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Por las calles de París, a salto de rana

No estaba todo inventado, faltaban los tours por la capital francesa a bordo del querible Citroën 2CV




Así como París no sería París sin la Torre Eiffel, las rutas de Francia no serían las mismas sin los 2CV de Citroën. Las ranas, como se las conoció aquí, son todo un emblema de los años en que el auto empezó a ser accesible para una clase media que empezaba a aficionarse a los viajes.
Ahora que están retirados del uso cotidiano, la idea de utilizarlos para paseos turísticos permite recuperar todo su encanto en el marco ideal de la Ciudad Luz: sin duda, no es de lo más confortable ni de lo más exquisito, pero sí tiene mucho charme y es como entrar de lleno en una postal, o en una foto de Doisneau.
En Francia, donde un tradicional juego infantil invita a pellizcar al de al lado cada vez que se divisa un 2CV verde (lo más parecido que puede haber a una rana con motor), todo el mundo tiene una anécdota con una deudeuche, como se la llama familiarmente. Anécdotas tanto positivas como negativas, a decir verdad: porque si bien muchos se encariñaron con el que fue su primer auto, otros tantos padecieron largos minutos detrás de su silueta redonda en rutas de campaña, donde era casi imposible sobrepasarlos.
Ahora que no se fabrica desde hace más de quince años, y que se los ve cada vez menos en las calles y las rutas, poder visitar París desde su banqueta trasera (otro rasgo inolvidable, sobre todo para el tercer ocupante, el que va sentado justo sobre la barra de metal que divide la banqueta en dos), saltando sobre los adoquines al ritmo de sus particulares suspensiones, es una experiencia que se puede llamar única... en todos los sentidos de la palabra.
El 2CV fue sin duda uno de los autos del siglo XX. Nació para acompañar la reconstrucción de Francia luego de la Segunda Guerra Mundial y el crecimiento económico de las Trente Glorieuses, los treinta años de fuerte despegue económico y transformación social que vivieron las familias francesas hasta los años 70.

Un paraguas por techo

Durante más de cuarenta años se fabricaron exactamente 5.114.961 unidades. Primero en los talleres Citroën de Levallois, en los suburbios de París, y luego en lugares tan disímiles como Bélgica, Inglaterra, la ex Yugoslavia, Portugal, Irán, España, Chile y la Argentina.
No fue un auto cualquiera, y su silueta inconfundible atrajo incluso al presidente de Francia en los salones del Auto de los años 50. También fue protagonista de travesías increíbles, como la carrera París-Persépolis-París y vueltas alrededor del mundo. Sin olvidar que el 2CV fue personaje de historietas: en Francia motorizó a Tintin, y en la Argentina nada menos que al padre de Mafalda.
Ahora la rana puede agregar una línea más a su extenso currículum, ya que se ha convertido en guía turística por las calles de París. La empresa que organiza y propone este servicio se llama 4 Roues sous un Parapluie (cuatro ruedas bajo un paraguas), un nombre que recuerda la precariedad del techo del vehículo: una lona que se ajusta o se saca del armazón metálico según el clima, si no se sale sola por la velocidad -relativa- del auto?)
Por supuesto, los autos de estos particulares city-tours fueron reacondicionados: los techos se remueven para permitir una vista de 360º sobre París y sus monumentos, y hay hasta cierto nivel de confort, con asientos traseros de terciopelo.

Recorrido à la carte

Se puede elegir entre dos recorridos o un servicio personalizado, de día o de noche (para agregar más luces a un paseo que desde su reciente creación ya se perfila entre los más románticos de la ciudad). El Essentiel Tour es un paseo de una hora y media (si los embotellamientos lo permiten, por supuesto) por los principales monumentos de París: Tour Eiffel, Arco del Triunfo, Champs-Elysées, Louvre, Notre Dame, Les Invalides, la Concorde, la Madeleine y la Opéra Garnier. En cada lugar se hace una parada mínima, para tomar al menos una foto con el 2CV en primer plano.
La otra opción es el Magic Tour. A pesar de este nombre, que recuerda los shows del Moulin Rouge, es una extensión del paseo esencial hasta Montmartre, la Place des Vosges, la isla Saint Louis y la orilla izquierda del Sena, en el Barrio Latino.
Por último, el Unique Tour es una propuesta à la carte, donde el pasajero arma un recorrido a su gusto para ver París en tres horas y algo más, con las paradas que quiera? y los tiempos que las calles dispongan.
Antes de subir al auto, la empresa aclara que no se responsabiliza por los atrasos, las calles cortadas y huelgas de transporte, que derivan en caos de circulación, todas eventualidades que siempre hay que tener presente cuando se circula por París.
Si en Hollywood hay que cumplir con el ritual de un paseo en limousine para sentirse como una estrella, en París ahora se puede encender la nostalgia con más modestia y encanto a bordo del 2CV. Un auto que le valió a Citroën una ola de protestas del mundo entero, cuando anunció el fin de su fabricación.
Los más fanáticos mandaron a la sede de la empresa un 2CV blanco cubierto con 1832 firmas como petición para continuar su producción.

Datos útiles

4 Roues sous un Parapluie

Los paseos se contratan para un mínimo de dos personas. El Essentiel Tour cuesta 45 euros por persona; el Magic, 85, y el Unique, 100 (tres horas de duración, más 25 la hora adicional). Reservas por el 0800 800 631 (llamada gratuita en Francia). Más datos en www.4rs1p.com .

Informes en París:

El sitio oficial de la Oficina de Turismo y Congresos de París es www.parisinfo.com , e incluye información en español.

Todo sobre el 2CV Citroën

Sitio argentino dedicado a la adoración del Citroën 2CV y sus derivados: http://usuarios.lycos.es/citroen3cv/ .
Por Pierre Dumas
Para la LA NACION

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por Redacción OHLALÁ!


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