

PUERTO AYORA (Galápagos).- Un bello y extraño edén emerge de las profundidades del océano Pacífico. Las islas Galápagos poseen un encanto que no pasa por lo tradicional. Es un archipiélago que se resiste a ser contaminado por el hombre y conserva la magia que maravilla a todos sus visitantes desde hace siglos.
Charles Darwin, el naturalista y viajero más famoso que pisó estas tierras volcánicas, dijo de ellas: "La historia natural de estas islas es sumamente curiosa y bien merece atención. La mayor parte de las producciones orgánicas son creaciones autóctonas que no se encuentran en ningún otro sitio? Es un curioso espectáculo ver cerca de las fuentes de agua a tantas de estas enormes criaturas -las tortugas gigantes o galápagos-, un grupo avanzando afanoso con el cuello estirado, otro regresando después de haber bebido su ración".
Tras un vuelo de casi dos horas desde Guayaquil, apenas uno llega al aeropuerto de la pequeña isla de Baltra comienzan los asombros. De la vegetación achaparrada que rodea la estación aérea sobresalen árboles de cactos. Sí, con troncos marrones como cualquiera, pero sus ramas y hojas son cactos. Como si nada, insensibles a sus puntas filosas, pequeñas lagartijas nos miran mientras toman sol. Instintivamente las tocamos. Un guía nos advierte: "Chico, no toques, si llegas a hacerle daño, tendrás que pagar varios miles de dólares de multa". Allí recuerdo que en Ecuador se usa el dólar como moneda oficial.
Aquí en las Galápagos se entiende al ecosistema como una fuente de respeto. Pero también de dólares. Miles de turistas llegan a la semana para recorrerlas, tomar fotos, navegar por las islas en costosos cruceros, hacer snorkeling y disfrutar de algunos de los pocos lugares deshabitados del planeta.
Tomamos un ómnibus que ha conocido días mejores y nos lleva recorriendo Baltra hasta un ferry, para cruzar a la isla de Santa Cruz. Es un viaje de una media hora. El paisaje inhóspito cada tanto se ve alterado por extrañas construcciones abandonadas. Es lo que queda de las instalaciones que edificaron los norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial. Las Galápagos eran un lugar estratégico.
Finalmente llegamos al pequeño embarcadero de los ferries para pasar a Santa Cruz, la isla más habitada del archipiélago y de mayor movimiento turístico. Gente de todos los continentes sube a bordo. Un pibe vestido de pies a cabeza con los colores de la selección argentina, y la camiseta 10 de Messi, nos hace pensar en un compatriota. Error. Es francés. La lancha colectivo comienza a moverse y atravesamos el canal entre las dos islas. Un par de lobos marinos nos comienza a seguir unos minutos, pero se cansa y se sube a una boya. Unos minutos más y llegamos a nuestro destino, y subimos a otro ómnibus.
A medida que avanzamos en nuestro trayecto hacia Puerto Ayora, en el otro extremo de Santa Cruz, el camino comienza a ganar en altura. Descubrimos entonces una de las características de estas islas: su clima no uniforme.
Entre la neblina
Pese a que a nivel del mar estaba soleado y con una temperatura cálida, a medida que trepábamos el aire se cubría de neblina, con una tenue llovizna. Así llegamos a un lugar sumamente mágico, Los Gemelos, unos cráteres inmensos que surgieron como el colapso de una cámara de magma. Semicubiertos con una pertinaz garúa, si rascamos la tierra descubrimos fácilmente, debajo del humus, rocas negras y rojas, volcánicas. Desde sus bordes no podíamos llegar a ver el fondo del cráter.
A través del camino a Puerto Ayora encontramos todo tipo de vegetación, alguna autóctona, aunque vemos también la llegada de flora no nativa traída por el hombre.
En Puerto Ayora, desde donde salen cruceros para las islas, generalmente de una semana y para todos los presupuestos, tenemos una amplia hotelería que comienza en las pensiones para mochileros -15 a 30 dólares- hasta llegar a los hoteles de cuatro estrellas que rondan los 100 a 150 dólares, según la temporada.
El hotel Silberstein, muy coqueto y bien ubicado, cuesta cerca de 120 dólares. Está también, aunque alejado de este pueblo y enclavado en una región selvática y húmeda, el hotel Royal Palm, cuyas cabañas pueden costar entre 400 y 800 dólares por día.
Son muchos los restaurantes en la localidad y en general conviene optar por los platos de mariscos y pescados. Un plato principal sobre esta base cuesta entre 8 y 10 dólares.
