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Nueva Zelanda, como James Cook

El gran navegante y científico inglés tocó este archipiélago del Pacífico en tres oportunidades y se dedicó a mapear sus costas; hoy es posible seguirle los pasos en una excursión a bordo de un velero de madera como los de antes




AUCKLAND.- Se dice que en el año 950 una canoa de aborígenes oceánicos desembarcó en una isla aparentemente deshabitada a la que llamaron Aotearoa, "la isla de la larga nube blanca". Provenían de Hawaiki, otra isla no muy bien identificada del Pacífico, a la que, dice el mito, las almas vuelven después de la muerte.
De ahí en más, la etnia maorí colonizó gran parte de ese archipiélago que hoy conocemos como Nueva Zelanda. Luego vinieron los británicos y hoy este país, vecino de la gigante Australia y de innumerables y minúsculas islas del Pacífico, luce como un paraíso para el turismo. Toda clase de paisajes, servicios al visitante de primera línea y la organización primermundista en un entorno de naturaleza desbordante. En muchos aspectos es el equilibrio perfecto que puede esperar un viajero que busque aventuras sin sobresaltos. Y que aprecie el folklore maorí, siempre presente, en particular en lo musical y los diseños gráficos, gracias a un renacimiento cultural de las últimas décadas.
Abel Tasman, un navegante holandés, descubrió Nueva Zelanda para Occidente en 1642. Quizá los españoles estuvieron antes, incluso. Sin embargo el país, como casi la mitad del mundo en algún período, se convirtió en un dominio de la corona británica. ¿Gracias a quién? Al más grande navegante científico de todos los tiempos, James Cook (1728-1779).
Cook tocó Nueva Zelanda en sus tres legendarios viajes alrededor del globo. Pero en el primero dedicó medio año a mapear sus costas (1769). Fue él quien atrajo la atención de Europa sobre estas tierras.
Luego vinieron los balleneros, los colonos y las guerras entre tribus, que ahora podían sumar las armas de fuego a su tradicional canibalismo. Para frenar esos conflictos, en 1840, los británicos y más de 500 jefes maoríes firmaron el Tratado de Waitangi, asegurando la influencia inglesa de una u otra forma hasta hoy. No obstante, aún continúan las disputas referentes al tratado y a la posesión de la tierra.
Se puede visitar la Casa del Acuerdo, en Pahía, hermoso pueblito en la costa de la Bahía de Islas, donde todos los 6 de febrero se conmemora la firma de aquel tratado y se echan al agua las fabulosas canoas de guerra de los maoríes, fabricadas con troncos ahuecados de árboles gigantes, y con capacidad de hasta 160 guerreros.
En esa misma bahía, Cook había dispuesto echar el ancla el 19 de noviembre de 1769, pero desde la orilla una multitud de maoríes entonó agresivamente su canto de guerra, el ahora famoso haka, popularizado por los All Blacks, que lo repiten antes de cada partido. Cook debió continuar su exploración al otro lado de la isla.
Según tradiciones maoríes, los nativos tomaron al Endeavour, el barco de Cook, primero por un pájaro gigante y luego por una isla flotante de la que quisieron adueñarse por la fuerza.
Escribió Cook: "Los maoríes son fuertes, huesudos, bien proporcionados, no son tan gordos como los ociosos y voluptuosos isleños de los Mares del Sur, sino ágiles y vigorosos, y se aprecia en todo lo que hacen una destreza poco común". Añade sobre sus tatuajes: "Muchos llevan el rostro tatuado de negro y hemos visto que tienen las nalgas, piernas y otras partes marcadas. Las marcas del rostro adoptan generalmente forma de espiral, y están grabadas con gran detalle y buen gusto. Las mujeres se inyectan color negro bajo la piel de los labios". Cada vez que se acercaba a una nueva costa era amenazado por guerreros en canoas. "Pero cuando se convencieron que nuestras armas eran muy superiores y que no queríamos aprovechar esa superioridad, se convirtieron en excelentes amigos", relató.
Una manera de recorrer la bahía rememorando a Cook y los suyos es tomar la excursión de día entero que parte de Russell, un caserío frente a Pahía a bordo del R. Tucker Thompson, un velero escuela de dos palos. Navegar en un barco de madera de viejo estilo es una gran experiencia y subir al tope del palo mayor, algo impresionante. Hay un pequeño museo en Russell con una réplica del Endeavour en la escala poco común de 1:5.
También Charles Darwin estuvo en Russell, casi al final de su largo periplo con Fitz Roy, después de haber pasado meses en América del Sur. Pero si en Nueva Zelanda no se encuentran demasiadas menciones sobre Cook, el pobre Darwin es apenas recordado. Aun buscando a lo largo de nuestro recorrido, sólo hallamos, en el Museo Nacional de Auckland, una caja con insectos clavados con alfileres. Un cartelito aludía a los "Insectos de Darwin". Incluso una empleada del museo lo mencionó así. Pero al leer más detenidamente la leyenda, se detallaba que era una vieja colección de insectos "como los que podía haber visto Darwin". Pobre Charles.

