
Recorré el mundo y sincronizá con la energía mágica
Equipaje mágico: miles de sincronicidades y otras tantas “magias” se activan cuando salimos a recorrer el mundo. Sumalas a la hora de pensar tu nueva aventura
8 de marzo de 2017 • 00:50


Si repasás tus propias anécdotas de viajes, seguramente vas a acordarte de esas historias que superan ampliamente lo real: casualidades inexplicables, señales y símbolos escondidos que de repente cobran sentido, encuentros inesperados, obstáculos que se resuelven mágicamente o experiencias que a simple vista suenan inverosímiles. Pero la realidad siempre supera la ficción: los viajes siempre tienen esa cuota de “magia”, esa especie de fuerza más grande que una que hace que las cosas sucedan simplemente como tienen que suceder, esa confianza de saber que, si estás ante un problema, vas a recibir la ayuda necesaria para solucionarlo o incluso las certezas internas que, a medida que avanzamos en el camino, nos van guiando para volantear y cambiar el rumbo, incluso en pleno viaje.
Y acá no importa si te estás moviendo sola o acompañada, porque esta energía mágica se activa igualmente en todos los casos. La pregunta del millón quizá sea: ¿por qué cuando viajamos sentimos que se mueve tanta energía a nuestro favor? ¿Hay alguna manera de abrirse a ella aún más, para estar disponibles y receptivas a eso invisible que hace que jamás nos sintamos solas, desprotegidas o simplemente inexpertas cuando llegamos a un lugar desconocido?
Acá, te proponemos una pequeña guía para conectarte con la “viajera mágica” que hay en vos, para volverte más sensible y perceptiva, para captar y estar alerta ante la aventura.
PREPARÁ TU ENERGÍA ANTES DE VIAJAR
Entrar a un país o una ciudad es entrar a un campo energético que en cada lugar está “tejido” por su historia, su geografía, las ideas que de ahí surgieron, los artistas que lo habitaron y hasta sus supersticiones. ¿Por qué llegaste vos ahí? ¿Y qué cualidad te gustaría llevarte? Y si caíste un poco de casualidad, ¿por qué ese lugar quiso que lo visitaras? El ejercicio de pensar los destinos como sistemas nos sirve para aterrizar con la sensación de que estamos yendo a un encuentro, a una cita (¡a veces a ciegas!). Este “pacto” te hace sentir protegida y vuelve tu mente más permeable a las increíbles cosas que pueden pasar cuando estás abierta a intercambiar energía.
ENTREGATE, NO PODÉS CONTROLAR TODO
Tu deber como viajera es armarte una mochilita con muchas herramientas para trotar por el mundo: burocráticas (pasaportes, visas, papeles necesarios, seguros), financieras (plata, tarjetas, datos bancarios), emocionales (libros, música, tu diario...) y hasta tecnológicas. Pero tenelo muy presente: hasta ahí llega tu poder. Cuando tu parte termina, empieza el viaje y sobre eso no tenés control. El voto de confianza hacia el universo se hace aceptando que probablemente ya no vuelvas a sentirte “segura” tal como sabías hacerlo, pero vas a conocer otras formas de seguridad descansando en movimiento, dejándote llevar. Entender que incluso lo que puede salir mal es parte de la aventura te prepara para lo que sea que te depare el destino.
EXPANDÍ TU "VEROSÍMIL"
Conocer otras culturas es un desafío a la razón. Solemos creer que las cosas son como nos enseñaron en el lugar del que venimos. Cuando viajamos, nos damos cuenta de que nada que ver, que hay mil maneras de organizar el transporte público, mil horarios para comer, mil dioses a los que rezar. Pero no solo eso, también hay mil maneras de relacionarse con otros seres humanos y muchas son incluso superadoras de las que ya conocemos. Tal vez al principio te cause mucha desconfianza ver lo generosos que pueden ser los desconocidos. Que no te quieran cobrar por algo que para vos es muy valioso, que olvides tu mochila en un tren ¡y aparezca intacta en objetos perdidos! o que te encuentres recibiendo regalos o consejos inesperados de alguien que acabás de conocer es parte de entrar a esta corriente que nadie te cuenta, pero ¡existe! Abrite a experimentar nuevas formas de entender el mundo.
APOYATE EN OTRAS MUJERES
No hay una viajera en el mundo que no haga referencia a esto: la ayuda que han recibido de otras mujeres en el camino. Existe una especie de “solidaridad universal” entre nosotras, una suerte de predisposición natural que hace que muchas mujeres se conviertan en “madres temporales” de otras que están solas. Sus incursiones pueden ser chicas, como acompañarte por calles oscuras; o enormes, como cuidarte si caés enferma. Este es otro “lado B” que solo se descubre al viajar. Aunque no lo creas, a los hombres les cuesta más conseguir protección desinteresada en el camino. En algún punto, ser mujer es tener amigas garantizadas adonde vayas.
APRENDÉ A PEDIR Y A RECIBIR
Olvidate de la autosuficiencia que tanto te enorgullece en tu ciudad. Si no estás dispuesta a pedir ayuda, fuiste. Desde calles hasta traducciones y asistencia para trámites, muchas cosas vas a tener que aprenderlas de cero. No dejes que esto te paralice. Por alguna razón inexplicable, los viajes son geniales para recuperar buen karma. De hecho, no sería raro que termines descubriendo a tu próximo mejor amigo o que recibas favores inesperadamente; el único requisito para que esto suceda es que tengas la humildad para manifestarlo.
