Muy cerca del cielo
En parapente, aladelta, paracaídas o wingsuit, una visión distinta e inolvidable de la península
25 de enero de 2008
PUNTA DEL ESTE.- La experiencia es única. El viento despeja la cara y los pulmones se llenan de aire marino. Adelante se ofrece una vista aérea de Punta del Este, digna de una postal. Los pies no tocan el suelo y el cuerpo disfruta de la sensación de sólo flotar sobre el mar y las rocas, gracias a la magia de volar en parapente.
Sin duda, se trata de una experiencia incomparable y es por eso que cada vez son más los turistas que visitan estas costas los que se animan a practicar alguno de estos deportes extremos en los que sentir la libertad de volar es el objetivo. Paracaidismo, parapente, ala delta, kitesurf y hasta wingsuit (actividad que consiste en tirarse desde un avión sólo con un traje con alas) son algunas de las opciones que se practican en esta ciudad. Y que cada vez tienen más adeptos.
Las ansias de volar siempre acompañaron al hombre a lo largo de la historia. Sin embargo, el vuelo libre, aquel en el que no intervienen máquinas sino que el viento y la dinámica del aire son los motores, se constituye en la opción más atractiva para aquellos que están de vacaciones.
Para comprobarlo basta con recorrer alguna de las rutas que conectan la ciudad con los poblados cercanos. A lo lejos, la presencia de adrenalina pura se advierte por los globos multicolores de los distintos equipamientos de vuelo.
En el extremo sur, justo sobre el lomo de la Ballena existe una coordenada clave para los amantes del aire. Ahí el viento que proviene del mar y pega contra la montaña de rocas genera condiciones óptimas para lanzarse en parapente sobre el océano. Basta con una carrera de unos pocos pasos para que las cuerdas del equipo se tensen y los pies despeguen del suelo.
"Yo lo tengo cronometrado: en tres segundos empezás a volar", dice Eduardo Quintela, el responsable de la escuela de parapente que realiza vuelos de bautismo desde esas coordenadas, y a donde todos los días se acercan decenas de turistas para conocer la actividad y tirarse por primera vez en un vuelo en tándem de 15 minutos (cuesta unos 25 dólares).
"La posibilidad de conocer Punta del Este desde el aire es muy interesante. Uno obtiene una postal inimaginada, más allá de la sensación de flotar en el aire", comenta Quintela, a quien en Punta Ballena todos conocen como "Cunta".
Desde allí se lanzaba Daniel Martinez, que tiene 29 años y se volvió un fanático desde que saltó por primera vez hace dos años. "Quiero comprarme el equipo y aprender. Esto me llena de energía", aseguró.
En el aeropuerto de El Jagüel la adrenalina es un vuelo que despega a diario. Ahí cada fin de semana se realizan bautismos para pichones de paracaídas. "El fin de semana último tuvimos más de 14 vuelos", cuenta entusiasmada María Noel Otelo, responsable de la escuela de paracaidismo. La primera experiencia también aquí se realiza en tándem y cuesta 250 dólares. "Cada vez más gente se anima a saltar, pero con el plus que tiene hacerlo en Punta del Este, que es la vista increíble de la península desde el aire", cuenta.
La apariencia es la de un hombre pájaro. Por eso, antes de calzarse el traje que les permitirá volar, María Noel les recuerda a quienes van a practicar wingsuit que son seres humanos. Después, suben a la avioneta que los transporta hasta los 3000 metros de altura. Ahí saltan con sus trajes alados y transforman los 200 km/h de la velocidad de caída normal de un paracaidista en 90. De esa forma, el traje les permite convertir la velocidad de la caída en desplazamiento horizontal, avanzando hacia adelante como si volaran a gran velocidad.
Después, cerca de los 1000 metros, abren sus paracaídas y amortiguan la caída hasta llegar al suelo.
"Claro que para hacer wingsuit hay que tener al menos 150 saltos en paracaídas previos. Es una disciplina realmente muy extrema", explicó Otelo.