La tercera fue la vencida. La erupción del volcán Llaima, en 2008, y un repentino conflicto gremial en la aduana chilena dos años más tarde me habían impedido concretar esta travesía. Ahora tenía una nueva oportunidad.
Recién llegado a Pehuenia, el 3 de enero último, un temblor grado 7, cuyo epicentro se encontraba aproximadamente 100 km al oeste de la villa, me daba la bienvenida a esta majestuosa tierra de volcanes.
Partí de Pehuenia al día siguiente, después de recorrer el circuito de lagunas por tierras mapuches (imperdible en bici o en auto) y dejando atrás el volcán Batea Mahuida, antes de ingresar a territorio chileno a través del paso Icalma. Hasta el hito argentino, asfalto. A partir de allí, ripio en buen estado, con un descenso interesante rumbo a la aduana chilena. Luego tomé rumbo norte, en dirección a la laguna Gallatue, Quinquén. Es un camino agradable con pequeñas subidas y un paisaje típico de estepa.
Llegué a la comunidad mapuche de Quinquén a las 15, y ahí mismo decidí prolongar mi jornada con el objetivo final de llegar a Curacautín. Ascendí abruptamente hasta la cuesta de la Fusta y luego disfruté de un descenso espectacular hasta las proximidades de Sierra Nevada, ya sobre el asfalto. Una fuerte tormenta me obligó a refugiarme en una parada de ómnibus y repensar dónde pasaría la noche.
Como está prohibido cruzar en bici el túnel Las Raíces, aproveché para hacer ese tramo en micro, el cual abordé junto con la bici sin desarmar gracias a la diligente gestión de los Carabineros apostados en la ruta. Al caer la noche, ya alojado en Curacutín, repuse enrecias -después de pedalear 75 kilómetros- con un buen plato de cordero al horno.
Al día siguiente partí hacia el Parque Conguillio, Melipeuco y Cunco. Los primeros kilómetros fueron de asfalto, antes de un durísimo ascenso obstaculizado por restos de arena volcánica provenientes del Llaima, el que estaría presente durante todo el trayecto en una actitud casi vigilante. El recorrido, vale decirlo, justifica por sí mismo todo el viaje. Los paisajes son tan sobrecogedores que emocionan: lagos, lagunas y campos de lava volcánica que se asemejan a campos lunares componen un festival para los ojos, que se va diluyendo conforme se aproximan Melipeuco y Cunco, ciudad a la que arribé cerca de las 21.
Por la mañana partí hacia Villarrica, pasando por Los Laureles y Pedregosa, con importantes ascensos y con un paisaje de interminables praderas verdes. El volcán Villarrica con su pequeña fumarola presagia la inminencia de la ciudad homónima, la cual también significó mi reencuentro con un centro urbano de importancia.
Un reparador descanso me dejó de la mejor forma para partir al día siguiente a Pucón, mi destino final, por 25 kilómetros de asfalto. Después de alojarme allí, programé mi próxima actividad, ya sin la bici: el ascenso al volcán Villarrica. Fueron cuatro horas para el ascenso y otras dos para el descenso. La experiencia, increíble.
¿Descubrimientos para compartir? ¿Un viaje memorable? Esperamos su foto (en 300 dpi) y relato (alrededor de 3000 caracteres con espacios).
MACHU PICCHU
Excelente nota, redacción amena que te permite percibir la atmósfera tranquila y a su vez activa que genera la caminata con gente tan experimentada y comprometida con lo suyo. Dan ganas de sacar un pasaje y trasladarse hacia ese ambiente de descubrimiento permanente, cada alma, en ese camino por primera vez, hace su propia historia.
cbsis6225
cbsis6225
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Tuve la oportunidad de hacer el Camino del Inca este año. Realmente es deslumbrante el recorrido, los paisajes, el esfuerzo que requiere. Ahí sos vos y la montaña. Me llevo recuerdos hermosos, gente de todos lados, un compañerismo y sentimiento únicos. Pero vivimos una hermosa experiencia gracias a esos porteadores... Esas personas trabajan por un salario mínimo, en muy malas condiciones. Sin ellos ningún turista podría recorrer esos caminos y ningún comerciante cusqueño podría llenarse de dólares y euros sus bolsillos.
maximiliano_iosa
maximiliano_iosa
ENFRENTAR EL MIEDO A VOLAR
Bien por la nota, conceptos claros, ayuda y soluciones prácticas para miedos, al menos se puede leer; superarlo es otra cosa, está en cada uno. Muy bueno el "botiquín" del final.
Mangruyo
Mangruyo
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He viajado mucho en avión y lo sigo haciendo, pero ahora, seleccionando las ocasiones. En los últimos cinco años lo hago sólo cuando es preciso. Tiene razón la periodista con eso del disco rígido mental que uno lleva consigo. Como ingeniero, me digo que las probabilidades son: ya volaste más de 50 años y todo fue bien, pero ¿hasta cuándo? Y por otro lado, elijo con qué empresa lo haré, función de lo que percibo de ella. Por lo demas, confío en Dios y la técnica. Uno ya tiene trazado su destino y contra eso... Buen domingo a todos.
condorsensato
condorsensato