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Praga: una ciudad de los más afinada

A orillas del Moldava, la capital de la República Checa orquesta buenos momentos con una sinfonía de riquezas medievales




PRAGA.-- Una manera divertida de conocer Praga es perderse. Podemos hacerlo sin temor durante el día o la noche, porque es una ciudad segura y nunca estaremos demasiado extraviados porque todo está cerca.
En especial en su barrio típico, Stare Mesto (Ciudad Vieja ), con palacios, iglesias, monumentos, casas, pasajes, negocios, que se fueron sucediendo desde sus comienzos, en 1230.
Aunque sea difícil comprender el nombre de las calles y su numeración, ya que tienen varias placas en colores rojos, azules o naranjas, según el distrito, número y registro municipal, no se preocupe si no entiende el mapa de su guía.
Cuando quiera salir pregunte por la calle Karlova, que es un camino estrecho que formaba parte del Camino Real y que lo lleva a todas partes.

Centro de reunión

Un punto de encuentro, antes de dejarse llevar por el capricho peatonal, es detenerse frente al reloj astronómico en la torre del Ayuntamiento. Lo que se dice el pleno centro, elegido por visitantes y residentes para disfrutar cada hora, desde las 8 a las 21, la salida de sus figuras del siglo XVI. En el lugar también funciona la Oficina Oficial de Turismo, que puede resultar una gran ayuda para orientarse mejor.
También en la plaza central abundan los hombres-sándwich, con carteles que anuncian el lugar y la hora de los muchos conciertos que se ofrecen todas las tardes y noches. A la vuelta está el templo barroco de San Nicolás, de 1732.
En la dirección opuesta está el café donde paraba Franz Kafka, a metros del lugar donde un sobre relieve recuerda que jugó al ajedrez con Albert Einstein. En la misma plaza está el imponente monumento a Jan Hus, predicador que murió en la hoguera en 1415 y la imponente iglesia de Nuestra Señora de Tyn, que comenzó a levantarse en 1365.
Este bloque de casas entre las calles Tynska, Stupartska y Mala Stupartska fue originalmente un patio fortificado de mercaderes. Mire hacia donde mire tendrá el testimonio de todos los estilos importantes. Entre ellos el Palacio de Granovsky, una de las joyas renacentistas mejor conservadas de Praga.
En torno de este cuadrado mágico, impecablemente restaurado, aparecen todo tipo de negocios. Librerías y disquerías junto a mesas en la calle para comer al fresco. Rodeados de puestos de flores y la deslumbrante sucesión de vidrieras con antigüedades, juguetes de madera y artesanías, con porcelanas y cristales de bohemia y un vasto etcétera seductor, porque los precios en Europa del Este son algo menores que en la parte occidental.
Otra tentación son las confiterías, para seguir el paseo comiendo pasteles de nombre difícil de pronunciar y dulzura fácil de apreciar.
Mientras tanto disfrute. No se trata de ir a ningún lado, sino que la gracia está en el paseo al azar por este laberinto medieval. No son muchas calles, pero cada una es un mundo de sorpresas porque al entrar por un patio no sabemos por dónde vamos a salir.
Entre paredes a pruebas de siglos hay pequeños teatros de marionetas que cantan ópera, muñecos fantásticos colgados para su venta, boutiques con ropa de última moda, jardines de cerveza bien tirada (por allí nació la Pilsen) o cibercafés.

Legado histórico

Aunque el antiguo gueto ha desaparecido, se conserva un conjunto de monumentos judíos. En el viejo cementerio, utilizado desde el siglo XV hasta el XVIII, se apiñan las tumbas góticas, renacentistas y barrocas, y está rodeado de templos, entre éstos la llamada Vieja-Nueva Sinagoga, de estilo gótico temprano, que es la más antigua existente en Europa central y sigue siendo la principal de la comunidad judía de Praga. También la Sinagoga Española, que es más reciente (1868), de estilo morisco. Hay puestos callejeros y la remera más comprada, como el tema de las postales de recuerdo, tiene el rostro de Kafka, que nació allí, en un edificio del que sólo queda el portal y que tiene una placa en su memoria en el U Radnice 5.
Déjese llevar por las calles que llevan hacia el río Moldava, donde nadan hermosos cisnes, lo que indica el respeto al medio ambiente en las aguas que celebró Smetana en sus poemas sinfónicos.
A muy corta distancia está el puente de Carlos IV, construido en 1342, que lleva hacia las alturas del Castillo y el barrio de Mala Strana, donde florecieron los alquimistas con su Callejón del Oro y las viviendas de techos tan bajos que parecen casas de muñecas.
Antes de cruzar a la otra orilla, atravesando los 500 metros del puente, hoy peatonal, podemos recorrer la parte moderna, con la plaza de Wenceslao.
Es un gran bulevar, testimonio de la Primavera de Praga en 1969, ante los tanques soviéticos, y en 1989 de la Revolución de Terciopelo, con el liderazgo del dramaturgo Vaclav Havel, luego convertido en presidente de la República Checa.
Pero no importa cuál sea el escenario, porque la vitalidad de la gente es contagiosa. Callejear es una fiesta a tiempo completo. A pesar de las barreras del lenguaje, ya que la mayoría de sus habitantes hablan sólo checo o alemán, en las zonas turísticas se manejan en inglés.
Por Horacio de Dios
Para LA NACION

