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Recuerdos de Urquiza en las estancias de Entre Ríos

Tres establecimientos recrean los tiempos en que se forjó la nación

6 de julio de 2001

PARANA (Télam).- Los historiadores abordaron la vida política, cultural y militar del polifacético general entrerriano Justo José de Urquiza, mientras otros investigadores se abocaron a las vicisitudes de su vida cotidiana, sus amores y su pasión por los árboles y las estancias -Villa Teresa, San Pedro y Santa Cándida- que se abrieron al turismo para recrear los tiempos en que se forjaba una nueva nación.

En Villa Teresa, sobre el río Uruguay, el general nació el 18 de octubre de 1801. De la vivienda familiar, cerca del casco de la estancia, quedan las ruinas de un corral de piedras.

En esos campos -cerca de Colón y Concepción del Uruguay-, donde Urquiza explotaba la ganadería y la extracción de piedra caliza, Justo José pasó su infancia y su adolescencia aprendiendo a amar la tierra y a defender los principios de la unidad nacional.

En 1846, el que ya era considerado uno de los hombres fuertes del país joven, compró la estancia San Pedro, a 20 kilómetros del Palacio San José, la residencia que amó profundamente y que tenía un lago artificial para el que compró un barco con el que recreaba el carnaval de Venecia.

En San Pedro se criaban vacunos y yeguarizos, y de la vieja estancia sólo quedó un rancho y un corral de palo a pique, en los que se juntaba la hacienda. De allí eran muchos de los caballos usados en la Guerra del Paraguay.

El 11 de abril de 1870, 50 hombres se reunieron en San Pedro y partieron hacia el Palacio San José con un objetivo claro: asesinar a Urquiza, al que en ese momento acompañaban sus hijas Dolores y Justa.

Las dos jóvenes vieron a su padre, ya con un balazo en el rostro, recibir cuatro estocadas mortales: una en la espalda y tres en el pecho.

Hoy, la estancia San Pedro pertenece a Horacio Roca y María Roca de Favre, tataranietos del general, y es un establecimiento agrícola-ganadero.

En 1847, el inquieto general decidió convertirse en saladerista, para industrializar la materia prima de sus estancias. Y lo hizo en el Palacio Santa Cándida, a la vera del arroyo de la China. El lugar tenía grandes galpones destinados a grasería, salazón de carne, lavado y salazón de cuero, curtiduría, panadería, pulpería y carpintería, y también viviendas para los trabajadores, que llegaron a ser unos 300.

Urquiza notó que entre el saladero, que estaba sobre una barranca, y el muelle, había una costa cenagosa que dificultaba los embarques. Rápidamente convocó al arquitecto Juan Fossatti y construyó un ferrocarril interno, con un muelle que aún está.

El Palacio Santa Cándida pertenece ahora a doña Adela Unzúe de Leloir, que fomentó la cría de Aberdeen Angus, muy premiados en Palermo. El arquitecto Angel Gallardo amplió lo que había hecho Fosatti, adosando una galería cubierta con varias esculturas.

Para Oscar Urquiza Almandoz, descendiente de Urquiza y también historiador, las tres estancias del general muestran una noción totalizadora del pasado y una visión de cómo se trabaja en el campo entrerriano.

Datos útiles

Villa Teresa (03442-423 730/422-851)está en la confluencia de los arroyos El Cordobés y Las Achiras, a 35 km de Concepción del Uruguay. El alojamiento es en la Casa de Huéspedes, que fue del personal de servicio y está totalmente reciclada. La tarifa es de 125 pesos por día.
Santa Cándida (03442-422188) está sobre el arroyo de la China, 9 km al sur de Concepción del Uruguay. La estada cuesta 10 pesos por persona con media pensión. Los pasajeros tienen a disposición kayaks, botes, caballos, entre otras facili dades.
San Pedro (03442-427-328/427-459), 55 km al oeste de Concepción del Uruguay, a orillas del arroyo Las Achiras. Se pueden instalar campamentos. Una carpa para dos personas cuesta 15 pesos por día; para 4 personas, 20; para seis personas, 30, y los trailers y casas rodantes, 25.

Corina Canale

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