La veintena de islas principales que componen el archipiélago de Galápagos presenta un aspecto muy variado. Tenemos, por ejemplo, desde la verde Santa Cruz hasta la rocosa y negra Fernandina, que ya que estamos podemos decir que fue una de las locaciones utilizadas para filmar la película Capitán de mar y guerra , con Russell Crowe. Aquí viven los cormoranes negros que no vuelan.
Cita con los tiburones
A más de una hora de navegación, aproximadamente, del Puerto Ayora se encuentra la isla de Santa Fe. Con acantilados que caen a pico, y una importante guanera, tenemos una importante zona cubierta de bosques de cactos opuntia y de palo santo.
A nuestro alrededor, los pájaros piqueros. Para los que quieren hacer snorkeling en la zona hay muchos lobos marinos, rayas y, cada tanto, algún tiburón solitario. Según el guía de nuestro barco, no tienen como menú a los humanos. Pero no quisimos comprobarlo y decidimos ver el paisaje a bordo.
Otro paseo cercano que puede hacerse desde Puerto Ayora es la visita a la Playa de los Perros y al canal de Tiburones. Hay un muelle donde se puede descender y hacer un trayecto de 20 minutos hasta una playa de roca volcánica negra, que por momentos parece ondularse. No es un movimiento de la tierra. En realidad, decenas de iguanas marinas negras, que se confunden con el terreno, comienzan su descenso a las aguas para alimentarse de algas. Luego vuelven y buscan calor subiéndose unas sobre otras. Esta especie sólo puede encontrarse en las Galápagos.
Sus parientes de tierra, de color verde, sin embargo, son extremadamente odiosas entre ellas.
El último de su especie
Hablar de Galápagos y no ir a ver a las tortugas gigantes es imposible. Los reptiles que prestaron su nombre a las islas fueron salvajemente perseguidos por el hombre. Así llegaron casi a su extinción. Hoy, todos los esfuerzos del gobierno local y los expertos naturalistas están puestos en preservar la decena de especies que quedan. Para otras se llegó muy tarde.
De algunas de las islas desaparecieron por completo los quelonios. Por la carne o por su uso como mascotas disminuyeron drásticamente su cantidad. Este redactor vio una tortuga con todo su caparazón desfigurado por perdigonadas. Su dueño, de quien fue rescatado por las autoridades locales, se divertía disparándole. Hoy, casos como éste son duramente castigados por la ley, con multas e incluso prisión.
Tenemos el caso de la especie originaria de la isla Pinto, donde sólo queda un ejemplar. Tiene nombre: el Solitario George. La fama de esta tortuga macho más que centenaria trasciende las fronteras, pero han sido inútiles los intentos para cruzarla y tratar de continuar su especie.
En las afueras de Puerto Ayora está abierta la Fundación Charles Darwin ( www.darwinfoundation.org ), institución internacional sin fines de lucro dedicada a la investigación y conservación de las especies originarias de las Galápagos.
Aquí es el hogar ahora del Solitario George, de la otra tortuga herida por escopetazos y de muchos cientos de estos reptiles.
Una de las labores de sus científicos, en asociación con los del Parque Nacional de las Galápagos, es la de repoblar las islas con sus especies originarias de tortugas. Ya se han realizado experimentos exitosos de este tipo en algunas áreas.
Podemos ver en la fundación corralones con decenas de pequeñas tortugas que alguna vez serán gigantes, esperando su turno para comer el alimento que les proveen sus cuidadores. En otros sectores, especímenes adultos comen su ración no lejos de los turistas.
Tanto a la entrada como a la salida de las islas Galápagos, los turistas son revisados para que no entren con especies foráneas ni salgan con un ejemplar autóctono. Todavía para muchas especies de las Galápagos hay esperanzas. Aunque el peligro subsiste.
Manuel H. Castrillón
Enviado especial
Enviado especial
DATOS UTILES
Cómo llegar
LAN vuela a diario a Galápagos, con escala en Guayaquil, desde US$ 796, con impuestos incluidos. 0810-9999-LAN (526).
Dónde dormir
En Puerto Ayora, hay pensiones para mochileros, de 15 a 30 dólares por persona; hoteles de cuatro estrellas, de 100 a 150 dólares la habitación, y cabañas de lujo, de 400 a 800 dólares.
Recomendaciones
No se puede tocar ninguno de los animales ni arrancar plantas.
Está prohibido alimentar a los animales.
Si se realiza snorkeling, no tocar a los peces ni animales marinos.
Está prohibido tomar fotos con flash o hacer filmaciones con luz.
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