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Piamonte: fiel a los gustos más nobles

Salpicada de lagos, esta región del norte de la península despliega una belleza digna de reyes




TURIN.- Pequeña e inagotable en paisajes y tradiciones, Italia tiene regiones para salir del circuito de los clásicos de siempre, especialmente para los que gustan volver una y otra vez. Si lo que se busca es estar rodeado por los Alpes, navegar por lagos azules salpicados de islas con castillos y jardines, hay que seguir los carteles que conducen a la región del Piamonte desde el aeropuerto Malpensa (Milán), a 25 kilómetros, que recibe vuelos directos desde Ezeiza.
Su capital, Turín -Torino, en italiano- es comúnmente asociada a Fiat y también a la Juventus, por los infaltables seguidores del calcio , pero todavía son pocos los que la conocen por sus atractivos turísticos, ya que la fuerte industrialización del Norte eclipsó sus 2000 años de historia y los tesoros heredados de la dinastía Saboya.
En el futuro, no le faltarán oportunidades a Turín y a sus alrededores para mostrar su otra cara al mundo, ya que fue designada sede de los Juegos Olímpicos Invernales 2006.
Sí, será un buen momento para que se posicione como uno de los rincones más bellos del mundo, especialmente si se transmiten imágenes de los lagos Maggiore y d’Orta, donde a fines de 1800 la aristocracia modeló las vacaciones perfectas.
La capital está a toda marcha en sus preparativos con un plan de modernización. En esta etapa se está construyendo su primera línea subterránea. “Una vez fuimos la capital de Italia, luego la capital de su industria. Ahora estamos entrando en nuestra tercera gran etapa”, manifestó Paolo Verri, director del proyecto Torino Internazionale. Pero no hace falta esperar hasta 2006 para ver lo mejor del Piamonte. Y tal vez sea mejor llegar antes que el malón de turistas.

El sueño de los Saboya

Paseando bajo los pórticos que unen el Palacio Real con el río Po, o por la Piazza San Carlo, Turín recuerda su época de máximo esplendor, durante el siglo XIX, cuando ya era capital del reino de los Saboya, centro político y cultural del Resurgimiento.
Desde el siglo XVI esta dinastía había comenzado a diseñar la ciudad a la altura de París, Viena o Madrid con la labor de grandes arquitectos como Juvarra, Guarini y Castellamonte, que proyectaron Turín desde Piazza Castello a lo largo de 18 km.
El protagonismo de la ciudad en los últimos siglos puede apreciarse frente a las compuertas de los palacios y otras obras monumentales. Un circuito céntrico ideal para hacer a pie, entre sobrios edificios de estilo clasisista francés, es el que une la Piazza San Carlo con la Piazza Castello. En los alrededores de la primera se destacan las cafeterías, donde todavía flota el clima de 1900, cuando era punto de encuentro político, cultural y artístico. En el Caffe Torino nada mejor que acomodarse en las poltronas de sus salones de estilo barroco y pedir el tradicional café bicerín (con chocolate y crema de leche), tal como lo hacía Alejandro Dumas, que lo consideró en 1852 como “una de las mejores y más bellas delicias de Turín”. Del mismo modo, a pocos metros, sobrevive el paso del tiempo la tienda Paissa, que se especializaba en la venta de productos exóticos, irresistibles para la nobleza.
Por la elegante Vía Roma, poblada de tiendas de ropa, amoblamiento de primera línea y grandes librerías se llega a la Piazza Castello, donde está el Palazzo Madama, de dos caras: una de 1400, de estilo medieval y una fachada barroca de 1700, donde hoy funciona el Museo de Arte. Dominando la plaza de baldosas está el Palacio Real, residencia oficial de los reyes de Italia hasta 1865, que alojó a Emanuel Filiberto de Saboya y a Víctor Emanuel II. Y a pocos metros está la catedral de Turín, que custodia el Santo Sudario, del que puede verse una réplica, ya que el original posee una protección hermética.

