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Mitología y leyendas en la tierra de Afrodita

Ruinas antiguas, templos medievales y costumbres ancestrales atrapan los sentidos del visitante en esta isla del Mediterráneo




NICOSIA, Chipre.- Nació cerca de una roca, en el mar, rodeada de un blanco y fulgurante cúmulo de espuma. La muñeca rubia de cuerpo de marfil y belleza singular era fruto de la unión del cielo y el mar. Enseguida se instaló en esta tierra, a la que contagió su encanto y convirtió en su reino y escondite más preciado, lejos del Olimpo y el poder de Zeus.
Esta muñeca que emergió de las profundidades era Afrodita, la diosa del amor y la belleza de la mitología griega, la que colmó los poemas homéricos con sus aventuras pasionales con dioses y humanos. Este fue su hogar y su gente le rindió culto y adoración por muchos siglos, incluso en tiempos de la evangelización cristiana por parte de los apóstoles San Pablo y San Bernabé -este último considerado el fundador de la Iglesia cristiana de Chipre-, cuando se seguía venerando a la diosa más preciada.
Chipre es tierra de contrastes, de dicotomías que conviven en armonía o que se excluyen y rechazan hasta el desgarro. Donde el suave ir y venir de las olas del mar azul pronto se olvida cuando los sinuosos caminos de montaña esquivan los precipicios en busca de la cima. En un abrir y cerrar de ojos, el paisaje es otro.
La arena se convierte en la áspera y grisácea piedra caliza que envuelve todo, para dejarle la posta, más allá de los mil metros de altura, a la piedra volcánica. La vida de playa se mezcla con la nieve de la montaña, que la incipiente primavera se encargará de derretir.
La historia de la isla, producto de las muchas conquistas, se funde en un cóctel de leyendas ancestrales. Religión ortodoxa y mitología griega, aunque incompatibles se unen en la cotidianidad de pueblitos perdidos en el tiempo y ciudades modernas y funcionales.
Es tierra que mutó de un pasado multicultural a un presente signado por una línea real que divide la isla en forma transversal, separando, desde hace 25 años, a los grecochipriotas de los turcos y turcochipriotas.
Es tierra colmada de iglesias y monasterios de diferentes épocas y con las formas más variadas, que reflejan la gran religiosidad del pueblo. Y, sobre todo, una profunda devoción hacia la Virgen María. No hay autos, casas o comercios que no tengan en algún lugar una estampita de la madre de Jesús. Agia (santa) y agios (san) son palabras que se oirán permanentemente. La mayoría de las iglesias y una gran cantidad de pueblos llevan nombres de santos.
La vida tranquila entre gente amable y hospitalaria transcurre entre los ecos de la música griega y toneladas de naranjas que acompañan todas las comidas.
Esta región árida, de viento seco, de polvo, de caminos que se abren paso entre almendros, cítricos, olivos y vides, que crecen con esfuerzo y dedicación, tiene un encanto especial. Fue codiciada por las grandes civilizaciones antiguas, modernas y contemporáneas, quizá por su ubicación estratégica, rodeada por tres continentes, en el extremo oriental del Mediterráneo.

La ciudad amurallada

Nicosia, la capital sin puerto, situada en medio de la isla, hace equilibrio entre la vida moderna de la ciudad nueva y la fisonomía particular de la vieja, rodeada por una muralla del siglo XVI. Fue construida en tiempos de la República Veneciana con la idea de prevenirse contra posibles revueltas de los chipriotas, pero los enemigos estaban afuera. En 1570, los turcos se apoderaron de la isla; a partir de esta conquista se conformó la población turcochipriota.
Las tres puertas de entrada en la parte vieja, a través del gran murallón, atraen más que cualquier otra cosa en la ciudad. Hay que pasarlas e internarse en las callecitas angostas, casi sin veredas y rodeadas por casas viejas en tonos amarillos, con balcones chicos y mampostería a la vista. El barrio de Laïki Gitonia es uno de los más representativos y el que más convoca.

Datos útiles

Aéreos

  • Se puede llegar por Alitalia, con una tarifa de 1430 dólares hasta el 31 de mayo y 1600 a partir de junio, más impuestos y tasas. La ruta, vía Roma, se hace los lunes y sábados.

Visa

  • Los visitantes argentinos necesitan visa para ingresar en la isla. El trámite se realiza en el consulado de la República de Chipre, Maipú 374, 5º piso (4394-3839/3946), de lunes a viernes, de 14.30 a 17.
Se necesita llevar el pasaporte, una foto 4x4 y 15 pesos.

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por Redacción OHLALÁ!


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