Por qué a veces estamos de peor humor que otras
4 de julio de 2018 • 00:19
Hipersensible, vulnerable... o directamente insoportable. Todo te saca o te molesta y siempre estás a cara de perro. Acá, algunas puntas para no explotar. - Créditos: ilustración de Flopa.
Si te buscan, te encuentran. Si te encienden, explotás. Tu mecha está corta y el horno no está para bollos.
¿Cuál es el problema? Realmente ninguno. Fastidiarse y expresarlo es liberador, pero cuando es todo el tiempo, por cualquier pavada y a una escala ridícula, lejos de descomprimir, desconcierta.
La irritación es un estado de enojo muy grande. Puede darse por hipersensibilidad, un roce constante, un contacto que produce rechazo, pero también por causas nada obvias. Si vas a explotar, antes detectá por dónde viene la fuga...
Estás pasada de rosca
Vivís como en la colimba: dormís poco, con una dieta justa, una agenda de locos y la diversión, te la debo. Vas al trote guiada por una sargenta que controla tu productividad y que pasa desapercibida porque ¡sos vos misma! y sentís que tu máxima efectividad te tiene robotizada. El problema está cuando la sargenta traspasa las fronteras de tu voz interior para contagiar el tono con el que tratás a los demás cuando algo (¡casi todo!) te molesta. Tomá nota: no sos una soldado y tus emociones están ahí para manifestarlo.
¿Y entonces? Todas necesitamos "hacernos la rata" de las obligaciones: comer cosas ricas –sí, chocolate–, reírnos de pavadas, retozar al sol, cantar en la ducha un hit de Ricky Martin o sentir el vientito en la cara. Necesitamos enredarnos en las sábanas con nuestro gato o nuestro chongo. O un vinito con una amiga para reírnos un rato. El ocio y la diversión no son lujos, sino que están relacionados con nuestra capacidad de reconstruirnos físicamente y resetear la ansiedad. Cada vez que "te vas" de tu "yo adulta", podés reiniciar tu vida con una mirada más fresca ¡y tolerante! de las cosas que cuando estás cansada te parecen el fin del mundo. El "recreo" es un tema muy adulto.
¡Porque hay rosca, de verdad!
Suben los precios, tu camino al trabajo está cortado, no lograste entrar en el subte y te enteraste del resultado de tus paritarias, en una semana en la que está pronosticada lluvia todos los días. Como a un perro cuando le sacás la comida o un gato lastimado, tu instinto de supervivencia se encuentra exacerbado. No sabés exactamente a qué reaccionar, de qué o quién tenés que defenderte, y entonces reaccionás y te defendés de todo ¡y de todos! Es fácil olvidarse de que una también es un animalito y que reacciona como tal cuando se siente en un contexto "depredador". Esto explica por qué, desde que saliste de tu casa, ya te peleaste tres veces con gente que ni conocés.
¿Y entonces? Identificá al enemigo. ¿Estás sobreinformada? ¿Acaso leer debates en Twitter se convirtió en tu hobby? Como buena "animal", podés buscarte un refugio mental, atrincherarte en un lugar seguro y esperar a que pase la tormenta. Retirarse del caos es supervivencia.
Hacés todo demasiaaaado bien
Sos un ejemplo moral, estético, de madre, de esposa y de amiga. Te gustan las cosas bien hechas, las fotos bien sacadas, las marcas personales y los mensajes claros. Estás atenta a los detalles y –¡danger!– pedís lo mismo a cambio. Es fácil que la gente te busque para resolver problemas, pero también que huya de vos para no salir siempre mal parada con la comparación. Tu don es detectar fallas ¡y transmitirlas!, que puede ser didáctico, y también enervante.
¿Y entonces? Hay que elegir qué batallas librar y qué cosas dejar como están. Respetar lo que percibís como "fallas" es respetar que hay otras formas de vivir en este mundo. Apartarte de las cosas que te enojan a veces es más fértil que intentar cambiarlas.
Estás hormonal
Te saca cuando, después de un enojo justificado o un ataque de ira, alguien te pregunta: "¿Te vino?". ¿En serio? ¿Solamente podemos reaccionar, alzar la voz o despotricar porque nos vino? Es cierto que una vez por mes, la mayoría de las mujeres tenemos una cita con el estrógeno, el cortisol y la progesterona, que pueden ponernos un poco más irritables y entonces puede decirse que nuestra irritabilidad es endocrinológica. Pero ojo, no es causa-consecuencia, no a todas nos pega igual y, generalmente, te está pasando algo más.
¿Y entonces? No dejes que ni vos ni nadie le eche la culpa a priori a las hormonas femeninas. Pero para saber si tu irritabilidad puede venir potenciada por esto fíjate si está acompañada de cambios físicos como foliculitis, seborrea, manchas, pelo muy graso o muy seco, poroso, uñas débiles, dolores menstruales intensos y sudoración fuerte. En este último caso, un chequeo endocrinológico no está de más.
Hay algo que realmente está MAL
No te bancás más a tu novio, tu trabajo te parece un garrón y detestás tu carrera, justo cuando estás a punto de terminarla. Pero es mucho más fácil pelearte en el laburo, agarrártela con tu vieja y pensar que querés regalar a tu perro. Las miniexplosiones parecen darte alivio hasta que un minuto más tarde caés en la cuenta de que ahora tenés el mismo drama y además ¡te llevás mal con todo el mundo! A veces te peleás justo cuando lo que más querrías en el mundo es largarte a llorar. La ira es una forma más "fuerte" de presentarse al mundo cuando hay dolor.
¿Y entonces? Intentá morderte un poco la lengua cuando estés a punto de estallar porque alguien te cruzó el auto y animate a soltarla cuando algo es íntimo y personal.
¿El sexo es tan importante?
Es cierto que lo sexual es un aspecto importante de la vida, pero no hay que ser tan literal respecto al modo. Desconfiá de los enunciados que te obligan a depender de un otro que legitimice la manera y frecuencia con la que disfrutás tu cuerpo. Y si realmente sentís que necesitás más sensualidad, buscá tu propia forma de conectarte con ella.
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