

En los últimos meses, un nuevo fenómeno empezó a sacudir el orden preestablecido del turismo parisiense. Como si se tratara de una gigantesca búsqueda del tesoro, ya son legión los turistas que caminan la ciudad en busca de lugares e indicios basados en El Código Da Vinci, de Dan Brown. Si bien los misterios de la novela son eclécticos, distantes en el tiempo y el espacio -van desde el Santo Grial hasta el arcano Priorato de Sión, la supuesta descendencia de Jesús y los templarios, sin olvidar obras de arte y tesoros diseminados por Europa-, se puede elaborar con facilidad un circuito Da Vinci entre París y el Valle del Loire, a menos de 300 kilómetros de distancia.
Las millonarias cifras de venta de la novela se traducen en la masiva cantidad de turistas que se inscriben en los nuevos tours organizados en París para conocer los lugares de la intriga.
Como la novela, un circuito basado en El Código Da Vinci empieza en el Museo del Louvre. Por dos motivos. Por supuesto, para admirar o volver a admirar la sonrisa de la Mona Lisa. Y porque la intriga del libro empieza con el descubrimiento del cadáver de un conservador del museo en uno de los sótanos del noble edificio.
Un obelisco controvertido
Otra parada en este circuito es la iglesia de Saint Sulpice, una tranquila parroquia de la Rive Gauche, a pasos del corazón del Barrio Latino y del jardín de Luxemburgo. La quietud del lugar fue sacudida por la llegada de turistas que buscan objetivos mucho más profanos que la meditación y la contemplación: una buena foto y un lugar más que agregar en la lista del paseo del Da Vinci. En esta iglesia se encuentra, en efecto, un gnomon, una especie de obelisco de mármol en cuya cumbre reposa un globo de cobre. Para algunos se trata de un testimonio del Priorato de Sión, la secta secreta compuesta por los descendientes de Jesús, que indica la dirección que hay que seguir para encontrar el Santo Grial. Para otros, se trata de un instrumento astronómico que permite medir el mediodía exacto, cuando el sol reluce sobre la lámina de cobre que corre a lo largo del obelisco.
Aunque un cartel en la iglesia advierte sobre esta confusión, asegurando que las letras P y S que figuran sobre el obelisco se refieren a Pierre y Sulpice, los dos patronos de este santuario, y no tienen nada que ver con el Priorato de Sión, de poco sirve. Ni siquiera este argumento desanima a los turistas que llegan en busca de uno de los lugares clave de la novela.
No muy lejos de París, el paseo lleva hasta Amboise, el pueblo donde el genio del Renacimiento vivió sus últimos años y donde fue enterrado.
En Amboise, hoy todavía se respira cierto aire renacentista. En el castillo de Amboise y sus salas, abiertas al turismo, pero sobre todo en las calles de su diminuto centro histórico y en el Clos Lucé, una mansión de aquella época. La propiedad fue cedida por el rey Francisco I a Da Vinci, para que pudiera desarrollar sus trabajos.
En las salas del Clos Lucé se hicieron maquetas de las más fantásticas máquinas ideadas por el genio: aparatos voladores, máquinas bélicas, ideas y prototipos que se concretaron varios siglos después? Además de la visita a la mansión, se puede recorrer una suerte de parque temático en los jardines sobre la vida y las obras de Leonardo. Se pueden ver doce de las máquinas de Leonardo a escala 1:1.
Una visita a Amboise no puede concluir sin conocer la tumba de Leonardo, en una capilla del parque del castillo.
Este paseo entre las líneas de El Código Da Vinci no se detiene aquí. Dan Brown ya publicó Angeles y demonios, una segunda novela basada en las investigaciones del Profesor Langdon sobre las sectas masónicas. Mientras tanto, se está filmando una película basada en el best seller: la ocasión perfecta para que una nueva ola de turistas invada Amboise y las calles de París.
Datos útiles
En París
Museo del Louvre: abierto de las 9 a 18.45, menos el martes. Los miércoles y viernes, el museo abre hasta las 21.45.
E Internet: www.louvre.fr
Museo del Louvre: abierto de las 9 a 18.45, menos el martes. Los miércoles y viernes, el museo abre hasta las 21.45.
E Internet: www.louvre.fr
Caroussel du Louvre: abierto todos los días, se accede desde la estación de subte o desde la explanada central del Louvre. Las paredes de la fortaleza medieval del Louvre se pueden ver en uno de los pasillos del centro.
Saint Sulpice: abierta todos los días. Está en la plaza del mismo nombre. Se puede acceder desde la estación de subte Saint Sulpice.
En Amboise
Clos Lucé: 2, rue du Clos Lucé, F-37400 Amboise, (33-2-4757 0073).
En Internet
Hasta Edimburgo
El Código Da Vinci puede llevar hasta parajes donde Leonardo nunca estuvo. Así como la novela puso la discreta iglesia de Saint Sulpice entre los monumentos que hay que ver en París, lleva también turistas a la lejana Escocia. La Rosslyn Chapel, en Edimburgo, conservaría las reliquias de nada menos que María Magdalena, uno de los personajes clave del enigma de la novela. Este pequeño santuario del siglo XV, que había caído en el olvido, ve llegar cantidad de turistas en busca de un indicio, una foto, una emoción, un recuerdo de lectura, un fragmento de respuesta al enigma. Como en Saint Sulpice, la realidad y el libro son muy distintas. Pero la fantasía y la alegría de haber llegado hasta ahí superan para muchos este desfase: lo que vale es el recuerdo que uno se fabrica en cada lugar.
Pierre Dumas
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