

BELEN.-- Además de ser la más larga del país, la ruta nacional 40 es quizá la más linda y un desafío para aquel a quien le gusta manejar por caminos solitarios. Abarcar los casi cinco mil kilómetros --que vinculan Jujuy con Santa Cruz-- no es tarea sencilla, por lo que es conveniente recorrerla por sectores.
Para conocer uno de los tramos más impactantes de la ruta 40, un buen punto de partida es la localidad catamarqueña de Belén, conocida como La Cuna del Poncho por la alta calidad de los ponchos tejidos artesanalmente en lana de oveja, llama, vicuña y alpaca, considerados de los mejores del país. También es reconocida por la excelencia de los gaznates y los bombones de nuez. Este pueblo, de siestas largas y silencios hondos, está enmarcado entre unos cerros imponentes adornados de poleo y aguaribay y un valle vestido de antiguos nogales.
Racimo de pueblitos
Saliendo de Belén, la ruta 40 se adentra en el Norte desconocido. El asfalto desaparece al poco tiempo de marcha y el camino es de ripio. A escasos 15 km, en la Puerta de San José, se ve una iglesia a mano izquierda. Aquí nace un camino que lleva a varios pueblitos (Las Barrancas, Las Juntas, Las Granadillas), dibujando un complejo circuito que termina en el punto de partida. El camino es muy bonito, pero es muy fácil perderse y muy difícil encontrar a alguien que nos pueda orientar. Es recomendable entonces llevar un termo con agua caliente, bastante yerba y unos gaznates, y disponerse a dedicarle al recorrido el tiempo que se merece sin temor a equivocarse de camino, porque todos los caminos llevan a donde queremos ir cuando no queremos ir a ningún lugar en particular.
La ruta 40 sigue hacia el Norte descubriendo unos paisajes que parecen ser el testimonio innegable de la existencia de una divinidad. Soledad extrema, inmensidad, piedra y camino.
En un momento se llega a una bifurcación: a la izquierda, la ruta provincial 43 lleva a Antofagasta de la Sierra y más allá. El camino de la derecha sigue siendo la ruta 40, que continúa hacia el Norte. Tras andar unos pocos kilómetros se llega al pueblo de Hualfín, que el gran poeta Jaime Dávalos inmortalizó en la Zamba de los mineros, con música de Cuchi Leguizamón. En ella Dávalos logra sintetizar el trágico destino que desde siempre fue marca de los habitantes de este suelo bueno para la vid y para las promesas escritas en vetas minerales: "La zamba de los mineros/ tiene sólo dos caminos/ morir el sueño del oro/ vivir el sueño del vino".
Extensos viñedos que auguran buen vino patero bordean el camino y aportan un verdor inusitado que la calidez de la gente magnifica. En Hualfín hay un Monumento Histórico Nacional (la iglesia de Nuestra Señora del Rosario) y un río que en verano se carga de aguas generosas y refrescantes.
Siguiendo por la 40, a los pocos kilómetros aparece un camino a la derecha que lleva a las minas de Farallón Negro, que se pueden visitar. Un poco más al Norte, cerros y camino adquieren un color terracota profundo. Gigantescos paredones enmarcan la ruta y, al poco tiempo de marcha, llegamos a Los Nacimientos de Arriba, donde funciona un modesto complejo termal que amerita detención y baño en las renovadoras aguas sulfurosas.
La ruta sigue su marcha sinuosa por pedreríos desiertos. Hacia el Sur se ve el camino recorrido y la promesa de un incierto regreso. Hacia el Norte, el valle de Yocavil y las tierras áridas de Tucumán y Salta. El futuro indefinido reclama y nos seduce con la fuerza avasallante de lo desconocido.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde el Sur, por la ruta nacional 40. Desde Andalgalá (Catamarca), por Cuesta de Belén.
Alojamiento
En Belén y Puerta de San José. Estaciones de servicio: Belén y Hualfín.
Más información
Casa de Catamarca en Buenos Aires, 4374-6891/94.
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