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Mitos, chamamé e historia a la vera del Paraná

En la Costanera se empieza a disfrutar de una ciudad con gente amable, murales llamativos, ritos de pesca, leyendas variadas y pueblos atractivos a su alrededor




CORRIENTES.- A todo en la provincia se le dedica un chamamé: a la madrecita, al perro rengo, al soldado de Malvinas y al teléfono celular. Puede ser un chamamé maceta, que es bailable y tan cortito que hasta le dicen el punk del chamamé. Puede ser un cangüí, lento y romántico, más propio del norte correntino, o un orillero, con influencias del tango. A cada pueblo su chamamé, a cada puente y a cada árbol. Recorrer la provincia es atravesar un mundo de acordeones y guitarras que marcan el ritmo y hacen gala de las raíces.
Hay que oír algunas letras y conocer leyendas de antemano para entender el porqué de las banderas rojas y los santuarios en la ruta, distinguir las imágenes del Carnaval y empaparse del guaraní, que está en todas partes, aunque en la ciudad muchos lo hablen sólo puertas adentro.
La capital puede ser un buen punto de partida en un recorrido por la provincia. Para muchos resulta una ciudad de paso, pero tiene sugestivas islas culturales donde refugiarse del sol y una costanera envidiable que centraliza el movimiento de los fines de semana, cuando la mayoría se sienta de espaldas al Paraná para no mirar el río, sino a la gente que pasa.
Las calles quedan vacías el Día de la Madre, porque miles de jóvenes lo festejan en su pueblo. La ciudad cuenta con estudiantes universitarios de distintos puntos del Litoral y otras regiones. También se vacía cada mediodía, cuando la gente se esfuma: en esta ciudad hipercreyente, lo más religioso es la siesta, por las altas temperaturas.

El placer del río

"Una muy buena pesca es de diez surubíes en un mismo lance; pero ahora, con suerte, sacan alguno en todo un día de trabajo", cuenta Donald, el lanchero, en un paseo para conocer la ciudad desde el agua.
El joven habla de una tarea intrínseca de la cultura ribereña, que tiene a los mayoneros como protagonistas. El mayón es la red, de unos cien metros, que utilizan los pescadores locales. A cualquier hora se los ve trabajar en busca de especies variadas que llegan luego a la mesa de lugareños y visitantes.
Comer surubí en la ciudad es, sobre todo frente al río, más caro que una parrillada de buena carne vacuna. Pero hay pacú, manguruyú y otras opciones para disfrutar del pescado a bajo costo.
La lancha pasa por debajo del gran puente que une la ciudad con Resistencia, Chaco. En el camino se distinguen las salientes famosas que modifican las corrientes del Paraná y que le dieron el nombre a la capital. Se llamó San Juan de Vera de las Siete Corrientes, hasta que lograron abreviarlo, para facilidad de los correntinos.
Los paseos en lancha son nuevos en esta ciudad, que lentamente aprovecha sus virtudes para retener por más días a quienes viajan, por ejemplo, desde Buenos Aires hasta las cataratas del Iguazú, o de Misiones a Salta.
Como destino en sí, atrae principalmente a los amantes de la pesca, y muchos llegan también por su religiosidad. Se venera a vírgenes reconocidas y a santos paganos, como el Gauchito Gil, cuyo mito se extiende por todas partes desde que los camioneros comenzaron a llevar las cintas rojas en sus vehículos. El santuario principal está en Mercedes, puerta de los Esteros del Iberá.
Durante el Carnaval, los turistas sí se quedan varias noches, ya que es uno de los espectáculos más atractivos del país. También es muy convocante la Fiesta Nacional del Chamamé, que en su última edición sumó a un locutor en guaraní. Era un distinguido hombre paraguayo que se llevó, según cuentan, grandes ovaciones por su buena dicción.

Arte y relojes detenidos

Las paredes correntinas se caracterizan por sus murales; hay más de setenta en la ciudad. El más lindo está sobre una medianera del convento de San Francisco, en una de las avenidas más curiosas del mundo, Italia, con apenas un carril, y una única cuadra.
Entre los espacios artísticos se destaca el Museo Provincial de Bellas Artes, con dos salas bien acondicionadas, que exhiben colecciones contemporáneas de artistas como Luis Niveiro, y una colección permanente de clásicos argentinos, en una antigua casa colonial.
El contrapunto de este sitio es Yaguá Rincón, especie de galería montada en una pensión del centro. Espacio autogestionado por artistas jóvenes y periféricos, es un curioso taller y sala de exposiciones que ocupa tres cuartos de un lugar habitado por familias. La obra es de los integrantes del grupo, que alquilan tres habitaciones y reciben el apoyo de la dueña. "En realidad, a ella le da lo mismo mientras paguemos la mensualidad", explican.
En la ciudad hay una interesante movida cultural que se fue gestando en un bar del centro, El Mariscal, punto de reunión de artistas e intelectuales, y extendiendo a varios espacios, como el hotel La Alondra (ver aparte).
En el centro histórico se pueden apreciar grandes casonas de comienzos del siglo XIX. También, el hermoso teatro Vera. En algunas torres hay grandes relojes antiguos, pero ninguno funciona. Parece una metáfora del tiempo que no avanza en esta zona protegida, aunque la realidad es que les falta cuerda.
También el barrio Cambacuá deja espiar el pasado colonial de la ciudad, ya que muchas casas mantienen los frentes abiertos, que permiten ver zaguanes y patios con aljibes.La zona es un símbolo de los tiempos de esclavitud. La cultura negra se mezcla con la guaraní y la jesuítica, y aparece en tradiciones como el payé, una creencia muy arraigada. Su motivo es un amuleto hecho por un curandero, para conquistar un corazón, ganar a la canasta, evitar enfermedades o provocar un maleficio. La creencia indica, además, que quien pisa esta tierra puede contagiarse de payé, de manera que siempre sentirá añoranza por esta tierra y querrá volver algún día.

