

Cuando se viaja con chicos hay una distancia grande entre el viaje que uno fantasea -resabios de un ideal mochilerístico- y el que realmente se puede hacer. Ninguna vacación se disfruta del todo si el más chico pucherea porque hace seis horas que se fríe en el auto y el mayor convierte la cabina en el campo de batalla de un berrinche fenomenal. Si el paseo rutero es por el noroeste argentino, hay tramos hermosos y otros que es mejor evitar, parajes y ciudades kid friendly y otras no tanto. Esta es la crónica de un periplo familiar de una semana, que arranca con auto alquilado en el aeropuerto de Salta, baja hasta Cafayate y sube hasta Purmamarca y Tilcara.
La siesta de San Carlos
San Carlos es un pueblito sobre la ruta 40, a 24 kilómetros de Cafayate. En un tiempo lejano pudo haber sido capital provincial, pero perdió por un voto contra la ciudad de Salta. El despecho se siente, en algún punto, al contemplar la plaza desierta, que cruzan unos pibes recién salidos de la escuela y un par de perros viejos. En la esquina de la Iglesia San Carlos Borromeo, la más grande de los Valles Calchaquíes, unos flacos abren una cerveza de litro y cranean el plan perfecto para escapar de esa postal silenciosa de casitas blancas.
Aquí la paz sólo se quiebra en algunas fechas especiales, como la fiesta del patrono San Carlos Borromeo, el 4 de noviembre, la fiesta del Barro Calchaquí o durante los carnavales de febrero, con la ciudad tomada por copleros, murgueros y bailarines.
Pero hagamos un flashback porque este viaje comienza una posta antes, llegando al aeropuerto de Salta en un vuelo de tarde. Después de levantar el auto (1000 pesos diarios en la categoría económica), una buena opción es dormir en San Lorenzo, pintoresca villa ubicada a 12 kilómetros de la capital provincial, donde muchos salteños tienen casas de fin de semana; y, a la mañana siguiente, tomar la ruta 68 hacia el Sur para rodar los 168 kilómetros que desembocan en Cafayate, cuna misma del vino torrontés.

Primero es el Valle de Lerma, con sus tonalidades verdes, que de a poco cede a la aridez y los colores ocres del ascenso. Se intercalan pueblitos (Cerritos, Alemanía, Coronel Moldes) y la posibilidad de vivir una aventura hídrica en el dique Cabra Corral, donde se da bien la pesca del pejerrey, la navegación en catamarán o, para los adrenalínicos, el bungee jumping.
A poco más de una hora estamos en jurisdicción de la Quebrada de las Conchas, enorme cañón rojizo en el que se destapa un Disneyworld de formaciones rocosas: la Garganta del Diablo (una cueva gigante en la montaña), el Anfiteatro, el Obelisco (una gran piedra erguida), El Hongo, El Fraile, Las Ventanas y todas las formas imaginables. Una ruta perfecta para hacer con chicos: no es un trecho largo desde Salta y el festival de formas rocosas los mantiene entretenidos.
El primer berrinche se declara, justamente, en una parada en la Garganta del Diablo, donde los gritos de cansancio del más chico -de dos años- se amplifican por el eco natural del sitio y generan el mismo efecto que Axl Rose cantando a capella. La tormenta se aplaca con una promesa o una mentira a medias (así pasa en general con los berrinches), la de ir a conocer al Sapo Pepe. Es que más adelante en la ruta hay una nueva geoforma de arenisca llamada El Sapo. Y no, no canta, pero es una gran personificación del anfibio y sirve para aplazar la pataleta.
A medida que el camino pierde altura, el valle se despliega con sus viñedos y Cafayate se anuncia a lo lejos. Esta ciudad, que resume gran parte de su vida en la plaza principal, poblada de restaurantes y artesanos, es una suerte de bodega a cielo abierto, porque cada establecimiento abre sus puertas para degustaciones. Así como es entendible que el vino todavía no esté en la agenda de los pibes (por suerte), quizá tampoco la Catedral, el Museo Arqueológico Rodolfo Bravo o el Museo de La Vid y el Vino. En cambio, un plan divertido es conocer el tambo caprino Cabras de Cafayate, a pocas cuadras del centro. Aquí se enseña, en forma muy amena, el proceso de producción de quesos y leche de cabra. Durante la visita se registró el nacimiento de un cabrito, lo que generó revuelo en la tropa infantil (sobre todo en el mayor, que tiene cinco) y preguntas del estilo "¿de donde vienen los bebes?" y "¿mamá, vos tenés una cabra en la panza?".
A pocas cuadras de las cabras y a metros de la plaza principal, se llega a La Última Pulpería, especie de cueva de Alí Babá que atesora lanas, frutos secos, quesos y, de yapa, un tal Miguel, el dueño, que mira desde el mostrador con cara de pocos amigos.

