
El primero realizó la Rotonda del mar , una serie de ocho sillas de bronce que parece inspirada en Futurama , con personajes marinos y tentáculos que te atrapan. Bustamante creó En busca de la razón , la escultura más fotografiada, con niños subiendo por una escalera intrigante hacia el cielo azul de la bahía, una de las más profundas del continente.
En vivo hay artistas como Andrés Márquez, de 17 años. Tiene a su lado un sombrero para juntar dinero de los turitas mientras se ocupa de mantener en pie sus tres estatuas de arena, rociándolas con agua. Su obra más chica le llevó nueve días; la más grande -un jinete apocalíptico sobre un caballo-, seis semanas.
Un puente sobre el río Cuale da ingreso a la zona romántica, también conocida como barrio gay . Tiene más de cien restaurantes, muchos sobre la costa, con mesas en la arena que ocupan prácticamente toda la playa. En el paseo hay puestos de pescado y camarones en brochette, que les dicen embarazados por presentarse, justamente, en vara y asados.
La playa Los Muertos es la más concurrida. Hay versiones distintas respecto de su nombre, como historias de piratas que lucharon a muerte por un botín. Pero la más aceptada es que fue un cementerio, ya que encontraron restos humanos cuando construyeron bares y hoteles.
Bohemia extranjera
Cuentan que los niños de San Francisco (o San Pancho, para los amigos) ni sabían dar vueltas carnero hasta que los preparó uno de los habitués del pueblo: Gilles Ste-Croix. El fundador del Cirque du Soleil vive aquí gran parte del año y, junto con algunos colegas que invitó, dictaron talleres de circo en el centro comunitario Entre Amigos. Fue en marzo de 2011; luego de dos semanas, los niños dieron un espectáculo que nadie olvidará.
San Pancho es considerada la capital cultural de la Riviera Nayarit, una región con pueblos costeros muy diferentes entre sí. Este balneario combina una cotidianidad tranquila, bohemia y sofisticada. Viven aquí, o pasan algunos meses al año, más de un centenar de Baby Boomers, como suelen llamar a los adultos mayores -en especial de Estados Unidos y Canadá-, que nacieron durante la explosión de natalidad ( baby boom ) tras la Segunda Guerra Mundial y hoy disfrutan de su retiro en playas como las de México.
El lugar convoca a un turismo "positivo y no destructivo", según define Nicole Swedlow, directora de Entre Amigos. Este centro comunitario se formó hace seis años, con talleres que los mismos habitantes ofrecen a sus vecinos: artesanía, agricultura, idiomas, reciclaje... "Lo planteamos como una respuesta al turismo que se venía. El lugar se convirtió en un puente, ya que la mayoría de los nativos no estaba preparada, y así también lo pueden aprovechar", agrega la mujer californiana, que lidera un equipo de 28 personas.
El pueblo, originalmente de pescadores, fue conejillo de Indias en 1971, cuando el presidente Luis Echeverría lanzó un programa modelo para el progreso de cuatro villas mexicanas. San Francisco estuvo entre las elegidas y, en pocos meses, se construyeron casas y un hospital, que aún funciona. El programa incluyó pequeñas empresas sociales, como una empacadora de frutas, y una universidad especializada en pesca. Lo abortaron pocos meses más tarde y sus habitantes volvieron a la pesca artesanal de dorados y huachinangos. Pero quedan de entonces algunos predios y el nombre de la única calle: Av. Tercer Mundo.
Con tablas, sin guardaespaldas
En cinco minutos llegamos de las casi desoladas playas de San Pancho a las multitudinarias arenas de Sayulita, también en la bahía de las Banderas, dentro de la Riviera Nayarit. Un grupo de veinteañeros juega al fútbol americano en la orilla y cientos de surfistas se montan en olas extensas, de unos dos metros de altura. El marco se completa con casas privadas y hosterías que se dejan ver entre el verde de las sierras.
En Sayulita hay por los menos diez escuelas de surf. Por eso la mayoría se ubica con sus tablas del lado izquierdo de la costa, reservado para los principiantes. Entre los más avanzados, muchos utilizan remos, en una modalidad de moda llamada stand-up paddle (o pala-surf).
El pueblo, de unos 2000 habitantes, recibe visitantes jóvenes y también familias. Tiene movimiento nocturno y muchas galerías de arte.
A 15 minutos en auto está Punta Mita, la zona más exclusiva de la riviera. En un punto privilegiado está, por ejemplo, el Four Seasons, que se jacta de tener la suite presidencial más cara de México: cuesta 21.000 dólares la noche. También, ofrecen jugar en un campo de golf con uno de sus hoyos (el 3B) en una pequeña isla. La pelota debe cruzar volando.
La gerente de RR.PP. del hotel, Claudia Silva, cuenta que muchos clientes llegan con guardaespaldas, especialmente los estadounidenses que no quieren creer que es una de las regiones más tranquilas del país. Pero al sector de piscinas, por ejemplo, no los dejan entrar con escoltas, a menos que ellos también puedan disfrutar del agua.
El sur de Riviera Nayarit incluye poblados aún más sencillos, como Bucerías, donde el Puente del Beso parece separar al turismo local del extranjero. De un lado hay cantinas y palapas y del otro, hoteles importantes y vendedores de sombreros, vestidos y paseos.
Otro muchacho ofrece allí, en inglés, la vuelta en paracaídas. El cielo despejado invita ahora a ver la bahía desde arriba.

