Paisajes de la China profunda

En un reciente viaje a China tuve la dicha de estar en Guilin y Yanshuo. En el primer lugar visitamos la cueva de La Flauta de Caña donde, internándonos en un laberíntico recorrido de estalactitas y estalagmitas, llegamos a un pequeño lago en las profundidades de la cueva. Para poder apreciar las formaciones y estimular nuestra imaginación se colocaron focos de colores que iluminan estratégicamente sus rincones, ayudándonos a ver un muñeco de nieve o un león. Más tarde, en barco desde Guilin, navegamos por el plácido río Li (Lijiang), disfrutando de los hermosos montes calcáreos que se extienden sobre sus márgenes, franqueadas por densas frondas de bambú. Este paisaje es el que realmente representa la vida tradicional china. Algunas de esas formaciones rocosas llevan nombres fantásticos como Cabeza de Dragón, Los Nueve Caballos, etcétera. Ese paisaje se contrapone con la modernidad, pujanza y el desarrollo que tienen Pekín o Shanghai. Los lugareños se deslizan por el río sobre angostas y precarias balsas de caña de bambú, muchos acompañados de cormoranes, que los ayudan a pescar. El ambiente estaba rodeado de una especie de bruma que sumaba encanto al lugar. Rara vez el sol brilla plenamente; lo hace sólo después de una lluvia torrencial y por pocos días. Bajamos en Yangshuo y fuimos a visitar un campo de arroz, donde vimos cómo los campesinos hacían su tarea. Ambas imágenes se me grabaron de tal manera que, al recordarlas, siento que nuevamente las estoy viendo.