
Creo que puedo poner tranquilamente una agencia de entretenimientos para extranjeros en Buenos Aires (no dije de acompañantes, aunque el límite es tan fino que habría que tener cuidado). Elegí obsesivamente todo el itinerario desde el sábado a la noche hasta el domingo de sol y con MLD buscamos a los señores por el Four Seasons para un desayuno cerca del río (confieso que yo lo único que quería era tirarme sobre el Brunch del hotel, pero claro, para ellos no era programa). Dimos vueltas por todos los puntos de interés de la ciudad. Yo parecía una guía turística. Después fuimos a San Telmo y hasta regateé un poco por algunas cosas que quisieron comprarse. Resultaron ser de lo más amables y MLD estaba encantado viéndome manejar la situación tan relajada.
-Cuando te vi que la tenías tan clara me relajé.
-Sí, vos te relajaste y yo me estresé. Vos sos joda.
Pero me reí un poco. No me molesta nada hacerlo salvo que el día fue agotador y la noche terminó tardísimo con unos tragos escuchando un poco de música en el living del Faena donde casi me duermo en uno de esos sillones enormes.
Ni siquiera quisieron que los llevásemos de vuelta al hotel y se quedaron ahí vaya a saber uno con qué planes. Yo les organicé un taxi cuando quisiesen irse y finalmente nosotros nos retiramos a dormir (cada uno en su casa). Es como hacerse cargo de niños de jardín gigantes. Se vuelven inoperantes cuando alguien los lleva y terminé agotada de andar traduciendo cada menú, cada cartel, cada explicación de vendedor de feria.
MLD me llevó a casa y cuando me encajó un beso largo de asiento a asiento se rió y me miró con cara de pícaro.
-Sabés que tenés una recompensa a tu favor, ¿no?
Oh, sí que lo sé.
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
