PUNTA DEL ESTE.- Las revistas del corazón se cansaron de mostrar la foto: María Laura Malala Groba, promocionada ex novia de Mauricio Macri, bajando todas las tardes a la playa de Manantiales, en Punta del Este, para entregarse a largas y solitarias sesiones de yoga ashtanga.
Más allá de que Malala sea o no un ser yogui, la imagen fue representativa de un fenómeno: Punta se ha convertido en un imán de la espiritualidad. No sólo los hoteles más lujosos ofrecen meditaciones grupales, sino que se dictan talleres de lo que sea en esta materia: de mandalas, de sanación con mantras, de respiración, de energía, de constelaciones...
Se terminó, dicen por estos lados, el tiempo en que el balneario abrazaba la frivolidad y hasta una cuota de descontrol. Ahora, para estar realmente en sintonía, hay que hacer cosas como encontrarse con uno mismo. Y parece que va en serio.
Así como los hoteles de lujo deben tener su propio spa para sumar una estrella, hoy es inconcebible que no cuenten con su instructor de yoga in house. Tanto el Mantra como el Conrad o el nuevo hotel Vik Playa, en José Ignacio, dictan clases cuando cae el sol, en amplios salones o, si está lindo, al aire libre. Los alumnos llegan en procesión, con toallas al hombro y listos para entregarse a sus maestros. Respiran todo lo hondo que pueden, arman y desarman posiciones, y celebran la vida, como diría el baladista romántico Axel.
No sólo en los hoteles. Asociaciones como Yoga Punta del Este han visto crecer enormemente el cupo de inscriptos. "En verano vienen muchísimos argentinos y brasileños -cuenta Adriana Delucchi, profesora de este centro prácticamente en medio del campo-. En los últimos cinco años se multiplicó por tres el número de aprendices, no sólo turistas, sino también gente que vive aquí todo el año. Ellos van entendiendo que el consumismo no es la felicidad ni la paz." Una afirmación nada fácil de sostener, justamente, en Punta del Este.
Campamento flower power
Los entendidos en la búsqueda de la espiritualidad sostienen que hay dos sitios muy importantes donde encontrar información. Uno es el octógono de barro de Agó Páez Vilaró, hija del famoso artista plástico Carlos Páez Vilaró. En este espacio, en Las Grutas y construido energéticamente, se dan clases de arte, gastronomía y música. "Es un increíble campamento flower power", jura una de sus visitantes más asiduas.
El octógono convoca a expertos de diversas disciplinas. Esta semana, por ejemplo, se espera la llegada de una conocida consteladora del Centro Hellinger de Alemania. Las constelaciones familiares, para quienes no conocen el asunto, son terapias alternativas basadas en las dinámicas de grupos.
Otro imán es Casa Grande, en la zona de Pedragosa Sierra y Roosevelt, que tiene una agenda interminable de actividades e invita a profesores de todo el mundo. Los miércoles a la noche, por ejemplo, se realiza un taller de sanación con mantras tibetanos. Y también charlas sobre osteopatía tibetana, meditación deeksha, feng shui, yoga kundalini, tai chi y qigong. Estos son sólo algunos de los temas que se abordan en Casa Grande, dirigida por la licenciada Silvia Vila.
Otra asociación con muchos seguidores es El Arte de Vivir, donde se enseñan técnicas para encontrar la paz interior a través de la respiración y la concentración. "En verano es enorme la cantidad de jóvenes que vienen a respirar y meditar", precisa Sylvain Salomón Rubinstein, uno de los voceros locales de la entidad.
La onda insight (mirar hacia adentro) se expande por el balneario. La gente hace yoga y medita en las playas al atardecer o busca lugares excepcionalmente bellos, como el Arboreto Lussich, en Punta Ballena, o Las Vertientes, magnífico salón de té en Sierra de la Ballena. Frente a la naturaleza, afirman, se encuentran cara a cara con el Punta del Este místico que tanto buscan.
También está la opción de pasar la noche muy cerca de estos centros energéticos. En José Ignacio funciona la Chacra Recreativa Dharma, propiedad de la ex empresaria argentina Patricia Gil Villalobos, que después de un alumbrador viaje a la India abandonó su vieja vida para formar familia en Uruguay y dedicarse de lleno a su arte y al de los demás.
El lugar parece un gran atelier al aire libre, donde se puede pintar y meditar. "Tenemos tres castillos para nuestros huéspedes: se llaman Peace, Om y Love. Han venido personalidades y dueños de empresas de primera línea que conocen Dharma y dicen: Este es mi lugar en el mundo", cuenta Gil Villalobos. Infinito, silencio, paz y arte son los preceptos que reinan en estas tierras verdes.
Bancos de tiempo
Estos valores también se han transmitido a los emprendimientos inmobiliarios. Es el caso de Chakras del Este, complejo de siete casas construidas con las enseñanzas del feng shui y en centros energéticos a pocos minutos de La Barra. Para pagarlas hay que respirar hondo en serio: cuestan de un millón de dólares para arriba.
Algo similar cuenta Nicole Chavet, una requerida decoradora de Punta del Este: "Cada vez tengo más pedidos de gente que quiere aplicar el feng shui a sus hogares; se trata de armonizar las energías positivas y negativas, teniendo en cuenta iluminación, aberturas, circulación y ubicación de los muebles", explica.
La onda espiritual no sólo se expresa en la gran cantidad de cursos y espacios para bucear en el interior de uno mismo, sino también en la participación activa de los lugareños en esta suerte de misticismo generoso. "Se terminó eso de reunirse para el té canasta. Ahora muchos se anotan en un Banco de Tiempo que funciona en Punta, donde cada uno dona horas de su trabajo y recibe, a su vez, la ayuda del prójimo", cuenta el dueño de un local de empanadas de Gorlero, miembro activo del banco.
"El Punta del Este espiritual es el auténtico Punta profundo; lo demás va a pasar", concluye la gerente de una inmobiliaria de la zona que va camino a cambiar el tailleur por una túnica blanca y la oficina por una choza kármica donde meditar sin que le importe el bendito valor del metro cuadrado.
Por José Totah
Para LA NACION
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EL FENOMENO DE LA FEBRERIZACION
PUNTA DEL ESTE.- Hace unos años que las inmobiliarias y los operadores de Punta del Este inventaron el término febrerización para describir cómo se ha modificado el movimiento de gente que visita el balneario durante el verano.
Febrero siempre ha sido el mes más incierto en estas playas porque, a diferencia de enero, nadie se anima a pronosticar si los argentinos y brasileños ocuparán las casas y los hoteles de la ciudad. Sin embargo, en estos días, el alto flujo de visitantes se advierte en todos lados: la calle Gorlero y La Barra están llenas de autos que avanzan a paso de hombre, y tanto La Mansa como La Brava lucen pobladas.
Los números lo confirman. Un sondeo de la Dirección Nacional de Migración de Uruguay da cuenta de que la cantidad de autos argentinos que cruzó el puente de Fray Bentos durante la primera semana de febrero aumentó un 20% con respecto a la primera semana del año.
Aun así, no todos los datos son tan alentadores. Un estudio de la consultora Burson-Marsteller, publicado en el diario local El País, consigna que "Punta del Este no es muy conocida en el mundo" como destino de verano. "Uruguay nunca va a poder competir con las Bahamas como centro turístico si apunta al norteamericano medio, porque éste no va a estar dispuesto a gastar más de 1000 dólares en un boleto de avión para sus vacaciones. En cambio, puede ser potencialmente muy atractivo para los estadounidenses con ingresos altos y medio altos", dijo una de las directivas de la consultora.