A bordo del tranvía 22

Praga cuenta con 25 líneas de tranvías, aunque ninguna lleva el número 13 por superstición.
Son ideales para recorrer la ciudad de arriba abajo. En especial si toma el 22, que pasa al borde de la Ciudad Vieja y llega hasta las alturas de Mala Strana y el Castillo. Se puede comprar tickets por separado, pero no es fácil manejarse con las circunscripciones o los horarios.
Además suben inspectores poco amables, que piensan que cualquier pasajero se está haciendo el vivo. Lo mejor es sacar un pase por uno, tres o siete días, que permite el uso ilimitado no sólo en los tranvías, sino también en ómnibus y la red de subterráneos.

La música estimula los sentidos

La música empieza cuando usted llega. No importa la hora, porque se la siente en el aire.
Una experiencia imprescindible es asistir a un concierto en cualquiera de las iglesias barrocas, que tienen una acústica excepcional y el clima espiritual que ayuda a escuchar mejor.
Hay funciones todas las tardes y noches. Uno puede ir a dos recitales en el día y quedarse con ganas de más. Entre las salas se destaca el Rudolfinum, la Casa de los Artistas, al borde de la Ciudad Vieja. En un palacio neorrenacentista, construido entre 1876 y 1884, tiene la sede la Orquesta Filarmónica Checa y la sala más hermosa está dedicada al gran compositor Antonin Dvorak (1841-1904). Para muchos, el lugar preferido es el llamado Teatro de los Estados, construido por el conde Nostitz, donde se estrenó la opera Don Giovanni en 1787.
El director Milos Forman, en su película Amadeus, lo filmó con el ambiente de su época.
Mozart, que nació en Salzburgo, fue siempre muy querido en Praga.
Si no tiene oportunidad de ver alguno de los espectáculos de teatro, ballet u ópera, haga una visita guiada que será inolvidable.
En ese mismo lugar se escuchó por primera vez la canción ¿Dónde está mi Patria?, luego convertido en el himno nacional checo.

El castillo y la vigencia de Kafka

Es una vista imponente desde cualquier punto de la ciudad y esa impresión se multiplica al visitarlo.
Una tarea que puede demandar muchas horas, aun para una recorrido superficial, porque conserva el testimonio de diez siglos de historia.
Fue fundado en 870, un siglo y medio antes de comenzar la construcción de la rotonda de la iglesia de San Vito, que es otra visita imperdible.
Hay tesoros de todas las épocas, incluyendo los famosos vitrales art noveau de Alfonso Mucha (1860-1939).
Bajando la cuesta desde el Castillo, un lugar de peregrinación constante es la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, donde se venera al Niño Jesús de Praga, a quien se le adjudican curaciones milagrosas desde que fue traído de España en 1628.

Siempre presente

Franz Kafka (1883-1924) nació y murió en Praga, pero nunca la nombró en sus obras ni hizo ninguna referencia que permitiera ubicar un lugar concreto. El Castillo, por ejemplo, es sólo un símbolo. Sin embargo, es difícil dar un paso sin cruzarse con referencias continuas a su vida y obra.
Los hermosos sobre relieves, que son una de las más bellas (y fotogénicas) características de esta ciudad lo muestran a menudo. Y son muchas las librerías y cafés que llevan su nombre.
De su casa natal en el barrio judío sólo queda el portal, pero hay recuerdos de sus muchas mudanzas en la Ciudad Vieja. En la calle Celetna estaba la oficina de seguros donde trabajaba. A pesar de su mala salud le gustaba nadar y caminar y desde la Ciudad Vieja se iba a pie hasta Mala Strana, donde escribía en una pequeña vivienda de la Calle del Oro.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión desde US$ 950

Hasta Praga, con tasas e impuestos incluidos.

Alojamiento

* * * * US$ 97

* * * US$ 56

* * US$ 38

Gastronomía

Algunos platos típicos son sopa (polévka), puerco (veprovy), carne (hovezí), dumplings (knedlíky), patatas (brambory) y caldo (goulasch). Un almuerzo o cena con bebida incluida ronda los 11 dólares por persona. Comida y cerveza en un pub (pivnice) local cuesta alrededor de 6 dólares.

Más información

Oficina de Turismo de la República Checa en Buenos Aires, Villanueva 1356, 4777-1829/0435.

Internet

www.pis.cz

www.bugeurope.com

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por Redacción OHLALÁ!

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