
Montpellier, la ciudad peatonal
Del barrio antiguo al neoclásico distrito de Antigone y el notable Museo Fabre, la mejor forma de conocer la capital de Languedoc-Roussillon es a pie
30 de diciembre de 2007

MONTPELLIER.- Dicen que, cada mes, entre 800 y 1000 personas se radican en esta ciudad. Muchos son inmigrantes extranjeros, como puede suceder en cualquier lugar de Francia. Pero muchos otros son franceses que llegan de distintas partes del país, atraídos por la fama de alta calidad de vida que tiene Montpellier, su buen clima y su proximidad al Mediterráneo (once kilómetros).
La verdad es que se entiende muy rápido por qué tanta gente quiere vivir en la capital de la región de Languedoc-Roussillon. Basta con bajar del tren en su estación y caminar un par de cientos de metros hasta la Plaza de la Comedia, el corazón de esta ciudad con vocación peatonal. El Ovalo, como también llaman a esta plaza, y sus alrededores conforman uno de los mayores espacios urbanos libres de autos de Europa.
Rodeado por la elegantísima Opéra Comédie y por las mesas y sillas de media docena de bares y restaurantes, la Comedia puede ser escenario tanto de un duelo de hip hop como de una milonga popular. Y es también el punto de partida hacia el Ecusson, el laberíntico barrio antiguo de Montpellier, que es un poco aldeano y un poco chic, con su exacta mezcla de tiendas modernas en locales que forman parte del patrimonio histórico, a la par de curiosidades arquitectónicas como uno de los últimos mikvés (baño ritual judío) medievales.
De noche, en cambio, el Ecusson refleja claramente otra característica de Montpellier: su juventud. Los callejones peatonales se iluminan con bares y pequeños restaurantes aquí y allá, uno más personal y tentador que el otro. Y cada uno con su público. Claro, la ciudad tiene 250 mil habitantes, de los que 60 mil son estudiantes (en Montpellier está una de las universidades de medicina más antiguas de Europa). Según datos oficiales, cada dos vecinos de Montpellier, uno es menor de 35 años.
La parte antigua acá es tan fotogénica como tantas ciudades europeas. Sin embargo, Montpellier tiene una atracción arquitectónica mucho más rara e interesante, algo que realmente la distingue: el barrio de Antigone.
También a distancia caminable desde el centro, se trata de un barrio nuevo, que se comenzó a planificar en 1977. Básicamente es un conjunto de edificios neoclásicos a lo largo de un eje de un kilómetro que incluye departamentos, oficinas, locales y espacios públicos como la Mediateca Emile Zola y la pileta olímpica cubierta.
Fue diseñado por el arquitecto catalán Ricardo Bofill, pero si a alguien recuerda más, en todo caso, es a su gran impulsor, Georges Frêche, alcalde de Montpellier entre 1977 y 2004, nada menos. Figura poco discreta de la política francesa, Frêche llevó a la ciudad del puesto número 25 al actual octavo entre las más pobladas del país, con la Antigone como símbolo del crecimiento y el progreso. Al mismo tiempo, el ex maire ganó notoriedad por sus polémicos discursos y declaraciones públicas. Una de las últimas, a fines de 2006, en la que se lamentó por la mayoría de jugadores negros en la selección francesa de fútbol, motivó finalmente su expulsión del Partido Socialista Francés. Actualmente está al frente de la ciudad una mujer, Hélène Mandroux, que fue una figura clave del gobierno de Frêche.
Otro imperdible de Montpellier es, sin duda, el Museo Fabre, que acaba de renovarse totalmente y de triplicar su superficie, después de estar cerrado cuatro años, para mostrar mejor su valiosa colección de arte desde el Renacimiento hasta estos días, con obras de Rubens, Delacroix, Bazille, Van Dongen y más. Dicen que la inversión superó los 60 millones de euros.
En el Fabre, justamente, se prepara para julio próximo una exposición especial de instrumentos de Stradivari, con conferencias y talleres. No es casual que un evento así tenga lugar en Montpellier: la ciudad es célebre, también, por su tradicional lutheria . Numerosos luthiers de instrumentos de cuerda tienen sus talleres en el barrio de Sainte Anne, junto al conservatorio de música, todo un circuito por el que la Oficina de Turismo ofrece visitas guiadas.
Datos útiles
Cómo llegar
- Montpellier está a 5 horas de tren de Barcelona y a 3 h 15 m de París (en TGV).
Montpellier city card
- Descuentos y entradas gratuitas. Se vende en la Oficina de Turismo, en la Plaza de la Comedia.
En Internet
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