

D.F., México.- El D.F. es redundante como el escote de una teibolera. Así les llaman acá a las chicas que bailan sobre las mesas de los cabarets. Imagino la comparación desde el segundo piso del Turibus, un ómnibus panorámico y audioguiado que recorre los puntos turísticos de la ciudad. El molde quedó chico y el contenido se desparrama en aires impuros (en esto las teiboleras no tienen nada que ver), a 2200 metros de altura.
En el D.F. viven unos 10 millones de personas y en las ciudades satélite, doce más. Total: 22 millones y una de las cuatro ciudades más pobladas del mundo. A veces da la sensación que los 22 millones salieron todos juntos. Especialmente después de quedar atascada en una autopista (en el D.F. hay 8 millones de autos) a la vuelta de un paseo a Txochimilco. Era un viernes de quincena y demoré cuatro horas en hacer treinta kilómetros. ¿Se habrá inspirado en ésta Cortázar para escribir Autopista del Sur ?
Día de pago, tarde de fiesta
Los viernes de quincena (día de pago, tarde de fiesta) es mejor quedarse en casa. "Es el peor día, pero igual siempre hay atascamientos. Al principio me enfermaba, ahora el taxi es mi oficina. Uso la notebook, trabajo con el celular...", me dice Diego Paolasini, un argentino -de los más de cien mil que viven acá-, mientras comemos de una bolsa un surtido de frutas tropicales (mango, papaya, sandía, jícama) a la salida del Museo de Antropología.
Paolasini llegó hace cuatro años. Al principio no comía en la calle, le daba asco. Hoy se acostumbró a los tianguis o mercados itinerantes, y disfruta de las enchiladas con arroz y frijoles refritos, el pollo con mole y los tacos pastor.
En el Turibus uno lleva puesto el traje de turista. Sin embargo, hay que reconocer que sirve para entender las dimensiones del D.F. Además, es barato (menos de 10 dólares), tiene un segundo piso al aire libre que permite una perspectiva de altura y se puede subir y bajar en las distintas paradas todas las veces que quiera durante un día. El circuito es a prueba de los que a la vuelta preguntan: ¿fuiste a...?
Ahora, el ómnibus va hacia el Zócalo por la calle Madero, de adoquines y tan angosta que apenas cabe. Octavio Paz, Frida Kalho, Trotsky, Cantinflas, el Chavo, seguro que pasaron por aquí, aunque probablemente no en Turibus.
Si estiro la mano toco los mosaicos azules de la Casa de los Azulejos, donde funcionó la primera fuente de soda de la ciudad, de los hermanos Sanborns. En la actualidad hay una sucursal de Sanborns, gran cadena de tiendas, que vende de todo y cierra tarde. Ya no es de los Sanborns. El dueño es Carlos Slim, el hombre más rico de México. Tanto que cuando el ómnibus pasa por la Bolsa de Valores, un turista venezolano comenta: "Es la Bolsa de Slim".
Polanco, un barrio fresa
El Zócalo es un cuadrado inmenso, un pañuelo blanco en el caos de gente y autos. También, un punto de encuentro en época de festivales o manifestaciones. El domingo último más de un millón de personas alegó el triunfo del derrotado López Obrador en las últimas elecciones.
Los chilangos (nativos del D.F.) son de manifestarse y cortar el tránsito. Una costumbre muy latinoamericana. Como el contraste rico-pobre, que en el defectuoso , como le dicen algunos, también es redundante. Y tiene consecuencias. Las ciudades perdidas (villas) crecen casi tanto como el tamaño de las mansiones de Santa Fe, uno de los barrios más fresa (paquete) en la carretera hacia Toluca. Los que viven aquí no salen sin su corbata ni su guarura o guardaespaldas, para atenuar el miedo a los secuestros exprés, que circulan tanto como el chile. Algunos, incluso, usan ropa blindada.
En medio del Zócalo hay una bandera mexicana más grande que diez sábanas King Size (se iza cada día, a las 6). El nombre oficial de esta plaza es de la Constitución, pero nadie lo usa. La anécdota: en los años 40, el presidente Antonio López de Santa Anna propuso que se construyera una columna para conmemorar la independencia. Su idea no pasó del zócalo o base, que quedó en la plaza el tiempo suficiente para recordarlo.
Frente al Zócalo están la catedral y el Palacio Nacional, donde Diego Rivera pintó su visión de la historia de México, y donde trabajará el próximo presidente Felipe Calderón, después de las elecciones más peleadas y el triunfo más cuestionado que haya conocido el país (todavía se reclama el recuento de votos).
A las 15 se nubla y a las 16 llueve, me había dicho una amiga antes de partir. Y tal cual su pronóstico, a las 15 en punto se esconde el sol. Parece que la polución sponsorea el fenómeno. A las 16 caen unas gotas. Todos los días, de mayo a septiembre. Según dicen, cosa de Tláloc, dios de la lluvia.
El Angel de la Independencia, una victoria alada sobre una columna de 36 metros, recorta su brillo de oro sobre la luz tormentosa, en el Paseo de la Reforma. El Angel -en reparación hasta diciembre- es un símbolo del D.F., junto con los monumentos a Diana la Cazadora y Cuauhtémoc, el último emperador de Tenochtitlán. El Paseo de la Reforma es un bulevar que comunica el Palacio Nacional y el Castillo de Chapultepec.
El Turibus no llega a Santa Fe, pero pasa por otro barrio pirulis o fresa: Polanco, con árboles, residencias y la Av. Masaryk, con tiendas Louis Vuitton, Fendi y más. En esta zona tienen sede las embajadas y viven los extranjeros.
