

MEXICO D.F. (El País, de Madrid).-- El tren es en México un elemento del recuerdo, propio de las fotos de revolucionarios zapatistas de noventa años atrás.
Para desplazarse por un país de dos millones de kilómetros cuadrados, el viajero debe decidir entre el avión y el autobús. Este último medio de transporte, llamado también camión en México, resulta imprescindible, ya que el avión es caro en viajes sueltos, con precios de 290 dólares por billete.
Los autobuses de primera clase son de buena calidad y el recorrido detallado aquí, más de 2500 kilómetros, costó en total unos 170 dólares. Además, desde la ventanilla se ven cactos, tierras áridas, selva tropical, costa, bosques... Hay tiempo, pues muchos de los recorridos duran más de diez horas, con paradas frecuentes. El mayor peligro es el fuerte aire acondicionado, que regala un viaje al Polo si no se dispone de ropa de abrigo.
Para organizar el viaje, lo más fácil es utilizar la red de oficinas Ticket Bus, donde se puede comprar el billete de las principales compañías del país y consultar los horarios. Las sucursales suelen estar en el centro de las ciudades.
También resulta de gran ayuda la guía Rough Guide de México, disponible en español. Los consejos de otros viajeros, en un país frecuentado por mochileros, resultan de gran ayuda para buscar alojamientos económicos.
México D.F.
En el Distrito Federal existe una buena red de subterráneos y gran cantidad de peseros, furgonetas que por dos pesos (0,15 dólar) cubren el recorrido de una línea urbana. Su paso es muy frecuente, pero por las noches no conviene subirse a ellos por motivos de seguridad (y con los taxis también debe tenerse precaución).
Un buen destino gastronómico es el restaurante El Bajío. Ofrece un menú degustación de comida local por 20 dólares.
En las cercanías de la Plaza Mayor o Zócalo es poco conocida la Secretaría de Educación Pública, que cuenta con murales de Diego Rivera en un doble patio, sin olvidar el Museo de Antropología o el Templo Mayor, lugares fundamentales para aproximarse a una ciudad desmesurada y fascinante.
Como excursiones, se recomienda visitar las pirámides de Teotihuacán, a menos de una hora de distancia, o la ciudad de Taxco, colonial y con minas de plata, a más de dos horas.
La ruta de los que se dirigen desde la capital mexicana hasta Chiapas acostumbra pasar por Oaxaca, con una posible parada en el Pacífico antes de alcanzar San Cristóbal de las Casas.
Oaxaca
Desde México D.F., en el camino de siete horas hacia Oaxaca, esta exuberante ciudad colonial y barroca, de colores pastel, ocres, rojos y azules, se contemplan al paso los volcanes Popocatepetl e Ixtlaccihuatl, que superan los 5000 metros de altura.
Una vez en esta ciudad de iglesias, mezcalerías y mercado diario donde proveerse de mole, todo orbita alrededor del Zócalo. Microcosmos de raíces españolas y zapotecas, da gusto estar sentado allí y ver cómo la vida ciudadana gira y gira.
Una de las delicias es visitar los patios restaurados del centro y pasear por calles proyectadas para la comodidad del peatón.
Los que busquen un ambiente joven pueden acudir al barato Magic Hostel, con camas en cuartos compartidos y derecho a la cocina por cuatro dólares la noche.
El siguiente trayecto, de unas nueve horas por una ruta con espesa vegetación en las márgenes, regala al final vistas de la eterna línea de la costa del Pacífico.
Mazunte
Formado únicamente por cabañas, Mazunte es un diminuto pueblo del Pacífico. El viajero puede alquilar una habitación por 10 dólares o dormir por tres en una hamaca atada en el exterior, mientras se oye el bramido del mar y donde el repelente de mosquitos es imprescindible.
Durante el día, la hora pico de la playa no reúne más de veinte personas. Si se quiere un baño desnudo en una playa desierta, la cercana Punta Cometa garantiza la experiencia, además de una puesta de sol única.
Entre los lugares más aconsejados figura el hotel de Carlos Einstein, un veterano periodista convertido en chamán y masajista. Para llegar a Mazunte se parte de Oaxaca con destino a Pochutla, pueblo del interior que dista 15 kilómetros.
En Pochutla está también el cajero más cercano, por lo que conviene llevar dinero de sobra a Mazunte. Los trayectos entre los pueblos se realizan en camionetas con la parte trasera únicamente cubierta por una lona, y cuyo precio varía entre 0,30 y 0,80 dólar, según el recorrido.
San Cristóbal de las Casas
Después de unas 12 horas de viaje desde la costa: Chiapas, un México profundo e indígena donde la herencia maya permanece. Los controles militares en las carreteras son frecuentes debido a la agitada situación política.
En San Cristóbal de las Casas --ciudad colonial de casas bajas, calles empedradas y frescos patios en los que florecen las buganvillas-- resulta interesante el mercado local.
Muy cerca, en la población de San Juan Chamula, con su iglesia de Guadalupe, se respira una atmósfera de cera, aguardiente y resina de copal.
Enmarcado por el bonito valle chiapaneco, el cerro de la ciudad ofrece vistas panorámicas de San Cristóbal.
La visita a esta zona se completa con las excepcionales ruinas mayas de Palenque, a unas cinco horas de autobús desde San Cristóbal. Un viaje durante el cual el reflejo en los cristales deja paso a la selva. Y de allí, de vuelta a la capital.
Iñigo Antolín
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