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Prainha, la playita surfer de Río de Janeiro donde flamea la bandera azul

Point infalible para amantes de las tablas, obtuvo un importante galardón por su calidad ambiental




RIO DE JANEIRO.- Lunes, 6 AM. Los primeros rayos del sol se asoman por detrás de los morros, pero en las claras arenas de Prainha ya hay una decena de surfistas listos para meterse en el mar con sus tablas antes de ir a trabajar de vuelta al centro de Río de Janeiro.
En la zona oeste de Río, a unos 35 kilómetros de Copacabana, Prainha (Playita), con sus aguas cristalinas y maravillosas olas, es una suerte de sitio sagrado para los amantes del surf, que llegan temprano todos los días para disfrutar de este paraíso natural protegido por morros y piedras cubiertos por la exuberante mata atlántica.
En este marco único, poco conocido por los turistas, se realizan numerosos torneos y también etapas de campeonatos nacionales y mundiales de surf.
Entre semana, aunque en el mar haya muchos surfistas, la estrecha franja de playa suele estar casi desierta. Aquí suelen buscar refugio algunas estrellas de la televisión y el cine local cuando quieren descansar sin ser molestados por los paparazzi que abundan en las arenas de Ipanema, Leblon y Barra de Tijuca. Eso sí, tarde o temprano terminan integrándose a la receptiva comunidad de surfistas, que luego de perseguir grandes olas organiza pequeños encuentros con guitarra y cervezas sobre los 150 m de playa cortada por un manantial de agua dulce.
Los fines de semana, el lugar se vuelve más agitado, por lo que conviene llegar temprano; el estacionamiento sólo tiene capacidad para 200 autos. Además, en invierno el sol se esconde por detrás de los morros poco después de las 16.
Aunque a Prainha y sus visitantes les gusta el bajo perfil, este año la playa ganó el galardón internacional Bandera Azul, un certificado de calidad ambiental creado por la Foundation for Environmental Education (FEE), con sede en Copenhague, Dinamarca. El reconocimiento corrobora la calidad de las playas urbanas y garantiza la preservación del medio ambiente en ellas.
Es que esta pequeña playa está enclavada en medio del Parque Natural Municipal de Prainha, justo al lado del Parque Natural Municipal Grumari, y la Asociación de Surfistas y Amigos de Prainha hace grandes esfuerzos por mantener el equilibrio entre la naturaleza y los visitantes. Eso no quiere decir que no haya infraestructura; es más, a causa de la obtención de la Bandera Azul, la Municipalidad de Río ha renovado los baños y las duchas, el deck y la rampa de madera que dan acceso desde la avenida Estado da Guanabara, el puesto de salvavidas y todas las placas de señalización.

Como para pasar el día

Para los turistas que están cansados del gentío de las playas cariocas más céntricas, Prainha es un excelente plan para pasar todo el día. Se pueden alquilar sombrillas y sillas, hay dos quioscos con snacks y bebidas -Quiosque do Pedrão y Quiosque do Brother-, y elevado sobre uno de los extremos de la playa se encuentra el restaurante Mirante da Prainha, con un menú especializado en frescos pescados y frutos del mar; los precios son un poco caros y el servicio lento, pero vale la pena por la magnífica vista panorámica.
Frente a la playa, quienes quieran un respiro del agua pueden aventurarse a explorar los varios senderos que parten desde el ingreso al Parque Natural Municipal de Prainha, donde también hay un espacio de juegos para niños.

En camino

Llegar hasta aquí es fácil si se tiene auto; desde la zona sur de Río sólo es cuestión de tomar la avenida das Américas, que atraviesa los barrios de Barra de Tijuca y Recreio dos Bandeirantes, y una vez que se llega al canal de Pontal, doblar en la avenida Estado da Guanabara y andar 1,5 km más.Aunque no hay transporte público que conecte Prainha con el resto de la ciudad, se puede llegar en el Surf Bus (www.surfbus.com.br), un colectivo preparado para llevar todo tipo de tablas y con una capacidad para 30 pasajeros, con salidas cada tres horas todas las mañanas, a las 7, desde el barrio de Flamengo y paradas en Botafogo, Copacabana, Leblon, São Conrado, Barra de Tijuca y Recreio dos Bandeirantes. Se pueden reservar los espacios con antelación y coordinar un hotel por donde pasar a buscar a los pasajeros.
Los fanáticos del surf pueden incluso instalarse en Recreio, donde hay varias posadas y surf-houses que ofrecen traslados diarios hasta Prainha. Si se cuenta con auto y el estacionamiento de Prainha está completo, conviene revisar el estacionamiento de la vecina Grumari, una playa mucho más grande y abierta, desde la que se puede fácilmente caminar por el borde de la ruta. En Grumari hay varias buenas opciones de quioscos y restaurantes para comer. Pero el lugar es famoso por tener la única playa nudista de Río, la reservada Praia do Abricó, donde entre semana se permite el ingreso aun con traje de baño; ya los fines de semana y feriados, hasta los vendedores ambulantes andan desnudos.
Desde la pequeña comunidad de pescadores que existe en el extremo oeste de Grumari es posible también alquilar un bote para ser llevado hasta tres playas salvajes de difícil acceso, pero consideradas las más lindas de Río de Janeiro: Praia do Perigoso, Praia do Meio y Praia Funda.
Para quienes el programa de playa tiene que ser matizado con algo de cultura, la zona ofrece dos excelentes alternativas: el Museo Casa do Pontal, con una rica colección de arte popular brasileño, y el Sitio Burle Marx, la casa y los jardines donde vivió el extraordinario paisajista Roberto Burle Marx.

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