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Redes sociales, para bien y para mal




Mundialmente famoso por sus pistas invernales, el estado norteamericano de Colorado se encontró en 2009 con dos preocupantes datos: la cantidad de esquiadores en Estados Unidos llevaba varias temporadas de declive y, además, otros estados competidores le venían quitando visitantes año a año.
Semejante panorama terminó por disparar una curiosa campaña para que el estado recuperara protagonismo. Con el título de Nieve a primera vista , la jugada consistió en lanzar una convocatoria para que quienes justamente nunca hubieran visto la nieve enviaran videos de un minuto explicando por qué merecían viajar gratis a Colorado.
Durante un mes de concurso, candidatos de todos los rincones de Estados Unidos y también de lejanos países como Tailandia, Singapur y Uganda subieron miles de videos al sitio de Internet diseñado para la ocasión. Finalmente, el público y la Oficina de Turismo de Colorado eligieron a los tres mejores candidatos: uno de Australia, otro de Hawai y otro de Atlanta. Cada uno ganó tres meses en lugares como Aspen, Snowmass y Mount Werner con todo pago, incluso, claro, lecciones de esquí.
La campaña generó un retorno de 20 veces lo invertido, en particular gracias a su veloz reproducción viral por las redes sociales. "En las cuatro semanas que duró el juego, el sitio snowatfirstsight.com tuvo más de 90.000 páginas vistas, con un promedio de cuatro minutos por visita", explicó su responsable, el norteamericano Don Montague, presidente de la agencia MMG Worldwide, el jueves último en Marktur Forum, foro de conferencias, marketing y turismo en el Palacio San Martín organizado por Iggy Travel Consulting y Destino Argentina.
Facebook, Twitter y YouTube, sobre todo, le devolvieron a Colorado sus mejores niveles históricos de esquiadores. Sin embargo, advirtió Montague, las mismas redes sociales pueden también afectar negativamente, dañar, con la misma contundencia.
"Les presento a Dave Carroll", anunció entonces el ejecutivo, frente a un auditorio repleto, al tiempo que disparaba el videoclip de un cantante country norteamericano al que se le rompió una guitarra acústica durante un vuelo de Halifax (Nueva Escocia) a Chicago dos años atrás.
La letra del hit es un relato, casi cuadro por cuadro, de cómo el autor vio por la ventanilla del avión que, en la pista, personal de United Airlines manipulaba con cierto desdén su guitarra. Cuenta también que el artista intentó quejarse ante tres azafatas, pero ninguna le prestó atención. Y cuando llegó a destino descubrió con horror que la caja de su querida Taylor estaba quebrada.
Carroll hizo el reclamo pertinente, pero no obtuvo respuesta de la compañía. Así que decidió escribir esta canción, United rompe guitarras, y grabar un video. Dos años después, el clip es uno de los grandes hitos en la todavía corta historia de YouTube, donde hoy lleva... 10.378.639 vistas, contando sólo su versión oficial en el más popular sitio de videos. Y Carroll es bastante más famoso que antes y ya grabó otros dos temas dedicados al desafortunado (¿o no tanto?) incidente aéreo.
"A United le hubiera costado sólo 1200 dólares arreglarle la guitarra -concluyó Montague su lección del día en el Marktur-. Pero no lo hizo y se ganó aproximadamente 18 millones en términos de publicidad negativa."
Publicado por Daniel Flores / 15 de mayo de 2011 / 2.51 A.M.

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