En la ruta muchas veces son una incógnita. Una rotonda, un desvío por un camino de ripio y un cartel con un nombre no demasiado familiar. Las grandes distancias de la Patagonia, a veces intimidantes, atentan contra los turistas curiosos.
Entre San Martín de los Andes y Esquel, por el circuito de los lagos, muy concurrido en verano, hay pequeñas localidades, algunas apenas un caserío, para descubrir. Están a orillas de un lago o de un río, entre las montañas, y aunque más no sea por unas horas vale la pena cambiar el rumbo, entrar en algunos de estos poblados y respirar sus aires tranquilos. O también instalarse varios días y desconectarse de la civilización.
Habitualmente, desde San Martín de los Andes la famosa Ruta de los Siete Lagos, que llega hasta Villa La Angostura, suele capturar el interés de los viajeros. Pero los que se animan a manejar entre cornisas abismales, por un camino con más piedras que ripio, rodeados de un paisaje árido e inhóspito pueden tomar el desvío a la izquierda por la ruta 63 que lleva al Paso del Córdoba. A 35 kilómetros de San Martín se llega a Villa Lago Meliquina, con vista al lago del mismo nombre.
Es una pequeña urbanización con un buen pronóstico de crecimiento y oferta gastronómica como para hacer un alto en el camino. Se está vendiendo lotes, construyendo casas y urbanizando. Apenas cruzando el puente se puede visitar el acuario, con truchas para verlas de cerca y darles de comer.
Villa Traful, sobre la ruta 61, se mantiene en estado agreste, aunque tiene una buena oferta de alojamiento y restaurantes. Se llega tanto por Siete Lagos como por el Paso del Córdoba y está prácticamente equidistante de San Martín y Bariloche. Pesca con mosca, bosques sumergidos, senderos de trekking, cascadas y un mirador panorámico son los principales atractivos.
Desde Bariloche hacia el Sur, por la ruta 40, asfaltada y en buen estado comienza una cadena de pueblitos a uno y otro lado del camino. El Bolsón y Lago Puelo son los más conocidos de la Comarca Andina del Paralelo 42, que se desparrama entre Río Negro y Chubut, pero hay otros como El Maitén, El Hoyo, Epuyén y Cholila.
Al sur de El Bolsón, siempre por la ruta 40, en un valle fértil con chacras especializadas en el cultivo de fruta fina, flores y frutas orgánicas se levanta El Hoyo. Muchos de estos establecimientos abren sus puertas a los turistas para mostrarles cómo se elaboran los dulces y las conservas caseras.
A la cascada La Corbata, que está a dos kilómetros del centro, se llega caminando por un sendero serpenteante entre bosques de coihues y cipreses. Se tarda un poco más de media hora y se puede ir en mountain bike.
Epuyén, 28 kilómetros al sur de El Hoyo, es otro pequeño pueblo rodeado de valles, pampas y montañas. Se puede entrar por la ruta que viene de El Maitén, de ripio, con una bajada abrupta, curvas cerradas y vistas panorámicas, o seguir unos kilómetros más por la ruta 40 e ingresar por el camino pavimentado.
Epuyén es un buen lugar para llegar a descansar, caminar, pescar truchas, degustar productos artesanales y también para conocer el Antiguo Molino Harinero y ver el proceso de elaboración de harina, en forma casi artesanal, con trigos cosechados en la zona.
El Maitén, en el límite entre la precordillera y la estepa, es famoso por la estación del Tren Andino Patagónico, La Trochita.
Para llegar, quince kilómetros antes de El Bolsón, empalmar con la ruta 6 por camino de ripio. Desde El Maitén, lo más conveniente es volver a la 40 por la ruta 70, que desemboca a la altura de Epuyén.
Uno de los paseos típicos es ascender a la cumbre del cerro Azul, una caminata sin mucho esfuerzo por la suave inclinación de las laderas para ver desde lo alto la amplitud del valle. Aquí también están los talleres del tren, que pueden ser visitados, y el museo.
A 90 kilómetros de Esquel, sobre la ruta 40 se puede bucear en las antiguas tradiciones aborígenes en el Museo Leleque, que muestra la historia de la Patagonia desde sus comienzos hasta la actualidad.
Está sobre la ruta 40, en el kilómetro 1440, y en el verano abre de 11 a 19. Los miércoles está cerrado.
Cholila, entre asado y bandidos
Si el Parque Nacional Los Alerces es el destino, una de las puertas de entrada es por las rutas 71 o 15. Por camino de tierra, antes de llegar a la reserva de alerces milenarios, espera Cholila.
Allí, las actividades de aventura dominan: andinismo, mountain bike, trekking, cabalgatas y pesca deportiva son lagunas de las opciones. Además, todos los años, en febrero, se realiza la Fiesta Provincial del Asado, que reúne espectáculos, tradición y, por supuesto, un buen asado patagónico.
Este pueblo chubutense, que en mapuche significa valle hermoso , sirvió de escondite al legendario bandido estadounidense Butch Cassidy a principios del siglo XX. Por eso, la Secretaría de Turismo de Chubut anunció su intención de restaurar la cabaña que habitó Cassidy y habilitar el nuevo circuito.
En tanto, el lago Cholila, a 14 km de la localidad, es una de las opciones para distenderse en plena naturaleza, así como también lo son el río Carrileufú y el lago Mosquito.