

En dirección norte, el objetivo miniturístico puede ser la curiosa ribera del dique Luján; la del Paraná de las Palmas, en Escobar, o -ahora que las aguas cedieron- los infinitos recreos y muelles de pesca con sosiego y paisaje, disponibles una vez transpuestos los puentes del complejo ferrovial Zárate-Brazo Largo.
Para los viajeros que salieron con planes de almorzar antes del paseo, no falta la escalonada oferta rutera de asadores con parrilladas a precio fijo, de tenedor libre y estacionamiento propio.
Hasta es posible dar con algún descubrimiento para agregar al listado gastronómico de lugares con encanto.
Por el Acceso Norte y el ramal a Zárate, tras el alivio del primer tramo que supera el peaje ($ 1,30) y trepar la curva elevada frente a la planta Ford, hay que dejar de lado el acceso hacia Cardenal Newman. Inmediatamente, aparece un improvisado desvío de tierra con un breve puentecito de troncos, que es el portal de La Tropilla, parrilla enclavada frente al kilómetro 40 (0488-58004) y distinguible por un mangrullo apostado donde la colectora este todavía es de tierra.
Siempre abierta, suele alistar empanadas. Su menú de tenedor libre cuesta 10 pesos y uno más por cubiertos. Sólo así se asegura la parrilla (con asadores a la vista), el salad bar, las pastas caseras, una bebida y postre.
Si se sigue por la colectora paralela a la ruta en dirección a Escobar y se pasa unos doscientos metros del desemboque de la vieja ruta 9, frente al kilómetro 41 -entre las calles Rivadavia y Belgrano, de Benavídez- está La Selva, con parrilladas y asadores de lechones y costillares de tenedor libre, salad bar, pastas caseras, bebidas y postre. Todo tarifado a 12 pesos y 6 los menores (reservas por el 0488-40502).
Mil metros más adelante está la entrada a Maschwitz por la avenida (en diagonal) Villanueva, esquina del veterano restaurante Popeye, con 32 años en el lugar donde se apostó la familia de Almenara e hijos, frente al kilómetro 42. El servicio -que supo de épocas mejores- es a la carta y se ofrece sólo de viernes a domingos. Tiene estacionamiento propio y se hacen reservas por el 0488-42235.
Más allá está la modesta parrilla El Pehuén (kilómetro 43), con tenedor libre y parrillero a 6 pesos (uno más por el servicio de mesa), con postre y bebidas aparte.
Llegar a la estancia
Un buen hallazgo para los buscadores de enclaves diferentes está doce cuadras más adelante -siempre por la colectora, en esquina Mendoza- frente al km 44 de la Panamericana. Se llama La Estancia, y es un edificio rosa, escaso de ventanas, pequeño, atiborrado de reliquias de campo, con parrilla, cocina casera y atención familiar.
Los fines de semana conviene hacer reservas (0488-42476) y preguntar por el plato del día. Es muy barato, sin manteles, con carta manuscrita y una parrilla que atiende la ya veterana Ursulina Stefani, dueña del lugar desde hace 35 años. También cocina -antes de pasar a los bifes y a las achuras- y despacha ensaladas y postres, mientras su hija Mabel marcha con un plato desbordado de empanadas recién salidas del fritador (a un peso). Las hay de rellenos diversos y hasta una empanadita gallega ($ 1,20). Las pastas con sus salsas son la mejor muestra casera (entre 3,50 y 4,50) y por 4,50 se sirve al plato un bife de chorizo o de cerdo, o de una cazuela escapan los vapores de un guiso mondongo.
La caja es una antiquísima National que está puesta en un viejo mostrador, no lejos de una veterana carabina y dos revólveres que perdieron sus cachas. Las repisas están para sostener frascos y botellas de otros tiempos, todo tipo de reliquias, como una colección de planchas a carbón, vasijas de épocas irrecuperables, marcas de ganado, farolas, estribos (siempre hay alguien que los pierde), calentadores y algún tarro lechero. Nunca cierra al mediodía y dispone cenas los viernes y sábados.
En la cuadra siguiente están El Horno y Mi Jardín. En el primer parador se anuncia a la campeona mundial de la empanada, manjar tucumano horneado frente al kilómetro 45. Las empanadas (a 1 peso) se sirven todos los mediodías, menos los lunes, como preludio de porciones parrilleras: lechón (6 pesos), pollo (cuesta 3,50 y trepa hasta 5 si se lo pide al horno de barro). Los fines de semana no hay recargo por el show de musiqueros folklóricos.
Postres para todos los gustos
Mi Jardín está al lado (reservas por el 0488-43369) y brinda un extensísimo menú de cocina y de parrilla, que se remata con 26 postres diferentes y en todo caso acumulativos, ya que es tenedor libre con bebidas y postres incluidos, a razón de 14 pesos por comensal y 6, si se trata de menores. Puede albergar hasta 320 comensales a la vez, y también abrirá desde la semana próxima un comedor contiguo a 6 pesos, también de tenedor libre, pero con bebidas y postre aparte.
Si el viajero prefiere adelantar en la ruta y, consecuentemente, comer más lejos de Buenos Aires, Posta del Molino es un amplio espacio a la altura del kilómetro 55,5, pero de la mano contraria, a la altura de Loma Verde, de la que tomó nombre un restaurante cercano. Tiene una pequeña laguna, parque de juegos para los chicos, estacionamiento propio y vigilancia. Cobra 10 pesos de martes a viernes (cierra los lunes) y 12 los fines de semana por un servicio de parrilla de tenedor libre, con bebidas y postres. Los menores de 6 años pagan 5 pesos.
Otra sucesión de parrillas, apenas se cruza el río Luján, precede a Los Talas, megaparrilla encaramada en el barranco que flanquea el acceso a Los Cardales. Luce un gran parque de estacionamiento, juegos infantiles y ponies sin cargo, para almorzar al estilo más acriollado de la ruta (también a tenedor libre, 10 pesos).
Francisco N. Juárez
SEGUIR LEYENDO


Lanzamos Wellmess, el primer juego de cartas de OHLALÁ!: conocé cómo jugarlo
por Redacción OHLALÁ!

Gala del Met: los 15 looks más impactantes de la historia
por Romina Salusso

Kaizen: el método japonés que te ayuda a conseguir lo que te propongas
por Mariana Copland

Deco: una diseñadora nos cuenta cómo remodeló su casa de Manzanares
por Soledad Avaca Cuenca
