E n la estancia Villa Teresa, a 25 kilómetros de Concepción del Uruguay y a 322 de Buenos Aires, se estableció en 1795 Joseph de Urquiza, español de Castro Urdiales -hoy provincia de Santander-, para criar ganado y levantar su casa entre dos arroyos que se unen y dan nacimiento al que hoy corre con el toponímico ilustre.
El lugar, que también se llamó Rincón de Urquiza, fue reconocido por el propio caudillo entrerriano como paraje de su nacimiento en 1801, y a poco más de 3 kilómetros del modesto casco que más tarde heredó Teresa de Urquiza. Ella era una niña cuando en el Palacio San José asesinaron a su padre, y una beldad casi veinteañera cuando resultó la ganadora de los primeros juegos florales de Concepción del Uruguay, en 1884.
Al heredar la estancia refundada en 1860, que por entonces tenía miles de hectáreas y se unía a la gran extensión -luego sucesoria- que corría desde el Oeste hacia el río Uruguay, el casco quedó eclipsado por la suntuosidad de las demás estancias del capitán general.
El rincón del abuelo
Con el tiempo, un marino -Juan Pablo Sáenz Valiente- se enamoró perdidamente de Teresa y la estancia, que tomó el nombre de la muchacha en 1876, fue un nido apropiado para el alhajamiento: portal para los carruajes, aljibe de una pieza de mármol blanco, hogares y chimeneas, espejos y mobiliario suntuoso, detalles que reconocen el viejo origen de finales del siglo pasado, con techos casetonados de origen europeo, entre otros detalles de lujo.
Hay dos casas de huéspedes junto a un tupido monte y en las cercanías del arroyo Las Achiras, donde los embalses han formado lagunas. Quedan 300 hectáreas de la extensión original dedicadas a la cría de ganado Hereford, un parque cercano a las 30 hectáreas con robles, lapachos y magnolias.
De la otra casa erigida a fines del siglo XVIII por el abuelo de Teresa, quedan lejanos restos de una pared. Pero los turistas pueden alquilar alguna comodidad del casco, que finalmente fue levantado por el presidente de la Confederación Argentina, hoy un sector privilegiado para los hospedados que aún desean correrse hasta un segundo embalse del arroyo donde funciona el camping: su agua cristalina resulta bombeada como una columna que renueva y desborda a una gran piscina que, a su vez, alimenta a un lago artificial de limitado uso náutico.
Las aguas del lago trasvasan al arroyo que, corriente abajo y unido al arroyo El Cordobés, forman el Urquiza.
Espejos de agua
Villa Teresa fue habilitada para el turismo un año atrás y se transformó en un balneario alternativo de los de Concepción del Uruguay. Pasar el día junto a la gran piscina -el veranito se extiende en esa latitud a veces semitropical- cuesta 5 pesos, con reposeras y sombrillas, además de paseos en bote por el lago, todo sin cargo, como el aprovisionamiento de agua caliente para la mateada y los impecables vestuarios. Instalar una carpa para dos cuesta 15 por día y 20 una de cuatro. Una península alberga un gran quincho con vista a las aguas, donde se comen empanadas (a 50 centavos) o una parrillada con ensalada y dos postres helados (por 10 pesos). Si lo que se prefiere son chorizos o carnes grilladas, un puente sortea un brazo del lago y deriva en la parrilla.
Se estaciona sin cargo, pero la tarifa estipula 25 pesos por día por casa rodante y 20 por tráiler.
Para hospedarse en el casco de la estancia, con derecho al uso de la zona de piscina y lago, además de usufructuar cabalgatas, paseos en carruajes y avistamiento de tareas rurales, cuesta 120 pesos diarios por una casita de huéspedes con dos habitaciones y un baño, con desayunos, comidas aparte a 10, y otra más grande, con cocina, a 165 por día y desayunos, para seis huéspedes cada una. Por ahora, el casco principal se reserva para visitas guiadas.
Lugar paquete
El uso más intenso que se da al lugar proviene de paquetes turísticos combinados de fin de semana -sábado a domingo-, base doble que cuesta 120 pesos e incluye el viaje desde Buenos Aires hasta Concepción del Uruguay con almuerzo, cena en el restaurante La Delfina y noche en el contiguo Gran Hotel, más día de campo en Villa Teresa, con asado de campo y regreso a Buenos Aires.
La combinación fue urdida por el contador entrerriano Jorge Rodenas, que compró en sociedad el Gran Hotel y también Villa Teresa, a la que debió restaurar para luego abrirla al turismo como reserva ecológica, con avistamiento de animales autóctonos y estricta prohibición de cacerías.
Las reservas se hacen por el 0442-22851/52 o consultas directas a la estancia por el 0442-23730.
Se llega en ómnibus desde Retiro hasta Concepción del Uruguay y luego en remise a la estancia. En automóvil: por la Panamericana (peaje, 1,30 peso), ramal al complejo ferrovial Zárate-Brazo Largo, que se cruza (peaje, 4,80) para internarse a través de la ruta nacional 12 hasta Ceibas, Entre Ríos, que continúa como ruta nacional 14. A 100 kilómetros de Ceibas, está el peaje de Colonia Elía (2,80) y una vez que se traspone el cruce de entrada a Concepción del Uruguay, se recorre 12 kilómetros por la 14 hasta el mojón del km 140, donde a la izquierda se abre un camino de ripio de siete kilómetros hasta las tranquera de Villa Teresa.
Francisco N. Juárez