

PALERMO, Sicilia.- Los mitos populares no son más que algunos datos, con partes de verdad o no, que alimentan la fantasía general, abonada con la creatividad de escritores, directores de cine, periodistas, pintores, escultores, juglares, compositores de canciones, hinchas de fútbol, empleados bancarios y amas de casa, entre otras ocupaciones.
Basta que algo sea famoso, comentado hasta el hartazgo, abordado de manera sensacionalista, o bien utilizado con fines que nada tienen que ver con el asunto en cuestión y persiguen otros fines que permanecen ocultos para que el boca a boca se transforme en correa de transmisión y las leyendas crezcan y atraviesen fronteras.
Esto es lo que sucedió con los sicilianos y con la mafia. No son pocas las personas que vinculan a ese pueblo alegre, pero callado, sentimental y cultor de la nostalgia, sencillo y a la vez rico en tradiciones milenarias con las organizaciones criminales conocidas como mafia.
Dicen las voces populares que alimentaron el mito que hace siete siglos, cuando Sicilia estaba ocupada por los angevinos, al mando de Carlos de Anjou, hermano de Luis IX, El Santo, rey de Francia, los sicilianos formaron grupos que luchaban contra el dominio extranjero bajo la consigna Morte Alla Francia Italia Anela y que de ello quedaron las siglas Mafia.
Otra versión indica que soldados franceses violaron a una joven el día de su casamiento. La madre, desesperada, salió a la calle gritando "Ma fia, ma fia" (mi hija, mi hija), y que la rabia generalizada influyó en gran medida para dar origen a lo que se conoció en la historia como las vísperas sicilianas, esto es, el levantamiento contra los franceses durante el cual millares de soldados de ese país fueron masacrados por la población enfurecida.
Ciertas o no, ambas versiones forman parte del mito en cuestión, a pesar de que no fue sólo en Sicilia, sino también en Nápoles con la camorra y en Calabria, con la Onorata Societá, que se desarrolló el concepto de organización mafiosa que hoy confunde a más de un incauto. De hecho, en la misma época en que los sicilianos se rebelaron contra los angevinos, había en Alemania una organización conocida como Vehmgericht, que nada tenía que envidiarle a sus colegas italianos.
El Mussolini shuttle
Lo que no puede negarse es que las sucesivas migraciones sicilianas hacia los Estados Unidos en la época de la ascensión del fascismo, en lo que se llamó irónicamente Mussolini Shuttle, esto es, barcos cargados de criminales y parientes de criminales que buscaban en América un futuro mejor que el que les esperaba con el dictador fascista en el poder, ayudaron al desarrollo de bandas organizadas que encontraron en la legislación puritana conocida como Ley Seca de los Estados Unidos un medio de subsistencia y de adquisición de poder económico en ese país.
De hecho, Mussolini reaccionó contra los mafiosos sicilianos porque éstos habían formado una suerte de poder paralelo que no tenía cabida en la concepción centralista del Estado fascista. No era la lucha contra la corrupción, sino la ambición del poder absoluto lo que llevó al dictador a declararle la guerra al crimen organizado.
Según Joe Dorigo, un estudioso norteamericano del fenómeno de la mafia, "cuando el Duce visitó Sicilia en 1924, fue públicamente humillado por don Ciccio Cuccia, el alcalde de Piana dei Greci, llamada actualmente Piana dei Albanesi, que era además el jefe de la mafia local. Don Ciccio dejó en claro que eran sus hombres y no los guardaespaldas fascistas de Mussolini quienes garantizaban su seguridad".
En poco tiempo, comenzó una persecución feroz contra los grupos organizados que osaban disputar el poder omnímodo del Duce. "Muchos mafiosos abandonaron sus actividades criminales, otros murieron y entre quinientos y mil de ellos escaparon en el Mussolini Shuttle, ayudados por don Vito Cascio Ferro, que había huido a Nueva York en el 1900, presionado por la policía tras el secuestro extorsivo de una baronesa, que se convirtió en un problema político", afirma Dorigo.
Los hombres de Luciano
El autor del libro Mafia, historia ilustrada del bajo mundo, asegura que "cuando terminaba la Segunda Guerra Mundial y se planificaba la invasión de Sicilia, la mafia también fue enlistada". Dorigo señala que "la mafia no solamente aportó hombres que conocían los lugares de desembarco como la palma de sus manos, sino que también ofreció todo tipo de contactos en Sicilia: hombres que podían identificar a colaboradores del fascismo y a antiguos oficiales y jerarcas fascistas, que estaban en condiciones de precisar cuáles eran los puntos más débiles de las defensas nazis en las montañas y la ubicación exacta de los estados mayores ocultos del enemigo".
Todo, con la conducción de Salvatore Lucania, un siciliano emigrado a los Estados Unidos, más conocido posteriormente como Lucky Luciano. El hecho de que Luciano fuera deportado a Italia en 1946, sin terminar de cumplir su condena, abona la versión ofrecida por Dorigo.
Como fuere, lo cierto es que razones ocultas y otras no tanto, mezclaron el simple hecho de ser siciliano con alguna vinculación con la mafia una generalización que, además de injusta, no tiene asidero y se acerca peligrosamente al prejuicio racial y la xenofobia.
Por el contrario, los sicilianos se han caracterizado siempre por ser un pueblo pacífico y laborioso, amante de sus tradiciones, y respetuoso del honor y la dignidad propia y ajena, que nada tiene que ver con el crimen. En realidad, todo lo contrario.
Por Leonardo Freidenberg
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