•

Mesario

1 de septiembre de 2008 • 10:42

Mirti tiene un novio hace unos meses. La llama al celular como treinta veces por día. Le dije ya que no hay problema con que la llame al teléfono de casa, pero siempre responde murmurando algo in entendible y se va.

Germán, creo que se llama, y es más chico que ella.

El otro día fue el cumplemés y Mirti me pidió el sábado a la mañana (a ver si queda claro, en lo que va del año, debe haber trabajado, como mucho y siendo generosísima, cinco o seis sábados a la mañana). Me lo pidió para ir a comprarse ropa.

Siempre va a once y consigue cosas espectaculares (porque además de todo, Mirti tiene re buen gusto.), pero ésta vez volvió apesadumbrada con los precios y con la pesca escasa.

"OK- le dije- vamos a mi vestidor, Mirta."

Le dije que me tuviera a Lucas y empecé a revolver en el desastre.

Me dijo que no quería muy arreglado pero tampoco "en vaquero", así que elegimos tres o cuatro equipetes que nos parecieron dignos y apropiados.

Se metió en su cuarto y no salió como hasta las siete de la tarde, con el pelo planchado, maquillada como una puerta y en pijama.

Nicolás la vio entrar a la cocina y tosió.

Me miró a mí y cabeceó tipo "ahora sí enloqueció, no?"

Apreté los dientes

"va a salir, nabo, no ves que está en el medio de la production?"

Mirti ni dijo una palabra. Abrió la heladera, sacó cosas, fue a la mesada (nosotros, Lucas y Luján incluidos, la seguíamos con la mirada) y se puso a cocinar a la velocidad de la luz.

Media hora después, teníamos una olla en el fuego con lo que prometía ser el mejor arroz con pollo de tu vida.

"Con ropa no te puedo devolver el favor, Señora, pero te cociné el sábado a la noche!"

Qué genial todo.

No me digan que no.

¡Compartilo!