Sabores de una región

"Busco mostrar qué hay detrás de una nación, de un municipio, de un pueblo." Así le explica la chef Patricia Quintana a La Nacion el sentido de sus circuitos gastronómicos que empezó hace 4 años y ya tiene próximo destino: Nayarit. Son viajes de dos semanas para incursionar en la comida tradicional, dirigidos a chef, estudiantes y amantes de la cocina en general. "Muchas veces se olvida de que el ingrediente viene de la tierra. Lo ves en el mercado, pero no conoces el trasfondo de la gente que cultiva. Esos cultivos son la esencia de una salsa, los moles, las tortillas, el tamal", detalla la propietaria del restaurante Izote, en Ciudad de México, y una celebridad en el país. Hasta ahora, su recorrido por los pueblos ha llevado el título de Aromas y Sabores, pero cambiará la próxima edición, que comenzará en octubre en una cabalgata "para recorrer la costa, montaña y el centro con sus cultivos, la expresión de los huicholes y también sus sueños. La cocina de Nayarit tiene similitudes con la peruana, por los cebiches, o aguachiles. Veremos cómo se prepara el pescado, también sus guisos de la tierra, los quesos de la sierra y las salsas como la huichol, muy distintiva. Iremos de a caballo para visitar las haciendas, que ahora son en muchos casos hoteles boutique". Más, en www.aromasysaboresdemexico.com

De la charrería al polo

El partido empieza 3 a 0 porque el equipo Maxwell Tucané tiene tres goles de handicap. Del otro lado están los jugadores del Hard Rock Hotel. "¡Que hagan muchos goles", se exalta el relator oficial, en castellano y luego en inglés. El polo no es una costumbre muy mexicana, pero en esta zona tiene seguidores y su propio club: La Patrona. Porque la región sí es tradicionalmente ecuestre, donde la charrería es parte de la cultura y el gremio de los burreros tuvo mucha influencia, al menos cuando los materiales se cargaban en mula por las sierras.
Muchos recuerdan aún los partidos de polo en la playa, a lomo de burro, hace 30 o 40 años. "No se jugaba con tacos, sino con escobas. Solíamos desafiar a los extranjeros y a los marineros que se hacían tiempo para jugar", cuenta Adrián González, guía de cabalgatas hasta que la diversificación del turismo lo llevó a cambiar los caballos por una camioneta. "Fue por la crisis global de 2008. Afectó mucho a la zona, pero nos estamos recuperando. El problema es que cuando Estados Unidos tiene catarro, México estornuda. Por eso es necesario que vengan turistas de otros lugares", comenta Adrián, al final del partido en La Patrona. Es un juego amateur, cuyo gran protagonista tiene apenas 4 goles de handicap; verlo es casi una excusa para disfrutar de unos tragos al atardecer.

En una semana, de Norte a Sur

Un recorrido posible por la Riviera Nayarit es pasar tres días en San Blas, uno para conocer la isla de Mexcaltitán, donde todo parece hacerse con camarón: tacos, tortillas, tamales... En San Blas se pueden visitar los manglares del parque La Tovara, beber unas cervecitas en la plaza y probar la comida de Betty Vazquez en el hotel Garza Canela. Con más tiempo, vale la pena llegar hasta la playa Novilleros.
Hacia el sur se disfrutan de las costas de la bahía de Mantanchén y de la piscina natural más grande de la región, en Rincón de Guayabitos, ideal para ver el atardecer y, en noviembre, las ballenas.
En el sur, las opciones para hospedarse son muy diferentes en San Pancho, Sayulita, Punta Mita y Nuevo Vallarta. Incluso en Bucerías, más pueblerino. Desde cualquiera de estos lugares se puede visitar las playas en auto y también lancha, que salen desde marinas como la de Cruz de Huanacaxtle.

MAS DATOS

Cómo llegar
De Buenos Aires a Puerto Vallarta, con una sola escala, hay pasajes desde US$ 1932. El aeropuerto internacional está a 10 minutos de Puerto Vallarta y a 10 de Nuevo Vallarta, hacia el otro lado. Desde este último se empieza a recorrer la Riviera Nayarit desde el sur. Para ir al norte del estado por vía aérea se puede volar de Ciudad de México a Tepic, aunque hay menos afluencia. De allí hacia el sur se toma la carretera 200 Tepic-Vallarta, que une los pueblos costeros.
Mas información
Moneda: 10 pesos mexicanos equivalen a unos 3,3 argentinos.
Clima: en mayo y junio la temperatura promedio es de 31°C. El resto del año, de 27°C. De julio a septiembre es época de lluvias.
QUE COMPRAR
El arte ancestral de la talavera está expresado en platos, vasijas y utensillos que se pueden adquirir en muchos puestos de suvenires. Un local con muy buenos exponentes es el de Agustín Vega, en Isla Cuale, una feria en el centro de la ciudad. Su número de local es el 23-4.
DONDE BEBER
El mojito Vallarta es la especialidad de El Kiosco, uno los bares más agradables del malecón de Puero Vallarta.
Se ubica dentro de una galería, en una especie de glorieta, y es atendido por Marisol y Carlos Rodríguez. El secreto de su trago más pedido es el agua de coco y su yerba buena. El vaso grande cuesta 120 pesos, y el chico, 50.

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por Redacción OHLALÁ!


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