
¡Hola! Parece que el look de Emilia Attías que más gustó fue el del pelo largo y con estilo natural. Con respecto a las rastas, parece que la opinión generalizada es que no gustan demasiado, creo que es un tema cultural y generacional. A mí particularmente, me gusta más siempre el pelo sano y cuidado, obviamente por mi trabajo, porque me resulta más femenino. Pero no me disgustan tampoco las rastas, siempre y cuando estén bien hechas y vayan con el estilo de la persona (cuando quedan muy forzadas no me gusta nada).
Para hoy, les traigo un post distinto, que me pidieron que escriba hace un tiempo. Es sobre una etapa de mi vida, que mucho no estuvo relacionada con mi profesión aunque ya había empezado con la carrera. Sin embargo, en el tiempo que viví en Puerto Rico, viajé varias veces a NYC, donde seguí perfeccionándome y trabajando en lo mío.
Algunos años después de haber estado estudiando en Estados Unidos, por esas situaciones de la vida, terminé viviendo un año en Puerto Rico. Mientras buscaba las fotos para mostrarles, iba recordando todo ese período y la cantidad de anécdotas que tengo en este capítulo de mi vida que hoy parece tan lejano...
Llegué a Puerto Rico, por un amigo que quería abrir un centro cultural, llamado Tango Café, en el primero piso de una casona antigua en la calle De la Fortaleza, del Viejo San Juan. Su idea era que, además, en la planta baja hubiera un vivero. Así lo hicimos y lo llamamos Jardín Urbano. Como mi amigo no vivía en Puerto Rico, me pidió que me vaya allá a comenzar y a sacar este proyecto adelante. Apenas me lo propuso, me encantó la idea. Estaba en un momento de mi vida donde podía acomodarme a esos cambios y para allá partí.
Yo siempre sentí una atracción hacia las plantas. Mi mamá es paisajista y ensuciarme las manos con barro, fue algo que siempre me divirtió. Empezamos a arreglar un poco la casa, a pintarla, a armar estantes para acomodar todas las macetas (de todos los colores y tamaños) que venían en un container desde Vietnam. Había otros containers que llegaban desde Miami con palmeras y otros de México con más macetas...Así, de a poco, lo fuimos armando.
Éramos tres: Dani, Amarrillo y yo. Primero, comenzamos armando y vendiendo macetas y plantas a restaurantes de la zona, después armando terrazas y, finalmente, empezamos a exportar plantas a islas más chicas del caribe (hay una foto donde estoy en el puerto).
Después de trabajar y hacer mucha fuerza todos los días, volvía a mi casa (me había alquilado un monoambiente) frente al mar. Lo increíble era que la playa era mi jardín (en las fotos les muestro varios atardeceres). Mi amigo, Alfredo -dueño de Jardín Urbano- venía cada dos semanas. Durante su estadía se dedicaba más que nada a promover el lugar y a dar clases de Tango, en las cuales yo fui aprendiendo poco a poco de él. Finalmente, terminé ayudándolo a dar las lecciones. La casa, la música, las velas y las plantas me trasladaban a un lugar único. Mientras escribo, cierro los ojos y las imágenes, olores y sonidos en mi cabeza siguen siendo fuertes y nítidos.
Puerto Rico es un lugar donde hace mucho calor y hay buena energía. Un lugar donde dejé muchos amigos. Un país al cual no dudaría nunca en volver. Les muestro abajo, unas fotos de La Perla, uno de los barrios más conocidos del Viejo San Juan, una zona de artistas.
A Las portorriqueñas les encanta la coquetería y producirse. Yo, en cambio, con el trabajo que estaba haciendo no podía ponerme otra cosa que no fuera un short, una remera y unas buenas y cómodas zapatillas. En el pelo, no más que un rodete (en casa de herrero, cuchillo de palo). Sin embargo, con el mar y el sol del caribe tenía un color de pelo increíble. Ahora sí, cuando llegaban las noches de tango, tenía mi momento de producción donde me peinaba a la gomina con un rodete bajo, los labios rojos y me calzaba los tacos.
No puedo seguir escribiendo porque sino el post va a hacer eterno. Sin querer, hice un mix de pensamientos, sucesos y situaciones, pero no lo voy a ordenar, porque así me salió y así lo recuerdo.
¡Amé esta etapa de mi vida!
Buen jueves para todas,
Maia
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