PRESERVÁ TU INSTINTO
A veces nos preguntamos cómo podemos adquirir ese don que nos avisa cuando estamos expuestas a peligros. La buena noticia es que no necesitás adquirir nada, ese don ya lo tenés. En nuestra zona de confort, no solemos usarlo mucho, pero está. Lo que tenés que hacer es no obstruirlo. ¿Qué sofoca el buen instinto? La desconfianza en vos misma. Cada vez que racionalizás algo que tu cuerpo te avisa, cada vez que desobedecés un impulso que te dice “esta persona no me gusta” o “este camino no me va”, estás desestimando información valiosa. La definición de instinto es “aquellas cosas que el cuerpo sabe aunque la mente no comprenda”. Cuando viajás, los sentidos están más vivos, haceles caso aunque tu parte más racional los objete.
LLEVÁ UN DIARIO
No des por sentados todos esos “empujoncitos del universo”; llevá un registro consciente de esa energía que estás moviendo. Por ejemplo, Julio Cortázar tenía un cuadernito de casualidades para recordar que todo era posible. La escritora francesa Anaïs Nin escribía detalles en un diario y el diseñador John Galliano arma scrapbooks con imágenes. Aprovechá trenes, aviones o esperas eternas en aeropuertos para “bajar a tierra” las cosas que estás sintiendo, las sensaciones que te despiertan los lugares, las inspiraciones, ideas e imágenes que te desatan, por más tiradas de los pelos que parezcan. Procesar información mágica mientras vas por el camino te ayuda a mantener el canal de la percepción abierto y a detectar qué cosas se repiten, por fuera y por dentro de vos, y qué preguntas comienzan a encontrar respuestas.
TOMATE EN SERIO TU BÚSQUEDA
Sentarte en el bar al que iba tu escritor favorito, meditar en el templo de una ciudad que siempre te intrigó o bailar en la disco en la que se inventó el género musical que más te gusta. No desestimes tus deseos por ser tan peculiares. ¡Al contrario! Si lo que “te tira” a hacer París no tiene nada que ver con la Torre Eiffel o, en vez de irte muy lejos, tu debilidad son los pueblitos locales, vas por buen camino. Cuanto más personales sean tus búsquedas, cuánto más genuino sea tu interés, más vas a poder exprimir la magia de viajar y encontrar lo que sea que estés buscando. Es siguiendo esa brújula lúdica que las viajeras encuentran vocaciones, amores y su lugar en el mundo. Si tanto te pica, algo habrá ahí esperándote...
ENCONTRÁ TUS PROPIOS SOUVENIRS MÁGICOS
Todo el mundo tiene mini torrecitas Eiffel, todo el mundo se trae un perfume del freeshop y ropa de H&M, pero solo algunas pocas esperan a ver lo que la ciudad les regala. El ejercicio mágico de aguardar a que caiga en tus manos un amuleto es otra de las “técnicas” que pueden abrirte a la energía de tu viaje. Puede ser cualquier cosa y aparecer en el lugar más inesperado, por ejemplo, un prendedor tirado en el parque que te llame la atención. No dejes que te marquen itinerarios ni que te envasen la magia en un giftshop. Que no se te caiga un anillo por levantar algo hermoso que alguien decidió que era basura. Animate a crear tus propios significados y cargar de energía tus propios amuletos.
¿Qué anécdota mágica tuviste en un viaje?
Renata Castellano de la Torre, 30 años. “Mi amiga Sofi y yo conocimos a Mery en Perú. Ella viajaba haciendo música y nos inició a nosotras, ayudándonos a armar el repertorio y revelándonos los secretos. Fueron unos pocos días maravillosos y nos despedimos. Semanas después, en Popayán (Colombia), nuestro anfitrión de CouchSurfing nos avisó que alguien más se estaba quedando en su casa y que deberíamos compartir el espacio. Entramos y me quedé paralizada: ¡estaban las cosas de Mery ahí! Volver a encontrarla fue mágico”.
Laura Guelfi, 33 años. “Cuando llegamos a La Quiaca con la bici, lo primero que hicimos fue sacarnos una foto con el cartel que decía la distancia que había hasta Ushuaia: 5121 km. Era una distancia ficticia, porque ya habíamos cruzado a Chile y eso había extendido nuestro viaje a más de 7500 km. Y ahí surgió una casualidad hermosa, de esas que adornan el camino: mientras nos sacábamos la foto con el cartel, Lau miró el cuentakilómetros de la bici e, increíblemente, decía: ¡5121 km, la misma distancia que decía el cartel!”.
Luciana Lunita Dorigo, 36 años. “Con mi novio estábamos listos para recorrer la India. El itinerario estaba abierto y buscábamos oportunidades para expandirlo. Una noche, entré de casualidad a Facebook y ahí vi un mail de un primo que vive en Beirut, hijo de un tío al que había visto solo una vez en mi vida. El mensaje decía que fuéramos a visitarlo. Le dije que después de India nos esperara, ¡y cómo nos esperó! Llegamos y, además de pagarnos un hotel de lujo y llevarnos a los mejores restaurantes, nos puso un chofer. ¡Increíble!”.
Más info

De izquierda a derecha: The Lonely Planet Guide to Experimental Travel. Rachael Antony y Joël Henry. (Lonely Planet, US$ 13). Cómo ser un explorador del mundo. Keri Smith. (Museo de Arte, $263). ¡Turista lo serás tú! Pablo Strubell e Itziar Marcotegui. (La Editorial Viajera, US$ 9 –Kindle–).
Experta consultada: Aniko Villalba. Blogger en viajandoporahi.com y autora de libros de viajes.
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