

Londolozi -o el protector de las cosas vivientes, en lengua zulú- pertenece a la familia Varty desde 1929. En los años 70, los hermanos John y Dave se hicieron cargo de las 14.000 hectáreas. Trabajaron arduamente para combatir los arbustos nocivos que erosionaban el suelo y de esta manera volvieron las buenos pasturas y con ellas, los animales.
El resultado fue un paraíso para las jirafas, elefantes, leones, antílopes y demás. Hay también unas doscientas especies de pájaros; el águila gigante y el águila que come peces, las garzas de cabeza negra, extrañas grullas y halcones.
Junto a los baobabs
Y ese paraíso se puede visitar. Los alojamientos del lugar son ingeniosos, raros y muy bellos. Siempre junto a los baobabs, eforbias o acacias, siempre a la vera del río. El alojamiento varía desde lo absolutamente lujoso hasta otros más moderados, pero todos con balcones propios; varandas para observar y sentir los ruidos y el olor tan particular que tienen las noches de Africa.
La pileta de natación está rodeada de ébanos y tiene cascadas naturales y explosivas buganvillas. El boma o clubhouse está construido dentro de un enorme árbol caído, pero aún vivo. Allí se cena sobre ramas suspendidas a 25 metros del suelo, pero con un excelente servicio.
El rey de Londolozi es el leopardo que, además, está muy acostumbrado a la gente y a las todoterreno. Nos podemos acercar a metros.
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