Nunca llegamos al Tigre el sábado. Luz decidió que hacía demasiado frío para caminar tanto, que iba a haber demasiada gente y decidió parar antes.
-Quiero llevarte a este lugarcito. Tenés que comprarte unas plantas para la casa nueva.
En la calle Brasil, a unos pasos de Libertador, está Mil veces; una casita diminuta con cosas de jardinería, adornos y plantas y una dueña que te explica todo lo quieras saber. Me llevé un cajón con algunas suculentas (pensar que en una época eran plantas de abuela o al menos la mía las tenía en su balcón y ahora están de moda), me encargué una huerta orgánica con aromáticas y algunas macetas pintadas para ir armando lo que falte. La terraza ya va tomando forma.
El domingo a la mañana me embarré las manos y para el mediodía, a pesar del frío helado que hacía, tenía toda una filita de plantas transplantadas y yo una sonrisa enorme en la cara. En la puerta del negocio había un cartel que decía, Sé jardinero, sé feliz. Ayer entendí perfectamente a qué se refería.
El chico del otro día volvió a llamar, quería ir al cine a ver la de Woody Allen. Yo estaba comiendo en lo de mis viejos cuando llamó así que quedamos para vernos en la semana. Reapareció antes de lo que me esperaba. Le anotamos un poroto.
Y otro por la elección de película.