

CONCEPCION DEL URUGUAY.-Los ríos ejercen una atracción especial. Refrescan la existencia, divierten y resultan un excelente punto de encuentro. El Uruguay, que viene bajando desde lejos, ofrece en Entre Ríos una sucesión de ciudades y villas que se intercalan para que el viajero pueda conocer aspectos de una provincia, en la que la naturaleza domina la atención. La costa del Uruguay posee una ribera muy bien aprovechada. Costanera en los pueblos y playa en los alrededores, de arenas claras y limpias. Pescadores de todas las edades y cultores de los deportes náuticos como el windsurf y el jet ski acostumbran a pasar el día entero junto a las barrancas del río.
El Parque Nacional El Palmar es una de las visitas atractivas de este circuito, pero no la única. Son muchas las referencias históricas de los pueblos de la ribera como Gualeguaychú, Concepción del Uruguay y Colón, las que hacen posible que una estada medianamente prolongada encuentre suficientes sitios para ser visitados.
Entre ellos figuran el palacio San José, del general Urquiza; el palacio Santa Cándida, y el pueblo de Liebig, creado en 1903 como morada de los trabajadores de un frigorífico, con una fábrica de extracto de carne que llegó a emplear más de 3500 personas. Esta es una muestra casi intacta de la arquitectura inglesa de principios de siglo.
Frente a las costas, y de acceso limitado, se halla un conjunto de islas que cobija una vegetación autóctona sin alteraciones. Las palmeras de Yatay, utilizadas para la confección de un licor, están de este lado del río y pueblan las tierras onduladas de los campos entrerrianos, pero especialmente las 8500 hectáreas del parque nacional.
El recorrido es ideal para hacer en campings o cabañas, abundantes en todas las localidades, con excepción de El Palmar. Los albergues de la juventud no son característicos de esta región del país; la mayoría de los alojamientos es de categorización media y baja, accesibles en precios.
La mayor ocupación se registra en los meses de verano, cuando la actividad en las playas está a pleno, incluso en Carnaval. No obstante, el destino es accesible todo el año y aunque en invierno es un poco frío para hacer los paseos y admirar la naturaleza, el sol en las tardes de la costanera es aliviador.
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