Un dandy botánico

A propósito de Cook y su círculo, en su primera circunnavegación tomó parte Joseph Banks (1743-1820), un joven ricachón aficionado a las ciencias naturales, especialmente la botánica, y a la buena vida. Abordó con un séquito privado de asistentes, dibujantes y sirvientes y, a su vuelta, se convirtió en uno de los científicos más influyentes en el establishment inglés. Fue presidente de la Royal Society y mentor de todas las exploraciones científicas británicas por un tiempo. Nos cruzamos con sólo dos alusiones a Banks en exhibiciones neozelandesas y ambas mostraban poco cariño para con el científico dandy.
Al menos el nombre de Banks quedó inmortalizado en el nombre de una península cercana a Christchurch, la principal ciudad de la Isla Sur. La península de Banks está formada por los restos de un volcán hundido y es testigo del fracasado intento de colonización francesa.
En 1838, un capitán ballenero francés le compró la península a los maoríes. Viajó a Francia a reclutar colonos y cuando regresó, los británicos ya habían acordado su hegemonía con los nativos. Pero los estafados franceses se quedaron y hoy el pueblito de Akaroa mantiene su estilo francés recordando el asentamiento más austral de Francia.
Okains, una playa remota de esta península, sorprende por albergar un museo privado con la colección más abundante que hayamos visto de objetos maoríes antiguos. Aunque sin los recursos avanzados de la museología moderna, el Museo de Okains vale una visita por sus posesiones, que incluyen artesanías manufacturadas con huesos humanos.
El 17 de enero de 1770, Cook escribió: "Nos encontramos dos nativos que seguramente acababan de regalarse con carne humana, pues uno de ellos me dio un hueso del antebrazo de una persona, todavía fresco, del que la carne recién había sido arrancada. Nos dijeron que la habían comido".

Monte Cook

Aunque el gran navegante era, por supuesto, hombre de mar y no de tierra adentro, el pico más alto e imponente de Nueva Zelanda lleva su nombre. En el centro de la Isla Sur y dentro del Parque Nacional Monte Cook, la montaña se eleva hasta los 3763 metros. Fue el área de entrenamiento del recientemente fallecido sir Edmund Hillary antes de su conquista del Everest, en 1953.
La base para visitar este parque es el poblado de Monte Cook donde, además del centro de visitantes, hay un albergue, un pequeño hospedaje y el Hermitage Hotel, el establecimiento más caro de Nueva Zelanda, aunque no lo parezca en absoluto por sus instalaciones y servicio. Lo que sí es de excelencia es el nuevo planetario. Todas las noches se ofrecen películas 3D y exhibiciones referidas a los astros que dejan con la boca abierta y el cuello duro.
Por Sergio Zagier
Para LA NACION

Tres viajes

James Cook consagró su vida a la exploración oceánica como ningún otro navegante. Enrolado en la armada británica, en su época el Almirantazgo comenzaba a darles un sesgo más científico a las expediciones, aun a las geopolíticas o hidrográficas.
Luego de algunos trabajos menores en Canadá, fue designado para su primer gran viaje (1768-1771). El objetivo era una observación astronómica en Tahití que serviría a fines científicos y de mejoras en la navegación. La observación fue un éxito y se complementó con abundantes descubrimientos geográficos, etnográficos, zoológicos, botánicos.
Apenas 14 meses después de volver, Cook estaba nuevamente al mando de una expedición en el Resolution y el Adventure (1772-1775), para constatar si un continente rodeaba el Polo Sur. Banks se preparó con un equipo de 15 personas, incluyendo dos músicos, pero desistió cuando se le negó la construcción de sus aposentos en cubierta porque ponían en peligro la navegabilidad. Esta vez Cook llegó a una latitud austral récord, reconoció casi todos los archipiélagos del hemisferio sur, recolectó suficiente material como para montar museos enteros y fue recibido con los mayores honores.
A siete meses de su regreso, partió por última vez en el Resolution y el Discovery (1776-1780) a dirimir una incógnita fundamental para la navegación oceánica: ¿existía un paso por el Artico entre los océanos Atlántico y Pacífico? El viaje lo llevó a explorar Alaska y Asia, además de Oceanía, donde descubrió Hawai. Justamente en ese archipiélago, donde se lo entronizó como un dios y era amado por los indígenas, James Cook fue asesinado y posiblemente comido a resultas de una escaramuza con los nativos.

No hay que temerle al haka

La música maorí es básicamente conocida por el haka, la danza guerrera. Aunque los All Blacks lo entonan con ropa deportiva, los grupos de danzas mantienen su atuendo tradicional y los tatuajes o pinturas sobre sus cuerpos. El resto de la música típica es también vocal o a lo sumo acompañada por una guitarra y mantiene el formato del haka.
Pocos géneros musicales tienen el poder de conmover al oyente como un haka. Literalmente, provoca escalofríos y hasta adicción. Voces como truenos, gesticulaciones y ademanes amenazantes nos retrotraen a los terribles enfrentamientos de épocas pasadas. En las ciudades turísticas de Nueva Zelanda hay espectáculos maoríes todos los días, incluyendo cenas y pequeñas aldeas montadas para los visitantes. Pero este cronista, fanático del haka, tuvo la fortuna de asistir al Festival Bianual de Música Maorí, en Hamilton, al sur de Auckland. Un día completo de presentaciones, montado por y para maoríes; cero turistas. La apoteosis del haka.

Datos útiles

Cómo llegar

  • Aerolíneas Argentinas y LAN vuelan regularmente Buenos Aires-Auckland. Las tarifas van de 1500 dólares en adelante.

Para ver

  • Tamaki es la aldea turística maorí más famosa, cerca de Rotorua, en la Isla Norte. Muy bien montada, aunque algo artificial: la forma de vida tradicional desapareció hace mucho tiempo. www.maoriculture.co.nz .

Velero escuela

  • El velero escuela R. Tucker Thompson educa en la navegación a los niños del área con los fondos que obtiene de los paseos turísticos: www.tucker.co.nz

Recuerdos de Jade

  • El souvenir más característico de Nueva Zelanda es el jade tallado, generalmente en forma de colgante. Esta hermosa piedra fue trabajada por los maoríes y ya deslumbraba a los primeros exploradores, como se ve en las colecciones que llevaron a Europa. www.naturallyjade.com y www.jadefactory.com

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