Subiendo vía Cachi
Si llegó al aeropuerto de Salta, durmió en San Lorenzo y enfiló hacia el Sur, hasta Cafayate, hay un par de alternativas para subir en el mapa si se intenta ir hasta Purmamarca y Tilcara. Una de ellas es vía Cachi, pero aquí va un aviso: en los papeles no parecen muchos kilómetros desde Cafayate (157 nomás), pero una gran parte del camino es de ripio, arena y tierra, y hay que avanzar bastante despacio con el auto (se tardan entre 3 y 5 horas a ritmo tranquilo). Siempre se debe chequear el estado de la ruta antes de partir, porque en época de lluvias la cosa se complica.
Por la ruta provincial 40, camino a Cachi, se suceden los pueblos: después de San Carlos vienen Angastaco, Molinos y Seclantás, capital del poncho salteño y el vino patero. Una vez en Cachi, se descubre una joya colonial a 2280 metros sobre el nivel del mar, con casas blancas que reverberan al sol, bajo la custodia del Nevado de Cachi, de casi 6400 metros.
Vale la pena pernoctar en Cachi (no se consiguen cielos más estrellados) y pasear por el Museo Arqueológico Pío Pablo Díaz, curiosear la antigua Iglesia de San José y echar un vistazo al mercado municipal de artesanías. No se puede decir que estos programas sean particularmente para chicos; tal vez el encanto del lugar es caminarlo sin prisa, lagartear en la plaza silenciosa y cruzarse al Oliver Wine Bar a comer algo. El disfrute de Cachi es no hacer casi nada. Como acá el tiempo parece detenido, no es mala idea desconectarse. Quizás sea ese feliz apunamiento lo que hace que, a la noche, los muchachos duerman de corrido, un regalo para padres y conductores de oficio.
Rumbo a Volcán
En este punto del viaje hay un dilema clave si se quiere seguir hasta Purmamarca: tomar el camino de cornisa, que puede demorar hasta diez horas; o regresar a Salta, por la Cuesta del Obispo, con el clavo de sus 250 curvas de montaña, para luego seguir desde la capital provincial hasta Purmamarca por el asfalto de las rutas 52 y 9.
Si la opción es regresar a Salta (con curvas y todo, lo más recomendable si se viaja con chicos) y tomar la ruta 9, pasando por el costado de San Salvador de Jujuy, una buena parada antes de Purmamarca es Volcán.
En la entrada de este pueblo, enmarcado por un cordón montañoso teñido de rojos y naranjas, hay una estación de trenes de 1905, con un viejo vagón dormido y un gran hangar donde funciona la Feria Campesina de Quebrada y Puna con tejidos, alfarerías, instrumentos musicales y productos de cuero y madera. A 20 minutos, pasando por Tumbayá, se encuentra Purmamarca, con el cliché invencible de su Cerro de los Siete Colores.
Calles de tierra angostas, con puestos que venden guitarritas, quenas, palos de lluvia, víboras de madera y coca para mascar, desembocan en el corazón de la plaza. Durante agosto se celebra el ritual de la Pacha Mama en cada uno de los pueblos de la Quebrada de Humahuaca, desde Tumbaya hasta Maimará, Tilcara, Uquía, Huacalera o Humahuaca. En la plaza principal de Purmamarca, se forma una larga procesión para arrojar comida (maíz, empanadas, vino, papas, habas, quinoa, coca, cigarrillos, yerba) en un agujero hecho entre los adoquines.

