

Salvo por Vulnerables (y más que nada porque moría por el Gordo Casero) nunca me gustaron ninguna de las tiras diarias en plural (léase Campeones, Valientes etc.). Pero ahora, tengo que admitir que me enganché con Botineras. Impensable. No me interesa el fútbol, menos el día a día de ese mundo pero acá me encuentro prendida. Me conozco. Todo empieza así: un día cambiando de canal paro de casualidad y me engancha algo (pueden ser los zapatos de Isabel Macedo por ejemplo); después la agarro al día siguiente y medio que ya le agarro la trama y si no me la explica alguna amiga. Nunca es complicado.
"Esta es la mina de X pero en realidad X está enamorado de P. Ella se lo come a Y que sale con R. X y P son los buenos, todos los demás malos. X no sabe la verdad de P. Todavía".
Y más o menos así se resume cualquier trama televisiva desde Andrea Celeste, Amo y Señor hasta Botineras. Con que te armen la escena en dos o tres frases ya estás en condiciones de volverte fan.
Dejás pasar unas semanas y de seguidora pasás a adicta. Y con esta cosa que tiene el verano y la soltería terminás comiendo en una bandeja en la cama a cualquier hora de la noche y tomando Coca Zero del pico. Para cuando te avivaste, estás tan compenetrada que te llaman por teléfono y contestás:
Bancame que te llamo en el corte.
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