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Reclinar o no el asiento, la polémica gana altura




Hace unos días, en un viaje entre Buenos Aires y Nueva York mi vecina de asiento se pasó el vuelo refunfuñando y con mala cara porque la pasajera de adelante reclinaba su asiento y le dejaba poco espacio para las piernas, como si fuera algo que se lo hacía a propósito y exclusivamente para perjudicarla, y hasta tuvieron un intercambio de palabras nada amistoso.
Por suerte, las cosas no llegaron a mayores como en tres vuelos de las últimas semanas, donde las peleas entre los pasajeros obligaron a los pilotos a desviar los aviones. Sí, aunque parezca cinematográfico, el asiento reclinable desata ira.
Un vuelo de Delta Airlines entre Nueva York y Palm Beach fue desviado después de que una pasajera exigiese que el aparato aterrizase: se enojó porque el pasajero de adelante reclinó el asiento mientras ella dormía apoyada en la mesita rebatible.
Algo similar sucedió en un viaje entre Miami y París por American Airlines, que tuvo que aterrizar en Boston.
Y también un vuelo de United Airlines entre Nueva Jersey y Denver fue desviado a Chicago. En este caso, la discusión entre los pasajeros se debió al uso del llamado knee defender, un protector de rodillas que impide que el pasajero de adelante recline la butaca.
El knee defender es un tope de plástico que se pone en el asiento de adelante para trabar el sistema que permite reclinarlo.
Este polémico accesorio, que cuesta 22 dólares en Estados Unidos, fue creado hace 10 años por Iran Goldman, que mide 1,90 y estaba cansado de los golpes en las rodillas. Ante los disturbios, muchas aerolíneas dejaron en claro que prohíben el uso del protector de rodillas en sus vuelos.
Las preguntas sobre lo políticamente correcto a 10.000 metros son inevitables: ¿reclinar el asiento está bien o está mal? ¿Es conveniente pedirle permiso al pasajero de atrás? ¿Aplican los mismos criterios para un vuelo de dos horas que para un cruce transatlántico de más de 12?
No existe un manual de convivencia arriba del avión, pero los códigos de etiqueta indican, por ejemplo, que mientras se sirve el servicio de comida no se debe tener el asiento reclinado y son muchos los que no lo respetan.
Por otro lado, varios pasajeros quieren aprovechar el tiempo de vuelo para dormir un poco más cómodos con el asiento reclinado y no por eso pueden ser vistos como los malos de la película. De hecho, el botón está para ser usado y no con la intención de perjudicar al de atrás.
Lo que no admite discusión es que hay poco espacio entre las líneas de asientos porque las aerolíneas suman más butacas en las cabinas y el espacio entre una y otra se reduce años tras año. Aunque varía según la aerolínea, el espacio para las piernas promedia los 43 cm.
El asiento reclinable en algunas aerolíneas como Ryan Air llegó a su fin.
Una encuesta de la Web Skyscanner del año último concluyó que nueve de cada diez viajeros quieren que se prohíban los asientos reclinables. ¿Será la solución para evitar que la cabina del avión se convierta en un campo de batalla?

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