Alrededor de la capital

En las cercanías, entre los pueblos más atractivos se encuentra Santa Ana, con sus calles de arena, una pulpería del siglo XVIII y una iglesia franciscana con imágenes realizadas por nativos guácaras. En un par de horas se puede conocer esta localidad a 12 kilómetros de la ciudad, donde un trencito económico, de 1890, da la bienvenida a los visitantes. En el lugar hay un par de restaurantes y hasta un pub rústico llamado Rancho Aparte.
Los que buscan playa eligen sitios como Paso de la Patria, donde en Semana Santa se inaugura la temporada de pesca del tigre del Paraná: el dorado. También Empedrado, que tiene su Monumento al Estudiante (allí se organiza el Festival de la Estudiantina, cada 21 de septiembre) y muy cerca, la capilla de San La Muerte, cuya devoción sigue creciendo en la provincia.
San Cosme, pequeño destino a 35 km de la capital, ofrece balnearios sobre la laguna Totora, donde uno debe darse un chapuzón si anda con mala racha, para que todo mejore. Apenas una historia más en el mundo de creencias correntinas.
Por Martín Wain
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DATOS UTILES

Cómo llegar

En avión. Desde Buenos Aires se puede volar hasta la capital correntina o Resistencia, Chaco, que está a 15 minutos y tiene más frecuencias. La ciudad de Corrientes está a 1074 km de Buenos Aires.

Dónde dormir

La Alondra. Alojamiento de alta gama en la ciudad, con tarifas en habitaciones dobles desde 470 pesos, con desayuno. Av. 3 de Abril 827; (3783) 430555. www.laalondra.com.ar

Otras visitas

  • Paseos en lancha. Pedro Canoero, (3783) 421462.
  • Museo de Bellas Artes. San Juan 634. Martes a viernes, de 9 a 12 y de 17 a 20. Sábado, de 8 a 12. Gratis.
  • Yaguá Rincón. La Rioja 415. Confirmar cita: (3783) 15338292. http://yaguarincon.blogspot.com

Casa de huéspedes y oasis cultural

En una casona de principios del siglo XIX, La Alondra es un enclave cultural con alojamiento de alta gama. No se trata de buena decoración, sino de una colección de arte regional, curado por la artista local Hada Irastorza, que propuso, por ejemplo, enmarcar tejidos de la zona para resaltar su belleza, y ayudó a los dueños a elegir piezas de diferentes puntos de la provincia y el Paraguay. Estas obras completan la decoración de Pablo Chiappori.
El lugar tiene espacios comunes para disfrutarlo sin necesidad de alojarse, desde el bistró, que combina sabores tradicionales con recetas de otros lugares del mundo, hasta una biblioteca, clásica, con cuero, madera y obras de arte.
La dueña, Valeria Rolon de Aquino, presenta de entrada La Alondra como un destino en sí mismo, consciente del efecto que genera ingresar en su espacio directamente desde la avenida 3 de Abril, una de las más transitadas de la ciudad. Del caos y el calor a su living acondicionado hay un salto que justifica su definición. Es cuestión de entrar y dejarse llevar por una invitación que refresca.
Con siete habitaciones, la propuesta de alojamiento cuenta con servicio personalizado y de muy alta gama. Desde la ambientación de cada cuarto hasta los recorridos organizados para los huéspedes -en autos de lujo, con detalles gourmet incluidos-, la atención es uno de sus puntos salientes.

Entre patronos y patrones

Desde el ingreso de la ruta provincial 89 se ve la cúpula de la basílica de Nuestra Señora de Itatí, uno de los templos más grandes de América. Hasta ahí llegan viajeros durante todo el año, pero principalmente cada 26 de julio, día de la patrona de la provincia. Llegan de a miles a pie, en auto o en carretas que parten desde pueblos cercanos.
Itatí es famosa por la Virgen, pero también los cigarrillos Rodeo y otras mercancías que pasan en botes desde Paraguay. Junto a la basílica hay una feria repleta de suvenires, desde plumas de búho y discos de chamamé, cumbia y reggaeton hasta imágenes de la Virgen, el Gauchito Gil y San La Muerte. Es un pueblo de paso, con parrillas baratas muy cerca de la costa ($ 28 la parrillada para cuatro) y otra fiesta importante, el cumpleaños del patrón Ayala. Este hombre nacido y criado "en este pueblo bendito", según él lo define, es un carpintero que lleva consigo toda la amabilidad del pueblo correntino. Se casó con otra carpintera, Nidia Giménez, y entre ambos fabrican, hace casi cinco décadas, gran parte de las canoas que se distinguen en el Paraná. Don Ayala recibe con gusto a los visitantes, para mostrarles su taller y luego invitarlos a su cumpleaños. "Los espero el 6 de mayo", dice. Esta vez cumplirá 69.

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