
No voy a decir que nunca me había pasado porque es mentira. Pero nunca pensé que me podía pasar con él. Y todo bien con ese cuento de que a todos los hombres les sucede alguna vez. Obvio que lo puedo entender, más si me pongo a pensar en las veces que yo misma no tuve un orgasmo y ni hablar de las veces que fingí como para salir del paso. Pero igual, que le haya pasado a él vino como sorpresa total. Y a él conmigo. Si no podemos sacarnos las manos de encima.
Estar en lo que parece una noche perfecta, besos, mimos, caricias y de repente en el momento clave darte cuenta de que él nada, pero nada de nada. La cabeza me funcionaba a mil. ¿Digo algo? ¿Me callo? Si digo es un bajón y seguramente una boludez como que "a todos les pasa alguna vez" que no lo va a consolar y tal vez ni quiera que lo consuelen. Si me callo sería una falsa haciéndome la que no pasó nada cuando en realidad sí pasó, o todo lo contrario.
Probamos una vez más y otra y una más todavía. Me esmeré con todo lo que se me ocurrió, ya tanto que iba a quedar fingido. Nada. Parecía como que sí pero después no. Al final es medio como el insomnio, ya tenés miedo de meterte en la cama por si sucede.
-Gorda, me parece que hoy mejor me voy a dormir a casa. ¿Todo bien con vos?
-Sí, obvio. Andá.
Le abrí la puerta y me quedé mirándome un rato desnuda en el espejo de mí cuarto tratando de ver qué es lo que ve él cuando me ve, no el cuerpo, a mí, a Sofía. ¿Soy yo? ¿Es él? ¿O somos los dos y esto no funciona?
Anoche me dormí llorando, sola en mi cama.
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