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Por amor a Río de Janeiro




Ya casi no la recordaba lo linda y lo sensual que es Río de Janeiro. Había pasado mucho tiempo desde cuando la vi por primera vez. Era tiempo de volver.
Y la encontré brillante, limpia y, a pesar de lo que se dice, menos peligrosa que en aquella oportunidad.
Reconozco que estar albergada en Leblon da ciertas seguridades. El primer impacto me hizo quedar pegada a la baranda del hotel, como en trance. Ver esas playas infinitamente doradas con el mar rugiente e imponente, que va y viene en una especie de caricia, sin cesar. Las palmeras verdísimas, protegiendo a los caminantes del sol.
Al costadito las bicisendas y los lugares para caminar, correr y andar en bici, todo dentro de una escenografía natural y única. Se entiende por qué dicen que la cidade maravilhosa es uno de los lugares donde la gente vive más feliz.
Me habían quedado pendientes dos lugares emblemáticos: el Cristo Redentor (una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo) y el Pan de Azúcar. Y esta vez contratamos a Joao, un taxista carioca, simpático e histriónico a la vez; quien también hizo de fotógrafo por el mismo precio. El día era clarísimo, se podía ver acá, allá y más allá? Desde estas alturas no se sabe hacia dónde mirar. Es demasiado: los morros con sus casitas prácticamente colgadas. El mar rodeándolo todo. Realmente asombroso. También aconsejan la experiencia de hacerlo en helicóptero. Almorzar en Santa Teresa, entre sus casas viejas y sus adoquines es una óptima opción. Muchos argentinos la llaman la San Telmo carioca. Se llega con el bondinho (tranvía) amarillo.
Unos amigos franceses me habían recomendado Prainha. La atracción del lugar consiste en la perfecta combinación de un mar con olas fuertes y rodeado de morros. Un lugar donde es casi un milagro conseguir donde estacionar los fines de semana.
Otro lugar para comer a buen precio muy buenos pescados de la región es Pedra de Guaratiba, una pequeña y encantadora aldea de pescadores.
Nadie debería irse de Río sin haber estado al menos un rato en Copacabana. Sólo hay que ser cuidadoso y luego? ¡A disfrutar! En esta zona se encuentra la mayor concentración de hoteles y algunos con detalles de lujo. Es la playa más popular y allí se realiza el Reveillon, donde asisten más de 2 millones de personas. Y también, donde los cariocas expectantes recibieron la noticia de que se harían, el Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.
La noche local tiene su espacio en los arcos de Lapa, que dejó de ser un lugar poco recomendable para convertirse en el foco de la noche carioca. Para sambar o intentarlo mientras se degustan distintos tragos.
Por Bet Da Vinci

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