

PUNTA DEL ESTE.- Encontrar a Dante Rinaldi en el muelle oficial del puerto de Punta del Este es una misión que comienza con el pie izquierdo. "Dante murió hace años", nos informa una jovencita que trabaja en una de las empresas de pesca del lugar, pero su compañera le pega un codazo suave y corrige entre risas: "No sé por qué lo enterraste si está vivito y coleando". Para los que no saben de quién estamos hablando, Dante es el marino que cada verano se embarcaba con Astor Piazzolla para pescar tiburones en la isla de Lobos.
Rinaldi está ahora en Capitán Cook, el restaurante de uno de sus hijos, a dos cuadras del puerto. Es un hombre de 82 años y, mientras termina de comer un alfajor de maicena gigante, parece preparar su garganta para narrar historias que ha contado una y otra vez a lo largo del tiempo. Resulta extraño el caso de Dante, porque se trata de un marinero que se convirtió en leyenda por sacar a pescar a una leyenda. Es que Piazzolla era un amante de la pesca de tiburón y se embarcaba con Rinaldi tres veces por semana, todos los veranos, en busca del ansiado trofeo. Hay que decir además que Piazzolla tenía una debilidad especial por Punta del Este y en la década del 80 se refugiaba en un chalet perdido en el bosque, en la zona de Rincón del Indio, donde se encerraba a descansar y comer asados.
Hablar con Dante es evocar a Piazzolla y también al Punta del Este de los pioneros, aquel pueblo de pescadores en casitas de madera sobre las rocas de la península, en el que nadie hubiese siquiera imaginado -ni en sus peores pesadillas- las millonarias torres de cristal que hoy se levantan al cielo.
El relato de este hombre engominado y de rostro curtido por el mar conmueve porque se nota que su vida fue emocionante. Tiene 82 años y habla de los dos barcos que tenía -Dante y Renata- como si fueran sus propios hijos, aunque hace una década que dejó de salir a pescar tiburones cada mañana.
"Piazzolla era muy puntual y nos pedía que estuviéramos a las 9 en el muelle listos para zarpar; si venía algún periodista a entrevistarlo a esa hora lo sacaba corriendo y le decía que se tenía que ir a la isla de Lobos", cuenta el viejo marino, a quien el músico dedicó un tango llamado El escualo .
"Me acuerdo de la primera vez que lo conocí. Se me acercó en el puerto y me preguntó: ¿Usted es Dante? Yo soy Piazzolla y me dijeron que si no saco con usted no saco con nadie. " A partir de ese momento el bandoneonista fue mucho más que un cliente que contrataba la excursión para embarcarse todos los lunes, miércoles y viernes. "Yo tenía que cobrarle porque vivía de eso, pero la verdad es que ya era parte de la familia. Nos pasábamos conversando en la cubierta mientras esperábamos el pique, hasta que a eso de las diez y media de la mañana (pescaban hasta las 3 de la tarde) me decía: Dante, déjese de charlar y apronte el mate . Y era como un mate mágico porque siempre que nos poníamos a tomar unos amargos picaba algún tiburón", recuerda, y dice que un día llegaron a levantar hasta cinco. El más grande del que tiene memoria medía unos 2,60 metros.
Lo cierto es que hace unas décadas se pescaban muchos más tiburones que ahora, y uno de los motivos es que se faenaban lobos de mar en la isla frente a Punta del Este y había buen pique porque se tiraban las vísceras al agua. En una salida embarcado se podían sacar hasta dos o tres tiburones, mientras que ahora hace falta hacer hasta cuatro excursiones para pescar uno. Se trata principalmente de tres especies que asoman con las aguas más calientes de febrero y marzo: el tiburón sarda, que puede medir hasta 3 metros; el pinta roja, y el trompa de cristal.
Dante cuenta que hace muchos años nadaba en aguas cercanas a la isla de Lobos un delicioso pez llamado pámpano, que tenía unos curiosos ojos azules de mujer, y que se extinguió con pena y gloria (hasta hoy los más viejos pescadores de Punta lo recuerdan). "Pero Piazzolla no quería pámpanos; él buscaba tiburones", afirma.
Además de ser muy puntual, el músico era muy bromista. "Le encantaban los chascos y todo el tiempo aparecía alguno en el barco que me hacía pegar unos sustos bárbaros.
"Salimos juntos a pescar durante 10 años y cuando él estuvo enfermo lo quise ir a visitar a Buenos Aires, pero su amigo Daniel Rabinovich, que también se embarcaba conmigo, me dijo que no fuera, que ya estaba muy mal", se entristece.
Hoy, en el restaurante del hijo de Dante hay muchas fotos de Piazzolla, radiante, con la mirada llena de orgullo y bravura, posando al lado de tiburones enormes capturados en las mejores jornadas de pesca. Y hasta está el disco de vinilo en el que el músico dedica el tango El escualo a su gran amigo. En ese mismo boliche se sirven también "raviolones negros de tiburón", a la memoria de don Astor.
Pero es la última pregunta la que finalmente humedece los ojos del entrevistado.
-Dígame, Dante, ¿por qué ya no se pescan tantos tiburones como antes en Punta del Este?
-Eso es muy fácil de responder. El día que murió Piazzolla los tiburones se fueron a otro lado y no volvieron más.
Fotos: Fernando Massobrio y gentileza Dante Rinaldi
Datos útiles
- Pescar tiburones en Punta del Este cuesta 120 dólares la hora
- Se pueden embarcar desde una hasta ocho personas y el tiempo mínimo de excursión es de cuatro horas
- Los barcos salen del muelle oficial del puerto y tardan poco menos de una hora en llegar a la isla de Lobos, donde se realiza la pesca de tiburones
- Se proveen cañas y carnada
- Teléfonos locales de empresas que ofrecen el servicio: 44-8955, 44-6166 y 44-4750
Por José Totah
Para LA NACION
Para LA NACION
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
