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Patinando por un dueño




Atravesamos la ciudad para llegar al cumple de la Nati. Rejunte fashion: mucho look estudiado onda "soy rara y me tiré lo primero que encontré en el fondo del canasto de la ropa sucia y justo de puro pedo me quedó así de divino." El Turco tranquilo, yo disimulando, la Nati toda abrazos toda sonrisas, toda "Qué loco que ustedes dos estén juntos, ¿es como reee loco, nah?"

Todo venía sobre ruedas, hasta la que se calzó las ruedas y empezó a patinar fui yo. Cuando voy por el tercer gin tonic como para bajar la noche veo que no queda hielo. Me dirijo a la cocina. No encontré hielo. La heladera de la Nati empapelada de fotos. Fotos de ella en desfiles, bikini, notas de revistas y en un viaje con el Turco. El Turco y ella tirados en una playa, tomando una margarita de un mismo vaso con dos pajitas (¿Se puede ser tan grasa?), bailando descalzos en una fiesta, trepados a un scooter con los pelos volados. Cuando digo empapelado no exagero. Me hice un refill del gin tonic y analicé cada fotito con detenimiento, todas ahí, no faltaba ni una. El Turco me vio servirme el gin tonic número algo y se acercó. Casi le salto encima.

-Che, ¿qué onda esta Nati? ¿Nos va a pasar una proyección de la luna de miel también? ¿Los voy a tener que ver revolcándose?

-Pará nena que te estás comiendo cualquiera. Vení vamos...

-No, no me estoy comiendo ninguna. Decíme si es necesario que -justo Nati entró a la cocina- Che, Nati, qué onda? ¿Era una exhibición de fotos esto?

-Pará, gordi, te estás haciendo una película...

La voz de Nati sonaba en la cocina. Yo lo único que escuchaba era el "gordi" y pensé en vaciarle el gin tonic en la cara. No lo hice.

-Sorry, Nati. Vení Sofía, vamos yendo.

Y el Turco me sacó casi arrastrando del brazo y me acorraló contra un rincón mientras iba llamando al ascensor con la otra mano, furioso. La gente miraba. Yo hablaba un poquito más fuerte que lo normal, la música, el gin tonic.

En el auto ni hablamos hasta que yo pedí parar en un kiosco para comprar un Alikal para la mañana siguiente.

-El bardo que armaste fue cualquier cosa. Yo no tengo ni idea de esas fotos, ni es mí casa, ni las puse ahí, ni nada así que no me rompas las pelotas. No da que te la agarres conmigo y la verdad que todo esto así no va...

-Bueno, pará, entendé que no es copado entrar a la cocina de esta chiruza y tener que comerme todas las fotos de ustedes en pelotas revolcados en la playa como si fueras su pibe y...

-Nadie estaba en pelotas, nena, cortala. Basta.

Y toda una conversación de dos horas que no terminó en nada salvo que desde el sábado a la noche ni nos vemos, ni hablamos, ni nada y yo tengo una resaca tan grande que antes quiero que se me vaya el dolor de cabeza para después ocuparme del de corazón. Una loca de mierda, ya lo sé.

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por Redacción OHLALÁ!

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