El mercado mexicano es tan inmenso (el país tiene 104 millones de habitantes) que en el mundo de los negocios, todos empujan para hacerse un lugar en el D.F. Las grandes multinacionales, las discográficas, las editoriales (Planeta México es la oficina más importante de la editorial después de la de Barcelona), todos quieren conquistar México. Los artistas también. Llegar a México significa haber ganado el mercado latino. A propósito, además de las estudiantinas en el colonial Café de Tacuba, los mariachis en la plaza Garibaldi y Thalía en cualquier parlante, durante los días en el D.F. suenan Miranda!, Diego Torres y... los Enanitos Verdes, que curiosamente tienen por aquí un público fiel. También se escucha Babasónicos, que tocará en septiembre, en el Auditorio Nacional. Unas semanas antes de la presentación de Les Luthiers.
El Turibus avanza y los pasajeros suben y bajan. Se ven extranjeros, pero también lo usan muchos mexicanos (el 80% del turismo del país es nacional). Como Juan Zuñiga, estudiante de Arquitectura y guía improvisado de su sobrina, de Monterrey como él, que viene por primera vez a la ciudad.
El ómnibus vuelve al Zócalo. Este paseo es circular. No termina nunca. Como el D.F.
Por Carolina Reymúndez
Enviada especial
Enviada especial
Diego, Frida y los aztecas, tres miradas
D.F., México.- En la ciudad hay más de cien museos. Por eso, nada como aceptar de entrada la pequeña frustración de que es imposible ver más de tres o cuatro. Los recomendados:
El Museo de Antropología (Paseo de la Reforma y Gandhi s/N, Chapultepec; www.mna.inah.gob.mx ) es el más importante del país y uno de los principales en el género del mundo. Si bien el domingo está lleno de gente en las calles, hay en las afueras del museo atracciones extra y a la gorra. Como los hombres emplumados que ensayan danzas aztecas, y los voladores de Papantla, hombres pájaro que como hacían los aztecas vuelan cabeza abajo desde un poste de 25 metros de altura. El museo impacta desde su arquitectura moderna. Tiene más de veinte salas y algunos objetos, como la famosa Piedra del Sol o Calendario Azteca, que hipnotizan al visitante. El museo es para ir varias veces. Como sucede con el D.F., una no es suficiente.
El Museo Casa de Frida Kalho (Londres 247, Col. del Carmen) queda en Coyoacán, zona que conservó su ambiente colonial y hoy vive de él. Cada fin de semana se llena de mexicanos y turistas, que van a las ferias, a comer, a bailar, a comprar artesanías. Muy cerca del ruido, la casa donde vivió Frida -con su familia primero y con Diego después- es un remanso azul francia. Un lugar para ver su obra potente y recordar su vida atormenda.
El Museo Dolores Olmedo (México 5843, La Noria Xochimilco; www.museodoloresolmedo.org ) queda cerca del de Frida. Será porque Diego y Frida siempre estuvieron cerca.
Dolores Olmedo (1908-2002) fue artista, hábil mujer de negocios y gran admiradora de Diego Rivera. Fue su modelo, lo protegió en sus épocas más difíciles y promovió su arte. En esta gran casona con jardines de buganvilias fucsias hay 145 obras -muchas desconocidas- del pintor, además de una sala surrealista y trágica de la genial Frida Kalho.Como llegar
Datos útiles
Un pasaje de Buenos Aires a México cuesta desde US$ 900, con tasas e impuestos incluidos.
Dónde parar
En el D.F. hay más de 26.000 habitaciones de hotel. Entre 2001 y 2006 se inauguraron 50 nuevos establecimientos. A pesar del número de camas, muchas veces la cantidad de turistas lo supera. Por eso, mejor reservar con tiempo. Para tener en cuenta: varios hoteles ofrecen la tercera noche gratis ( www.hotelesenmexico.com.mx ) y otros tienen promociones si la estada es de lunes a jueves ( www.asociaciondehoteles.com.mx ).
Café y comidas
Las opciones gastronómicas son muchas, muchísimas, en realidad. Algunas recomendables.
Café de Tacuba . Tacuba 28, entre Allende y Chile, a dos cuadras del Zócalo (metro Allende). Es el lugar perfecto para comidas típicas, a buen precio y con música en vivo (US$ 10 por persona). Si alguien cumple años escuchará Las mañanitas .
La Fonda de San Angel. Un lugar animádisimo, con botanas (tapas) inolvidables. Los sábados a medio díaestá la feria de pintura de San Angel. Condesa . La colonia o barrio más bohemio. Alguna vez vivió la condesa de Miravalle y hasta hubo un hipódromo. Hoy alberga artistas y jóvenes cool. Es arbolado, con diagonales, bares y restaurantes. En Village (Tamaulipas y Suárez), un cafecito con patio y fuente, donde se come muy bien.
Transporte
El metro es una buena opción para moverse, pero siempre está lleno de gente. Hasta los domingos. Los peseros son micros verdes y blancos que alguna vez costaron un peso. Hoy todavía baratos, pero también van repletos. En el D.F. hay 150.000 taxis, pero muchos sin autorización. Por eso conviene pedirlos en el hotel. El típico: el Volkswagen Escarabajo , que aquí le dicen vocho .
ABCDF
Es el nombre de un diccionario gráfico del Distrito Federal. Tiene 1300 páginas y más de 2000 fotografías.
Teotihuacan
El sitio arqueológico está cerca de la ciudad. Se puede llegar fácilmente en ómnibus. Entrada: US$ 5. A medio día hace mucho calor.
En internet
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