La ceremonia es emocionante y los chicos también se ponen en la fila con la intención de arrojar sus presentes más valiosos: un chupetín Pico Dulce y medio alfajor de maicena machacado por el viaje. "Hace poco que se hace este festejo en las plazas de los pueblos; desde siempre es un ritual familiar, que se celebra en cada casa. Nosotros preparamos la tistincha, que lleva patas de llama, maíz, verdura, y la hacemos hervir toda la noche", cuenta Imelda, una artesana que dejó su puestito para hacer su ofrenda.
El mejor momento para distinguir los colores de los cerros es el sol de la mañana, que pega de frente en las rocas. El paseo tradicional de Purmamarca es el de Los Colorados, una vuelta de 3 kilómetros por atrás del pueblo y del Cerro de los Siete Colores, corcoveando hasta desembocar otra vez en la salida a la ruta 9. El trayecto se hace a pie, a caballo, en bicicleta o en auto.
La Gesell de la Quebrada
No tiene nada del balneario pero muchos bautizaron a Tilcara como "la Gesell de la Quebrada", por su crecimiento turístico (un poco anárquico) durante los últimos años. 22 kilómetros al norte de Purmamarca, Tilcara parece empotrada en los cerros. Otra vez la plaza es el centro neurálgico, con restaurantes de antología (Arumi, de la chef Ana Laura Mellado, se lleva todas las loas). Por la noche, Tilcara es un Aleph de mochileros de todo el mundo y se escuchan fácil cinco idiomas distintos.
Una excursión familiar sencilla es subir en auto hasta la Garganta del Diablo (claro que no es la misma Garganta del tramo Salta-Cafayate), dejar el coche y bajar hasta una cascada cristalina que discurre en el fondo de un profundo cañón. Al mediodía, el gremio infante reclama su dosis de empanadas y el sitio ideal para sentarse a comer son los banquitos de la plaza. Además de la comida, se entretienen un rato largo con ese tamborcito de dos caras -un instrumento de percusión llamado Maracatán o Tambor Den Den- que usó Daniel Larusso para ganarle al malo en Karate Kid 2. Y que, en verdad, no es originario del NOA sino de Japón.
Desde Tilcara, otros paseos cercanos son los pueblos de Huacalera (con su monolito que honra el paso del Trópico de Capricornio) y Humahuaca. A 24 kilómetros de este último poblado, por camino de tierra y en pendiente hasta 4000 metros de altura, se arriba a las Serranías del Hornocal, con su cerro de 14 colores.

Vuelta a la Linda
Claro que se podría seguir subiendo por la ruta 9 hasta la bifurcación a Iruya y más allá también. Pero el viaje ya tiene suficiente información para elaborar y es tiempo de regresar a Salta a pasar la última noche. Son menos de tres horas de ruta desde Tilcara y, si se llega a la Linda cerca del mediodía, se puede aprovechar la tarde para subir en teleférico con los chicos al cerro San Bernardo o jugar en los botecitos del lago del parque San Martín.
Buen momento para terminar un viaje en auto por los valles y quebradas del noroeste. Si los pibes la pasaron bien y el umbral de berrinches permaneció en niveles aceptados por la Convención de Ginebra, habrá sido todo un éxito.
Datos útiles
Cómo llegar
Aerolíneas Argentinas y Latam ofrecen vuelos diarios de Aeroparque a Salta. A partir de 3500 pesos por adulto en clase económica.
Alquiler de autos
Alquilar un auto económico en el Aeropuerto de Salta cuesta unos 1000 pesos diarios, con kilometraje ilimitado. Algunas locadoras salteñas tienen mejores tarifas, como A Rodar Rent a Car (www.arodarrentacar.com.ar); Perfil Rent a Car (www.earth.todowebsalta.com.ar); Andina Car Rental (www.andinacarrentalcom.ar)
Dónde dormir
Hotel Sheraton (Salta). A diez cuadras del centro de la ciudad y con una vista panorámica del Valle de Lerma. Tiene piscina al aire libre y el Neptune Pool and Spa Center. Tarifas entre 1800 y 3500 pesos la noche. www.sheratonsalta.com
Hotel Amalinas (San Lorenzo). Ubicado en el kilómetro 11,5 de la ruta provincial 28, a 10 minutos del centro de Salta. Tarifa habitación doble: 1400 pesos la noche. www.amalinashotel.com
Hotel Grace (Cafayate). Es un hotel de lujo, con spa y villas residenciales en una estancia de 500 hectáreas en Cafayate, con cancha de golf propia, vinos de autor y deportes hípicos. Tarifa especial desde 165 dólares por habitación durante septiembre. www.gracehotels.com/cafayate
Hotel La Merced del Alto (Cachi). Ubicado al pie del Nevado de Cachi, destaca sobre un valle rodeado de cerros, ríos y arroyos. Tarifa habitación doble: desde 2000 pesos (IVA y desayuno incluido. www.lamerceddelalto.com
Hotel La Comarca (Purmamarca). Ubicado en el kilómetro 3,8 de la ruta nacional 52, en Purmamarca, Jujuy. Tarifa habitación doble: 2300 pesos la noche. www.lacomarcahotel.com.ar
Hotel Terrazas de Tilcara (Tilcara). Ubicado en Calle de la Sorpresa, esquina San Martín, con una vista preciosa sobre la ciudad. Tarifa habitación doble: 2280 pesos la noche, impuestos incluidos. www.lasterrazastilcara.com
Hotel El Reposo del Diablo (Tilcara). A cinco cuadras de la plaza central, construido con materiales autóctonos, con piscina. Tarifa habitación doble: desde 1360 pesos la noche, en efectivo. www.reposodeldiablo.com
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