Monumento al cine

La Mole Antonelliana es el símbolo arquitectónico de Turín. Fue construido en 1863 y con sus 167 metros de alto, hasta hace unos años fue catalogada como la obra de albañilería más alta de Europa. Originalmente erigido como una sinagoga y cedido al Ayuntamiento todavía en construcción, actualmente aloja al Museo Nacional del Cine de Turín.
Para los amantes del Séptimo Arte, puede ser un verdadero hallazgo, porque la historia del cine es tratada desde el sector arqueológico, donde se muestra el entretenimiento popular desde el teatro de sombras chinas de 1600. Aquí no está prohibido tocar, al contrario, todo es interactivo. Nada más emocionante que poder asomar el ojo por la mirilla de las linternas mágicas -hay más de 200-, disfrutar de los praxinoscopios, que, con la acción de una pequeña calesita permiten tener la ilusión de ver dibujos en movimiento. Una clásica diversión de los tiempos en que no existía la fotografía.
El museo de 5 pisos y 3200 metros cuadrados es ideal para visitar con tiempo. El salón central, tenuemente iluminado, ofrece proyecciones para ver cómodamente recostados en una butaca con sonido estéreo en los cabezales, mientras los ascensores suben y bajan hacia la cúpula del edificio. También se pasan películas en varias instalaciones dedicadas a los géneros: hay una surrealista con inodoros-butacas, y otra con una pantalla empotrada en el techo de una cama con baldaquino, que está dedicada a las románticas.
Mientras uno camina puede ver los trajes que usó Rodolfo Valentino en Sangre y arena (1921), ver guiones originales como el de Ciudadano Kane , de Orson Welles, afiches de época y toparse con la frase de Antoine Lumiére que dice: “El cine es una invención sin futuro”, datada el 28 de diciembre de 1895.
El Museo Egipcio, creado en 1824, tiene otra de las colecciones que enorgullecen a la ciudad. La visita por sus tres pisos requiere como mínimo de dos horas y si se quiere ver algo en particular, está clasificado por las diferentes campañas de excavaciones.
Impacta en la primera sala una momia en estado natural de más de 6000 años a.de C. que fue encontrada sepultada en la arena. Se la ve en posición fetal rodeada por sus objetos, como unas sandalias de hojas de palma, que dan cuenta de que en esa época existía el culto por los muertos, tema que se repite en todas las salas.

Mitos y papiros

La colección de papiros más importante del mundo está en este museo, con datos históricos que destruyen mitos, por ejemplo, como el que dice que hubo esclavitud en Egipto, según afirma Clarita Buena, guía de turismo.
Estatuas de pie, sentadas y arrodilladas colman las salas, pero entre lo que más se destaca es el Templo de Ellesiya, dedicado al faraón Tutmosis III (1479-1425 a. de C.) regalado por Egipto en agradecimiento a la ayuda que brindó Italia por el rescate de los monumentos antes de que llegaran las aguas del lago Nasser.
Se lo puede ver a Ramses II junto a su primer hijo y la reina Nefertaris, en basalto, con buitres y cobras en las coronas y 9 arcos de guerra dibujados junto a sus pies, sus poblados.
Con más de 38 museos, paseos palaciegos, jardines, barrios con el legado romano, y tantos lugares que remontan en el tiempo, Turín está decida a pisar fuerte en el mapa turístico europeo.

