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Micro machines

28 de abril de 2011 • 09:40

Últimamente no veo casi nada de tele. Bueno, salvo algunas series que me pueden (ahora la tengo con La Ley y el Orden UVE, y The Good Wife, además de las clásicas House y Friends, claro), pero canales de aire creo que hace meses que no pongo.

Tampoco entro a los blogs esos de actualidad y celebridades. Nunca entré. Soy la persona menos cholula del mundo y me hace mal al cerebro toda la porquería esa de bailando por un sueño y los personajes de dudosísima procedencia que de allí surgieron.

Ahora, en el consultorio hace días que no se habla de otra cosa que de Juana Viale.

Por lo que sé, la teoría más fuerte dice que engañó a su marido (novio, cónyuge, lo que sea) por "despecho". Como que descubrió que el tipo había estado con una mujer y bueno, ñácate Lousteau.

Pienso en mí. En cuando Nicolás estuvo con la imprentera, si yo hubiera estado embarazada, me habría parecido mil veces peor, lo habría sentido como una triple traición.

Nunca fui de "pagar con la misma moneda", no me parece bien transformarse en lo mismo que uno repudia. Pero son estilos.

Digo, no lo haría, no sentiría que está justificado. El error ajeno no me concede permisos, pero la entiendo. Encima embarazada, qué golpe bajo ese tipo. Es como cuando los hombre se ponen idiotas mientras la mujer está puérpera. ¿Qué clase de inmadurez es esa? ¿Qué pasa que no podés soportar que tu mujer esté transitando una parte especial de su vida? ¿Qué pasa que no te lo podés imaginar?

Nicolás, en mis puerperios tuvo algún momento de estupidez. Si no se ponía celoso porque yo lo dejaba de lado, le daba bronca que yo no quisiera tener sexo. Si no eran ninguna de esas cosas, se organizaba tres mil actividades extra-laborales por lo que me dejaba en banda con el recién nacido (y sus pequeñísimos hermanos).

A estos hombrecitos les digo: ¿Qué les pasa? ¿Qué quieren?

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