Por las alfombras rojas de las residencias reales

Para ver cómo los Saboya celebraron su dinastía a lo largo de los siglos nada mejor que hacer un recorrido por sus castillos y villas. Merecen una visita el Palacio Carignano, obra de Guarini, sede del primer Parlamento italiano y actualmente Museo Nacional del Resurgimiento; el Castillo del Valentino, de estilo francés, erigido en el siglo XVII a orillas del Po, y la Villa de la Reina, la residencia preferida de Ana de Orléans, la primera reina saboyana.
El Palacete de Caza Stupiningi (1729), en dirección recta al Palacio Real, es un testimonio de una época en que la nobleza era mantenida aislada del poder con salones de juego y grandes fiestas. En su decoración puede observarse la evolución del estilo barroco y lo que la moda dictaba por el comercio que se practicaba en los grandes viajes en barco. Los muebles y pinturas chinas gustaban tanto que hasta fueron reproducidas por artistas locales.

Entre castillos flotantes y verdes colinas

STRESA.- Los ventanales que dan al lago Maggiore parecen encerrar la imagen de un cuadro: los días de bruma se ven castillos flotantes y cuando el sol irradia con toda su luz, las islas Bella, Madre y de los Pescadores develan sus encantos sobre el espejo.
Alfombras de flores rojas prendidas en los techos de casas y restaurantes, barcas ancladas que se mecen suavemente y la estampa de sus antiguas iglesias y mansiones componen el paisaje creado por las aristocráticas familias Visconti y luego los Borromeo, durante los últimos cuatro siglos.
“Es el lugar más voluptuoso que haya jamás visto en el mundo. La naturaleza encanta con miles de seducciones desconocidas y se siente un estado de rara sensualidad y refinamiento”, describió Flaubert. Igual que el novelista francés, muchos viajeros de la elite europea se sintieron atraídos por los pueblos del distrito de los lagos, como Stresa, Arona, Baveno y Belgirate, tanto por la agradable temperatura como por la belleza de las flores.
Durante la belle epoque el lago Maggiore gozó de su mayor esplendor. Fueron los escenarios elegidos como lugar de descanso por la reina Victoria de Inglaterra, Toscanini, Hemingway, Shaw, Churchill y Stendhal.

La isla con proa

Los barcos públicos que parten de Stresa permiten saltar de una isla a otra. Que son bien diferentes entre sí, por eso vale la pena hacer una parada en cada una, excepto en Isla Bella, que está cerrada al público porque todavía los Borromeo la eligen para descansar. Difícilmente encuentren un lugar parecido: en el siglo XVII fue edificada con la forma de un barco, con un castillo en la supuesta proa y jardines en la popa.
Sí se tiene acceso a Isla Grande, donde está el Palacio Borromeo, del siglo XVIII, rodeado de un jardín botánico y la Isla de los Pescadores, más sencilla y llena de vida, habitada por artistas y por los mismos pescadores que hacen posible deleitarse con manjares frescos.
Abrazado por colinas y mansiones, el lago d’Orta se gana los suspiros de los viajeros. Su única y pequeña isla San Giulio di Orta ofrece un paseo para relajarse. Entre otros pocos habitantes están las monjas de clausura del Monasterio Benedictino, que elaboran el pane de San Giulio y la basílica (1100) que invita a recorrer dos circuitos, el del silencio y el de la meditación, guiados por carteles que, por ejemplo, rezan El silencio es el lenguaje del amor.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión US$ 929
Pasaje de ida y vuelta hasta el Aeropuerto de Malpensa , volando con Alitalia, con tasas e impuestos incluidos, más los traslados a Turín, a 140 km de distancia.

Alojamiento

* * * desde US$ 80
Habitación base doble, en Turín, con desayuno incluido.

Museos en Turín

  • Egipcio. Vía Accademia delle Scienze, 6. www.museoegizio.org
Torino Card es un pase válido por 48 horas que permite entrar gratis a los museos, obtener descuentos del 15 al 40 por ciento en espectáculos y viajar gratis en los transportes públicos. Vale 14 euros y se consigue en los puntos de información turística (Piazza Castello 161)

Más información

Oficina de Turismo de Italia (ENIT). Av. Córdoba 345; 4311-3542. Atención de lunes a viernes, de 10 a 13 y de 15 a 17. www.enit.it

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por Redacción OHLALÁ!

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